con un tamaño mediano y poco más de 300.000 habitantes, Álava puede seguir presumiendo de un potencial investigador de primer orden en los ámbitos de la salud y la biotecnología, con áreas en las que es referente incluso a nivel mundial. Bioaraba, el instituto que integran Osakidetza, la UPV/EHU y la fundación Bioef; BTI, el gigante biomédico e investigador comandado por el doctor Eduardo Anitua; y la corporación Tecnalia son algunos de los nombres propios de la investigación y la innovación que se facturan en Álava. Pero no los únicos. El centro de investigación Lucio Lascaray, volcado en las ciencias y también dependiente de la universidad vasca, o el Basque Health Cluster, un colectivo de carácter privado y profesional que agrupa a una treintena de empresas de estos sectores, bien podrían completar el repóquer de ases de esta actividad en Álava, que al menos aquí ha sabido sobreponerse al impacto de la crisis económica y a la merma de inversiones públicas y becas.
La clara apuesta tanto institucional como privada por fomentar la I+D+I permite al territorio sacar pecho con algunas cifras récord en este ámbito. Bioaraba, por ejemplo, cuenta a día de hoy con más de 200 proyectos de investigación activos dentro de sus ocho grandes áreas de influencia, en las que trabajan de forma estructural o colaboran también más de 200 personas. Es la cifra más alta de la historia desde que comenzó a investigarse desde el ámbito público del territorio, y todo apunta a que será todavía más alta en un plazo breve de tiempo.
La investigación de excelencia en áreas como la Salud Mental, las Enfermedades Cardiovasculares o los Trastornos del Sueño viene llevándose a cabo desde hace ya muchos años en el ámbito local de Osakidetza, pero no fue hasta el año pasado cuando Bioaraba se constituyó por fin oficialmente como instituto y ente aglutinador de toda la investigación pública que se realiza en todos los recursos de la Organización Sanitaria Integrada (OSI) Araba, en estrecha colaboración con la universidad. Sus objetivos son trasladar el conocimiento científico generado en sus recursos y laboratorios a la práctica médica asistencial para mejorar la salud de la población, asociándose también con otras entidades de I+D+I y el tejido empresarial en la promoción de una investigación multidisciplinar.
“En Álava tenemos muchas fortalezas, como son las plataformas de apoyo a la investigación y la facilidad de contacto que tenemos. De alguna manera, todo está centralizado en Vitoria, lo cual es una ventaja para Bioaraba y también para las empresas. En este caso, ser pequeños es una ventaja, porque la comunicación entre los distintos agentes es mucho más ágil”, expone en declaraciones a este periódico Marian García Fidalgo, directora científica de la organización. Salud Mental y Fragilidad; Enfermedades Cardiovasculares; Trastornos del Sueño; Enfermedades Respiratorias; Servicios de Salud, Medicina Comunitaria y Big Data; Enfermedades Raras; Antibioterapia y Desarrollo Farmacéutico; y Patología de Sistemas son esas ocho grandes áreas en las que se estructura a día de hoy Bioaraba, que debido a su juventud se encuentra todavía en pleno proceso de estructuración y complementación con sus hermanos Biocruces, Biodonostia y Kronikgune.
El centro se apoya en plataformas como su Unidad de Ensayos Clínicos, una de las más avanzadas del Estado, o el Biobanco, apoya a los investigadores emergentes en sus tesis doctorales para que el inicio de sus investigaciones continúen en su trayectoria asistencial y se alía frecuentemente con organizaciones externas para avanzar en la conversión de las ideas en productos tangibles. Mientras tanto, los investigadores de la UPV/EHU que participan en proyectos de investigación de Bioaraba están tanto en el centro Lucio Lascaray como en distintas facultades y escuelas del campus. “Tenemos la suerte de tener una facultad de Farmacia, de tener Enfermería, las Ingenierías... Y que todo esté tan cerca. También está ahí Miñano, por ejemplo, donde se están haciendo muchas cosas”, alaba de nuevo García Fidalgo.
gigante innovador Si hay que hablar de una entidad privada líder en este ámbito, no sólo en Euskadi sino también en el ámbito internacional, ésa es BTI Biotechnology Institute, multinacional de biomedicina y biotecnología con presencia en 25 países. La entidad presidida por Eduardo Anitua cuenta con tres grandes áreas de investigación en las que no deja de obtener nuevos progresos y productos. Se trata de la implantología oral, donde BTI sigue desarrollando diseños o un software de diagnóstico cada vez más avanzados, las apneas del sueño y, sobre todo, la terapia regenerativa, el campo más amplio en el que la organización investiga e innova a día de hoy. El descubrimiento del plasma rico en factores de crecimiento para la regeneración de tejidos, uno de los grandes logros históricos de Anitua, es un buen ejemplo de lo que desde este pequeño territorio se ha podido aportar a la ciencia. Pese a que en un principio la utilización de esta fórmula se ciñó exclusivamente a la cirugía oral y maxilofacial, progresivamente se ha extendido a distintas áreas médicas como la Dermatología, la Oftalmología, la Traumatología y la medicina deportiva, estos dos últimos campos en constante colaboración con el doctor Mikel Sánchez. “Estamos viendo ahora grandes avances en el tratamiento de las lesiones de columna”, contextualiza Anitua en conversación con este periódico.
BTI cuenta en la actualidad con 53 familias de patentes “vivas”, lo cual quiere decir que se están utilizando en la práctica clínica a día de hoy, y otras tres “en el horno”, según avanza Anitua. La entidad logra firmar al año del orden de tres o cuatro patentes propias, lo que da cuenta de la inquietud de esta casa. “Hemos apostado desde el día uno por la investigación con más personal, más presencia internacional y haciendo un esfuerzo económico enorme. Lo que nos diferencia es que investigamos e industrializamos esa investigación, convirtiendo esas inquietudes e ideas en productos para situarlas en el mercado”, contextualiza el investigador.
BTI trabaja también en estrecha colaboración con las entidades públicas que promueven investigación, como la propia Bioaraba, al tiempo que la Fundación Eduardo Anitua es desde el pasado mes de octubre una entidad adscrita a la UPV/EHU mediante la alianza University Institute for Regenerative Medicine and Oral Implantology (UIRMI), que va a permitir que cerca de 1.500 alumnos puedan completar anualmente su formación con un reconocimiento universitario y ampliar las posibilidades de los estudiantes de la universidad vasca y su profesorado. Anitua confiesa sentirse “encantado” con la alianza con la universidad, donde hay “mucho talento y ganas, pasión por lo que hacen, que luego es lo que da motor a las ideas”. Entre los retos más inminentes que se marca el doctor e investigador están seguir convirtiendo proyectos incipientes en empresas nuevas, mediante la creación de start ups, y “consolidar” la proyección internacional de BTI. Anualmente, la entidad crece del orden de un 10% en su volumen de personal investigador.
apoyos transversales “Lo que pretendemos es que toda la investigación y la innovación que se hace aquí revierta en la sociedad, en el paciente. Con el apoyo, por supuesto, de la UPV/EHU y de la empresa privada”, remarca por su parte Marian García Fidalgo, quien considera que la investigación sigue gozando “de muy buena salud” en el territorio a pesar de las circunstancias externas. Apunta, por ejemplo, también a Miñano, donde empresas especializadas en la impresión 3D como Mizar u Optimus 3D están logrando salir y vender mucho en el exterior.
De vuelta a la iniciativa pública, no puede olvidarse tampoco el Centro de Investigación y Estudios Avanzados Lucio Lascaray de la UPV/EHU, un impulso a la investigación en ciencias en un campus circunscrito principalmente a las Humanidades. En el centro trabajan grupos punteros en investigación de materias tan diversas como la obesidad, los medicamentos genéricos o la seguridad de los alimentos. Dentro del campo sanitario, sobresalen su Servicio Central de Análisis, una Resonancia Magnética Nuclear y el segundo Banco de ADN del territorio.