asparrena/kuartango - La unificación de las tradiciones de tres localidades de un mismo entorno, que fueron recuperadas por la gente de allí, y que gracias a ella se pueden disfrutar hoy en día. Esto es lo que ocurrió ayer en Asparrena, concretamente en las localidades de Ilarduia, Egino y Andoin, en la muga con Navarra, que aunaron esfuerzos por mantener vivos sus carnavales rurales.
Hace algunos años los jóvenes de dichas localidades se dispusieron a retomar las viejas tradiciones carnavalescas de la zona, que en algunos lugares cesaron hace más de medio siglo. Para ello hicieron un trabajo de investigación con las personas mayores del municipio que habían vivido dichos actos y que recordaban como se realizaban antiguamente. Y aunque tradicionalmente se celebraban de forma separada, consideraron juntarlos debido a sus similitudes.
Pese al frío y a la intensa lluvia, la fiesta en torno a las máscaras, los caperuzones, las llamativas pieles y los sacos dio comienzo con una comida entre todos los personajes que participan en el carnaval en Ilarduia, tras la cual se comienza las rondas por los pueblos pidiendo comida en varias casas. En torno a la plaza del pueblo, se reunieron criaturas extrañas de coloridas caras, ceniceros, viejas y hasta un oso. Eran los particulares personajes que acompañaron al hombre de paja, cuyo final ya estaba escrito momentos antes de subirse a lomos del pollino sobre el que recibió las iras de vecinos y visitantes.
El hombre de paja, el monaguillo, la vieja o el cenicero son personajes afines al carnaval rural, uno de los festejos de mayor raigambre en la sociedad. Se ha expresado a través de sus máscaras, danzas y músicas y desenfrenos conectando el presente con el pasado. En Álava son los municipios de Salcedo, Asparrena, Kuartango, Kanpezu y Zalduondo donde sus personajes, que acaban en la hoguera, representan el año que ha pasado y al que se le culpabiliza de todos los males acaecidos durante los últimos doce meses.
La comitiva partió del centro del pueblo y visitó dos casas de Ilarduia, donde recogieron deliciosas viandas como rosquillas, que días más tarde servirán para la preparación de una cena popular. La algarabía retumbaba por los cuatro costados cuando las carracas anunciaban la buena disposición de las etxekoandres. En cada pueblo, se bailan varias danzas como la Sorgin Dantza, Asparrenako Martxa o el txulalai. Los bailes tradicionales sirvieron para dar las gracias a los vecinos por su generosidad y despedirse antes de partir a la cercana localidad de Egino, donde el hombre de paja subió a un carro tirado por bueyes. Antes de partir hacia su destino final, la hoguera en Andoin, la comitiva pudo reponer fuerzas con torrijas y chocolate.
El oso de Andoin un año más sembró el miedo entre los más pequeños. “Se encarga de asustar a los niños que asisten al carnaval y normalmente está atado con una correa a un pastor que impide que se escape”, explicaban en Ilarduia. Junto a él estaban el porrero gordo (Porrero Gizena), cuya vestimenta se compone de un gorro de paja, una tela o careta roja a modo de pasamontañas y un pantalón y chaqueta de tela de saco relleno de paja. Y abarcas.
En la mano portan un látigo de crin de caballo. Formó parte también del cortejo de personajes el porrero cubierta (Porrero zamarra), que vestidos con pieles de oveja hasta las rodillas, sujetados con correas, llevan un cinturón con cencerros.
Al llegar a Andoin y tras la ronda correspondiente, se empaló al hombre de paja en una pira en la plaza del pueblo. Mientras se lee la sentencia del juicio del año correspondiente. Un personaje caracterizado de cura o párroco es el encargado de hacerlo. Posteriormente se realizó la quema del hombre de paja, mientras los asistentes bailaban a su alrededor, celebrando su muerte. Con este acto desaparecen todos los males que han aquejado a las poblaciones consiguiendo su purificación.
A través de sus máscaras, danzas y músicas los habitantes de los pueblos alaveses tienden puentes entre el pasado y el presente con el único objetivo de ver la alegría reflejada en los ojos y conservar la magia del misterio. El calendario de los carnavales rurales alaveses incluye además de los que se celebraron ayer en Asparrena y en Kuartango diferentes representaciones, como el domingo que viene en Zalduondo con Markitos como objeto de mofa. Kanpezu hará culpable de todos sus males a Toribio el martes 13, mientras que Porretero, de Salcedo, será el último en cargar con las culpas en el Carnaval Rural.en kuartango Los porreros, los máscaras y los ceniceros volvieron a capturar en su escondite, junto a la campana de la iglesia del pueblo viejo, al oso, y tras pasearlo por Kuartango lo dejaron al cuidado del pastor en un cercado de fuego para que no escapara. Es el episodio principal de uno de los carnavales más tempraneros del territorio histórico, el ya citado de Kuartango, que se llevó a cabo una vez más superando las dificultades de la nieve, la lluvia y el intenso frío y con todos los vecinos entregados con alegría a perpetuar esa nueva tradición, que podría tener una larga historia aunque se ha perdido.
Sobre las 19.00 horas, los personajes del carnaval formaron una doble hilera para salir del balneario, cruzar la carretera y comenzar la larga ascensión hacia el pueblo viejo. Una parada en la fuente vieja, que luce muy hermosa tras ser restaurada, y a continuación se acometió la subida más dura hasta la antigua iglesia, donde se escuchó el tañido de la campana. En ese lugar se hizo salir al oso ante la desbandada general de la comitiva y una vez bien amarrado por el pastor comenzó el descenso.
La celebración del carnaval de Kuartango es el fruto de un trabajo de recuperación y puesta al día por parte de un vecino, Carlos Ortiz de Zárate. Como consecuencia de su inquietud por hacer cosas en el valle, logró contagiar a los vecinos y que estos se animaran a hacer trajes y todo el material necesario para poder convertir en mágica esta noche todos los años. Y desde entonces se viene haciendo, siempre que el tiempo y la nieve lo ha permitido.
Santa Águeda tenía mucha tradición, pero ésta se había ido perdiendo tras el éxodo de la gente joven a las ciudades buscando trabajo y mejora en sus vidas. De hecho, la gente más joven de 50 años y menos ya no la había conocido.
Por lo tanto, la celebración se tuvo que recomponer, incluyendo personajes, como la vieja de Arriano, de la que se desconoce si es real o ficticio, aunque la cultura popular la mencionaba mucho y en su boca se ponían cantidad de historias y de leyendas. Una de ellas es que representa lo pasado, lo antiguo. Dicen que en una ocasión vivía en Arriano, a nueve kilómetros, a donde la comitiva acudió ayer al mediodía a pedir los huevos y el chorizo. Cuando la vieja bajó a Zuazo, al llegar a la estación, dijo: “¡qué grande es el mundo!”, para aclarar que no había salido nunca de Arriano. Durante la noche de Carnaval su misión es ir calentando el vino en la lumbre y repartirlo después.