La tradición festiva, la solidaridad, la integración, el reconocimiento y la visibilización del lado femenino en el ámbito deportivo, y por extensión en toda la sociedad, fueron los ejes sobre los que giró el pregón que descorchó anoche, en una rebosante Plaza Nueva, las fiestas de La Blanca 2018. El tsunami que generó la masiva e histórica movilización feminista del pasado 8 de marzo, tuvo su reflejo anoche sobre un escenario en el que se clavaron las miradas de todos los asistentes. En pocas ocasiones se recuerda un escenario abarrotado por tantas protagonistas como encargadas de dar lectura al pregón festivo y colocar a los 251.000 gasteiztarras en la parrilla de salida a seis días de desenfreno y locura.

Bajo el hilo conductor que, con orgullo y un punto de emoción, engarzó la periodista Olga Jiménez, fueron desfilando por las tablas la gimnasta y campeona olímpica Tania Lamarca, la tiradora de esgrima María Ascasso, la jugadora de pala Nagore Martín, la atleta Janire Fernández de Olano, la nadadora Maider Mendia, la entrenadora de baloncesto Made Urieta, y la escaladora Irati Anda. Todas ellas relataron sus ocho particulares historias que les han llevado a ser “modelos de un nuevo tiempo”, pero siempre remarcando que sus casos son solo “una parte representativa de todas las mujeres vitorianas y alavesas que no tenemos cabida en este escenario”, aludió Jiménez.

La gimnasta Tania Lamarca evocó “emocionada” la “casualidad” de ser anoche una de las deportistas encargadas de llamar a la fiesta con lo vivido otra calurosa tarde de agosto hace 22 años. Mientras ayer remarcó el “compromiso de Gasteiz con el deporte, la igualdad y demostrar que mis siete compañeras somos iguales y merecemos lo mismo, ni más ni menos”, instó a los presentes a retroceder a otro 2 de agosto de 1996. En la misma hora en la que ayer leyó el pregón, en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 se colgó la medalla de oro en gimnasia rítmica, junto a otras vitorianas como Estíbaliz Martínez y Lorena Guréndez. “El movimiento olímpico aúna valores como la excelencia, la amistad, el respeto y las fiestas de La Blanca no se diferencian de lo que aprendí en el deporte. Quiero unas fiestas donde demos lo mejor de cada uno y del respeto a los demás, a la mujer, al hombre, en definitiva, a las personas”, concluyó Lamarca.

BLANDIR LA ESPADA Tomó el testigo la tiradora de esgrima María Ascasso, “orgullosa de compartir el papel de pregonera junto a estas pedazo de deportistas”, arrancó con naturalidad. Pese a no estar acostumbrada al brillo de los focos, los micrófonos y masivas audiencias, la referente de la esgrima vasca y alavesa se esforzó en buscar la conexión entre su disciplina y las fiestas de La Blanca. Repasó todos los símbolos festivos sin llegar a encontrar ese nexo de unión. “Celedón lleva paraguas, pero lo que es espada... Los faroles, muy bonitos, pero como no sea para adornar las pistas. A las neskas y blusas no daría una espada durante el paseíllo, por la cuenta que nos trae. Después de darle muchas vueltas es más difícil esto que hacer esgrima”, resolvió. Finalizó remarcando la “magia y esencia de las fiestas como elemento de unión de mucha gente diferente. Disfrutad, pero no es no, que nosotras vamos a seguir blandiendo la espada”, remató en su broche final.

Hubo un cambio de modalidad para que la pelotari y campeona de pala Nagore Martín evocase la “abismal evolución” en los frontones con el “incremento anual de las chicas que deciden animarse a practicar cualquier modalidad”. Llegó después Janire Fernández de Olano como “arquitecta de mis sueños” y apostando por una Gasteiz “green, feminista, deportista y emprendedora, donde todos añadimos esos matices de distinción a esta nuestra ciudad”, finalizó la joven atleta.

Así llegó el turno de la nadadora Maider Mendia y uno de los momentos más emotivos al relatar su historia de superación como consecuencia de la parálisis cerebral que padece. “Soy deportista, mujer, practico deporte. Nado, y meterme al agua cada día hace que me superé a mí misma. El deporte favorece mi autonomía, me pone en forma y me divierte. Tenemos una discapacidad, pero eso no nos impide disfrutar de las fiestas. Somos diferentes, pero también sabemos pasarlo bien”, concluyó emocionada entre el reconocimiento y aplauso de los presentes.

Los ánimos siguieron encendidos con la aparición de la entrenadora de baloncesto Made Urieta. Reconoció haber sentido durante su trayectoria profesional “los techos de cristal” y la necesidad de las mujeres de “tener que demostrar el doble de conocimientos para acceder a las mismas oportunidades”. Cerró la intervención con su frase favorita: “Crea un sueño, cree en él y haz que suceda”. Así dio paso a la escaladora Irati Anda, que supo trepar al corazón de los espectadores. Recurrió a un bertso final en el que relató las trayectorias de las ocho pregoneras. Animó a vivir La Blanca desde el respeto y como personas justas. En su última estrofa llamó a arrinconar las diferencias y disfrutar alegres para terminar con un “gora Gasteiz, gora La Blanca eta gora Gasteizko Jaiak” que retumbó en la plaza y fue respondido al unísono.