Vitoria - El sol, que parece dispuesto a derretir estos días Siberia-Gasteiz, azotaba de lo lindo a los presentes desde buena mañana, pero las cuadrillas de blusas y neskas no estaban dispuestas a permitir que el sudor empobreciera la tradicional ofrenda floral a la Virgen Blanca en el día grande de sus fiestas. Con buena presencia de visitantes ansiosos por empaparse de cerca de la idiosincrasia de los blusas, es decir, de la fiesta y el jolgorio, el Rosario de la Aurora y la misa con el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, dejaron paso al goteo constante de las cuadrillas, que dejaron rebosante la hornacina de la patrona alavesa a base de ramos de mayor o menor tamaño.
Tampoco faltaron los gasteiztarras de a pie que querían colocar sus propias flores alrededor del busto de la Virgen Blanca, frente a la que minutos antes tres representantes políticos de la capital alavesa -el presidente de las Juntas Generales, el jeltzale Pedro Elosegi, y los concejales del Ayuntamiento de Vitoria Iñaki García Calvo (PP) y Félix González (EH Bildu)- bailaron al unísono uno de los primeros aurreskus en honor a la Virgen Blanca.
Cada cuadrilla protagonizó su propio y emotivo momento, con recuerdos para compañeros fallecidos este año, danzas colectivas culminadas en fuertes abrazos, gritos de ánimo en el inicio festivo, loas a la patrona y a la capital alavesa... Petralak, Zintzarri, Siberiarrak, Margolariak, Galtzagorri, Okerrak, Zoroak... “Ha tocado madrugar más de lo que nos gustaría pero bueno, para mí es uno de los momentos más bonitos de este día. Aunque alguno ha preferido no madrugar”, ironizaba Jone, una neska bien ataviada con gafas de sol para la ocasión, pues al igual que durante el txupinazo el sol pegaba ayer a mala leche por la mañana en la balconada de San Miguel. Hubo también espacio para la reivindicación, con una pancarta en recuerdo de los jóvenes de Altsasu encarcelados.
La música de los txistus y las charangas anticipa la llegada de cada cuadrilla y la despedía cuando dejaban paso a la siguiente, casi siempre respetando a los compañeros para no pisar su aurresku mientras a un lado se descorchaba la juerga rumbo de nuevo a la cuesta. Tampoco faltaron un año más los saltos al vacío desde lo alto de la escalera, como los de Los Martinikos, cuyos confiados blusas no parecían dudar un momento en que sus colegas iban a recogerlas allí abajo. Entre ofrenda y ofrenda, como es habitual la ofrenda floral se prolongó durante varias horas, los turistas que entraban y salían de la iglesia aprovechaban para sacarse unas fotografías bajo la engalanada figura de la Virgen Blanca. La pareja formada por Jordi y María habían llegado de Barcelona, Bilbao mediante, y se acercaron ayer a conocer Vitoria de cerca en pleno día grande festivo.
“Nos está gustando todo mucho, pero nos engañaron con el frío”, ríe ella, que se confiesa lectora empedernida de El silencio de la ciudad blanca, así que ha escogido buen año para venir. Una foto rápida mientras la siguiente cuadrilla se acomoda para la ofrenda y a otra cosa. Gasteiz tiene mucho que ofrecer estos días.
Cuadrillas. Estas fiestas son 25 las cuadrillas de blusas y neskas que llenan la capital alavesa a base de juerga y tradición. Algunas de las más numerosas son Bereziak, Margolariak, Los Alegríos, Basatiak, Zintzarri, Los Bainas y Batasuna.
Aurresku de los políticos. Este año fueron el presidente de las Juntas Generales, el jeltzale Pedro Elosegi, y los concejales del Ayuntamiento de Vitoria Iñaki García Calvo (PP) y Félix González (EH Bildu), los políticos que bailaron un aurresku.