- Las campas de Sarragoa y el terreno donde se alza el gran roble capaz de acoger bajo su sombra a decenas de personas, acogieron un año más la Feria del Caballo de las Estribaciones del Gorbea que, como siempre, concentró a numeroso público a pesar del intenso calor y de las actividades que se celebraban con motivo de la festividad de San Juan en otras localidades. Destinada a promocionar ese ejemplar equino, que estuvo a punto de desaparecer cuando la mecanización se extendió en el medio agrario, su destino en la actualidad es el consumo de carne, rica en proteínas y minerales.

En su promoción han trabajado mucho las instituciones y también las entidades que, como Slow Food, impulsan el consumo de productos kilometro 0 y autóctonos. Sin embargo, la carne de potro sigue sin gozar de popularidad en la lista de la compra. De hecho, las carnicerías de Vitoria que se dedicaban a este producto se han reducido a una o dos. Esto lo lamentan los productores, aunque por el contrario, la mayor parte de la producción está vendida a empresas que se dedican a la exportación a Francia e Italia, como reconocen los propios ganaderos.

En la feria se exhibieron ejemplares de varias ganaderías de la comarca. Pero solo se mostraban. Una joven de Iruña preguntaba si allí se vendían los animales, como sucedía antaño, ya que era así como se comercializaba con el ganado. Pero no. Era sólo una exposición y lo cierto es que únicamente unos pocos entablaban conversaciones con los ganaderos para conocer algo más de estos potros que se crían la mayor parte del año en libertad por el monte.

Mikel Las Heras, alcalde de Zigoitia y organizador de la feria, se mostraba contento por la afluencia de visitantes, algo a lo que contribuyó el buen tiempo, “aunque también es un peligro que haga este calor porque la gente está deseosa de ir a la playa”. Para el representante municipal, este tipo de eventos es también un elemento de promoción turística porque “la ganadería ya no pesa tanto en la economía de los pueblos, pero también es importante, porque hay mucha gente dedicada al ganado, al caballo”.

Las Heras reconocía que “gran parte de la producción de carne de potro se va a Italia. Aquí no se vende tanto. En Vitoria, de toda la vida, había una carnicería de potro o dos, que siguen estando: las mismas que cuando había 30.000 habitantes que ahora cuando hay 300.000”.

En cuanto a la posibilidad de que la actividad ganadera pudiera atraer más vecinos, jóvenes, a la zona, contestaba que “más gente no creo. Pero al menos que no se marchen los que están viviendo del campo. Ahora la mayor parte de la población vive aquí pero trabaja en Vitoria”.

relevo juvenil Con vara de ganadero y arrimado a uno de los corrales, un joven parecía representar una nueva generación tomando el relevo. Pero estaba sólo de acompañante para su padre, quien conversaba con otros ganaderos a la sombra de los robles del lugar. Oskar Lopez de Letona, de Manurga, contaba que este negocio “no atrae gente joven, aquí la gente joven no quiere saber nada del ganado. Incluso a mi hijo no le gusta”. Y no es que sea un trabajo cansado, “es esclavo, porque todos los días hay que hacer algo”. A esto se añade que “aquí carne de potro no la come casi nadie” y aunque la mayor parte se destina a la exportación, “todavía hay algún ganadero que prepara sus paquetes de carne para comercializarla directamente”,

Afortunadamente, “existen ayudas de las instituciones”, pero la realidad es que para muchos “esta actividad con los potros es un hobby”, a no ser para los que cuentan con una gran cantidad de animales.

Hobby al principio y actividad profesional después lo ha sido para una ganadera de Zigoitia, Maite Ortíz de Zárate. “Empecé con mi marido, que es quien tenía la afición, porque yo no he sido nunca ganadera, aunque ya llevo unos añitos”. Como los demás ganaderos de estos valles, “ahora, en mayo, subimos los caballos al Gorbea una vez que las hembras han parido, y en octubre destetamos a los potritos y los bajamos a engordar. En diciembre las bajamos a ellas”. Al igual que el resto, explica que tienen un comprador “fijo, que se los lleva a Francia o Italia, aunque habitualmente se sacrifican en Pamplona o Barcelona y después se comercializa la carne”. Estos dos países tienen tradición de consumo de carne de potro, pero “aquí aún no entra y eso que es una carne muy rica, muy sana, tiene muchísimas propiedades, sobre todo hierro. Pero no estamos acostumbrados”. Añade que había varias carnicerías en Vitoria y ahora solo queda una dedicada a esta carne.

Esta ganadera tiene una cabaña de unas 40 hembras con dos sementales que “suelen tener alrededor de 20 o 25 crías anuales. Como tenemos unas ayudas medioambientales debemos dejar sin vender una cifra de potros, concretamente el 10 por ciento para recría cada año, así que apartamos unas tres crías y el resto lo vendemos”. Pero en realidad el negocio depende de la calidad del semental que tenga la ganadería. “Un semental bueno cuesta alrededor de 4.000 o 5.000 euros y, si tienes suerte, te da resultado. A nosotros se nos murió este año un semental que teníamos, buenísimo, y hemos tenido que comprar otro que deberemos esperar hasta el año que viene para ver cómo va”.