En el penúltimo día de fiestas, a la capital alavesa le costó desperezarse casi tanto como al cielo gris con el que ayer amaneció la ciudad, salvo por una maravillosa excepción: el envidiable ímpetu, como si no les pesaran los años, de los más de 80 integrantes que conforman la cuadrilla de neskas y blusas veteranos que cada 8 de agosto exprimen la jornada que La Blanca les dedica, antes incluso de que arranque el programa oficial. “A las ocho de la mañana hemos quedado para desayunar en la Virgen Blanca como todos los años”, explica Ricardo Gordo, miembro desde hace ocho años de este incombustible grupo, creado en 1977. Un día 8 que esperan con fervor, como dice, para “rememorar lo que es ser blusa” puesto que no fueron pocos los buenos recuerdos en sus años mozos. En su caso, como miembro de los Biznietos de Celedón, cuadrilla fundada en 1968. “Con esta misma blusa negra una chica quiso hacerse una foto conmigo y hoy en día es mi mujer. Llevamos 45 años de casados más otros cinco de adosados”, revela Gordo, orgulloso a más no poder.

Las manecillas del reloj de la torre de San Miguel no habían marcado las ocho y media de la mañana cuando apenas entraba un veterano más en la balconada. No en vano, ese momento antes de que arranque la misa de las nueve, es otro de los grandes del día para reencontrarse con viejos amigos, tal y como hacían antiguos compañeros de juergas, como Alfonso Santana, miembro de los extintos Los Silenciosos, junto a Javier Nanclares, de Los Bainas, fundados en 1952, “cuadrilla que sigue existiendo y metiendo mucho ruido por ser la segunda más antigua de la ciudad, tras la de Los Txismes (1950)”, puntualiza este último, y Gerardo Cuesta, perteneciente también a la misma. “Vengo a misa a primera hora para empezar bien hoy el día y porque soy creyente”, matiza Santana. Para su amigo Cuesta, en cambio, su momento preferido es del “txoripan en Jesús Guridi en el que, además, viene el alcalde”, añade. Nanclares, en cambio, se queda con las dianas de las 10.00 horas en la Plaza España. “Es el más bonito y en el que te encuentras con otras personas a las que no has visto el resto del año”, opina.

En dicha balconada no faltaban “chavalines”, como Celes González, a quien todo el mundo saluda a su paso, por ser uno de los blusas que mejor encarna a la perfección el espíritu de entregarse a las fiestas de su patrona. “Tengo 94 años pero la ilusión del primer día”, enfatiza este integrante de Los Garcitos (cuadrilla ya desaparecida) encargado también de leer en misa, una de sus muchas aportaciones al día del veterano. Otro personaje célebre entre los congregados en este mítico lugar era Satur García, presidente de Bultzain. “Tengo 65 años y llevo unos 15 viniendo al Día del Blusa y Neska veterano. La misa y el paseíllo es lo que más me gusta”, destaca este hombre.

En este día tan especial tampoco falta la presencia de Javier Cameno, cofundador hace 41 años de los veteranos. “Yo era periodista y como no podía salir ningún día en fiestas por trabajo, decidí crear esta cuadrilla. Para muchos de los que estamos aquí, hoy es una fecha señalada en el calendario festivo”, subraya.

Poco después, a las nueve de la mañana, todos los bancos de la iglesia de San Miguel están ocupados tanto por los jóvenes de ayer como por otras caras conocidas, como Nerea Melgosa y Blanca Lacunza, ediles del Ayuntamiento de Gasteiz del PNV y PP, respectivamente, además de por Ricardo Sáez de Heredia, abad de la Cofradía de la Virgen Blanca, responsable, junto a los veteranos, de este acto religioso “en recuerdo de los blusas y neskas que ya no están con nosotros”.

txupitos A su salida, voluntarias como Carmen Ibáñez se encargan de que sus asistentes cumplan religiosamente con el tradicional brindis. “Hemos traído unos 15 litros de moscatel”, precisa Ibáñez. Un txupito que sirve para “calentar y mucho” los motores para esta jornada maratoniana, tal y como aseguran, vaso en mano, las neskas Juani, Milagros y María del Carmen, un trío que este año no ha podido reservar la comida en el restaurante portugués O Moinho “porque ya estaba todo ocupado”, lamentaban al pie de la hornacina, donde Ofelia González de Aspuru bailó un año más el emotivo aurresku y Begoña Ortiz de Zárate realizó la ofrenda floral y, acto seguido, se colocó el pañuelo a Isabel Gutiérrez y a Aurelio Espinosa.

En este día sin freno no podía faltar la tradicional foto de familia, con Blanca Aguillo, vicesecretaria de la Cofradía de la Virgen Blanca, como fotógrafa oficial ejerciendo también las veces de directora de tráfico, para evitar que el paso de vehículos interrumpiera tal instante. Un retrato que no intentó captar sonrisas al grito de patata, como debiera presuponerse en tierras alavesas, sino al de “Todos queremos más, todos queremos más, más y mucho más” .

Tras las dianas en la Plaza España, la marcha continuó con la fanfarre Kirrinka por el centro de Gasteiz, encabezada por un paraguas morado, mientras que el Gasteiztxo esperaba en Postas, con los muñecos pepitos en su locomotora, a los que guardaban fuerzas para el paseíllo de las 16.45 horas, uno de los más acompasados de piernas saltarinas. A las 20.00 horas, un Agur Jaunak despidió a la patrona hasta el año que viene. “Pero nos queda un tramo de nueve años para las Bodas de Oro”, advierten los veteranos.

Gordo es de la cuadrilla de Los Biznietos de Celedón.

Perteneció 15 años a la extinta cuadrilla de Los Silenciosos.

Este integrante de Los Bainas está orgulloso de su cuadrilla, la segunda más antigua de Vitoria.

Para este miembro de Los Bainas en ese acto es el mejor al encontrarse con viejos amigos.

González fue edil en Gasteiz en 1977, cuando la Corporación municipal decidió izar la ikurriña.

El presidente de Bultzain, a sus 65 años, lleva 15 saliendo en la cuadrilla de veteranos.

Así lo detalla el cofundador de este grupo creado en 1977.

Dice esta voluntaria encargado de repartirlo tras la misa.

Destacan estas neskas amigas.