El tiempo pasa y el valor de los inmuebles cambia, o debería, en función de de distintas variantes, como las oscilaciones que se producen en el mercado o las modificaciones en los planes urbanísticos de cada municipio.

Que cada propietario pague un Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) justo y acorde a la realidad es el objetivo con el que la Diputación Foral de Álava revisa cada cierto tiempo la ponencias de valores catastrales de los municipios del territorio. Una labor que en la provincia arrancó esta legislatura con la revisión del catastro de Vitoria, con datos que no se habían actualizado desde 2004, y que este año se prolongará, según adelantan a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA desde el Departamento de Hacienda, a trece municipios del territorio, en los que en algunos casos los valores catastrales se remontan al año 2000. De este modo, en 2018 la institución foral alavesa va a renovar la ponencia de valores en Aramaio, Ribera Alta, Campezo, Armiñón, Valle de Arana, Arraia-Maeztu, Bernedo, Zambrana, Lagrán y Peñacerrada. Una decena de municipios a los que se han sumado ya Agurain, Urkabustaiz y Zigoitia, última zona en la que se han revisado los valores bajando en su caso una media del 7,56%.

Según explica el diputado de Hacienda, Finanzas y Presupuestos, José Luis Cimiano, “es importante hacer un esfuerzo para actualizar los valores catastrales”. “Lo hicimos con el catastro de Vitoria y así lo vamos a hacer con los municipios alaveses que tienen pendiente la revisión, porque algunos de los valores que actualmente están vigentes datan de fechas anteriores a la crisis y es necesario actualizar esos precios al actual momento del mercado inmobiliario, en cuanto a compraventas y en cuanto a precio”, incide el máximo responsable del fisco alavés.

A este respecto, Cimiano asegura que los servicios técnicos forales están “volcados” con dicha labor, pues las nuevas valoraciones que surjan “tienen que ser coherentes con los valores que tienen hoy los bienes”, entre otras cosas porque “es una obligación de la administración y así se lo queremos trasladar a los ayuntamientos, para que puedan girar a sus vecinos el IBI de forma más ajustada”. Porque, en definitiva, son los ayuntamientos los que deciden qué hacer con este impuesto, ya sea subirlo o bajarlo dependiendo del tipo impositivo que apruebe cada municipio una vez cuentan con la revisión del catastro en sus manos.

“Al final cada ciudadano lo notará o no en su recibo en función de la decisión que tome su ayuntamiento y el tipo que establezca. Nosotros les suministramos la información y son ellos los que elaboran sus cálculos en base a eso y deciden si el IBI tiene que subir o bajar los tipos, según sea su necesidad de gasto y recaudación”, recuerda a este respecto el jefe del servicio del catastro de la Diputación, Antonio Espinosa. En Zigoitia, último en actualizarse, los valores catastrales databan de 2001. Los nuevos, que tras su aprobación este año entrarán en vigor en 2019, han bajado pese a la subida del precio de la construcción por el importante descenso del valor del suelo en el muncipio.

Con periodos tan largos sin revisión y el boom inmobiliario y la posterior crisis de por medio, especialmente en lo que a Gasteiz respecta, además de las escasas operaciones de compraventa de casas que a día de hoy se producen en los pueblos del territorio, acometer la reforma del catastro es una tarea a la que los diversos grupos de técnicos dedican alrededor de seis meses por cada municipio. “Es importante tener en cuenta cuándo se aprobaron los anteriores valores catastrales, si fue antes o después del boom inmobiliario, porque si la última vez que se aprobaron fue en pleno boom ahora tienen que bajar, lógicamente”, destaca la directora del Departamento de Hacienda, Teresa Viguri. Una vez se culmine este año la revisión de los trece municipios previstos, en 2019 la labor continuará poniendo al día los valores del resto de localidades que cuentan también con catastros obsoletos, hasta que todos los municipios de Álava dispongan de un catastro justo y actualizado.

proceso En lo que a las viviendas respecta, el calor catastral está determinado por distintos parámetros, como la localización del inmueble, el valor de mercado estimado de cada casa, su coste de ejecución y materiales, los tributos que gravan la construcción o la calidad y antigüedad de la vivienda, entre otras cuestiones. Al valor catastral, además, se le aplica en el caso de Álava un 0,71% de coeficiente, por lo que en todos los casos siempre será inferior al precio de mercado.

“Es un trabajo intenso porque los valores los recogemos de varias fuentes para estudiar el mercado. Tenemos adjudicado un concurso para realizar un estudio de mercado, conocer las ofertas que existen, visitar inmobiliarias, realizar estudios con información de los principales portales de Internet... Analizamos cualquier fuente de información que nos determine como está el mercado”, apunta Antonio Espinosa.

Las transmisiones patrimoniales que pasan por Diputación, estadísticas del Eustat y los datos de Álava Agencia de Desarrollo para las parcelas industriales son también recursos que sirven a la hora de completar los estudios de cada municipio. “Se trata de buscar un valor medio del mercado, por eso despreciamos los valores más altos y más bajos. El problema que nos encontramos a veces es que en los pueblos actualmente existen pocas operaciones de compraventa, así que tenemos que ceñirnos a lo que hay, porque no es lo mismo Vitoria, Llodio o Amurrio que los pueblos pequeños”, concluye el jefe del catastro. Una labor técnica, silenciosa y con un proceso a veces intrincado que sus responsables acometen con el objetivo de adecuar el mercado a la realidad actual.