vitoria - Un 60%, o lo que es lo mismo, más de la mitad de los participantes de la primera edición del programa Lanzaderas de Empleo de Álava consiguió en 2016 un contrato laboral gracias al convenio que firmaron la Diputación de Álava con la Fundación Santa María La Real para poner en marcha un entrenamiento intensivo en la búsqueda de trabajo. “innovador y diferencial”.

Una cifra que, además, superó la media estatal, puesto que el dato de empleabilidad en este caso se sitúa en el 50%. El éxito de esa primera iniciativa (con 34 de los 60 participantes que lograron un trabajo) hizo que en noviembre se retomaran de nuevo estas lanzaderas de empleo, ampliándolas a cuatro- en vez de las tres que hubo en 2016- con 68 desempleados del territorio, de distintas edades, niveles formativos y trayectorias profesionales. No en vano, como aseguró en la presentación de esta segunda edición, la diputada de Fomento del Empleo, Comercio y Turismo, Cristina González, los resultados de las lanzaderas de 2016 demuestran que éstas “funcionan y ofrecen unas tasas de inserción laboral superiores a otras políticas activas de empleo”. De ahí que en su segunda edición se hayan decidido reforzar, creando una más que en 2016. Se trata de la específica para menores de 35 años en Vitoria, que se suma a la que ya existía en la ciudad para parados de todas las edades. Además, también hay otra en Llodio (15 participantes) y en Rioja Alavesa, aunque esta vez no en Laguardia, sino en Oion (13 inscritos, entre los 21 y 40 años) al ser esta localidad la que cuenta con la tasa más alta de desempleados de Álava, con un 22%.

La dotación de este programa, cuya ejecución y organización corre a cargo de la Fundación Santa María la Real, asciende a 500.000 euros. De esa cantidad, la Diputación aporta 118.000 euros, y en el caso de la capital alavesa también se suman a la cofinanciación la Fundación Telefónica y el Fondo Social Europeo.

emprendizaje solidario En estas cuatro lanzaderas de empleo de Álava un coordinador es el encargado de liderar cada grupo, quien pone a disposición de los participantes herramientas para mejorar sus competencias, analizar el mercado de trabajo y contactar con empresas.

Así, por ejemplo, en Vitoria las dos lanzaderas de la ciudad, que tienen 20 participantes cada una, se imparten en el centro municipal Ignacio Ellacuría, de la calle Castro Urdiales. En su segunda planta se encuentran esas dos aulas, abiertas desde noviembre a marzo. Una de ellas es la que gestiona la técnica Elena Meléndez, que además de la financiación de la Fundación Santa María La Real, Diputación, Ayuntamiento, el Servicio vasco de Empleo (Lanbide) y la Fundación Telefónica, como diferencia, cuenta con el apoyo económico del Fondo Social Europeo. “Está destinada fundamentalmente a personas desempleadas menores de 35 años. En este caso, al ser el perfil más joven abundan la alta cualificación y la baja experiencia laboral”, precisa Meléndez.

Y la otra, más intergeneracional, es la que coordina Mikel García, en la que, precisamente, sus inscritos “tienen más edad, pero el doble de experiencia”, añade García, quien resalta que en Gasteiz la cifra en 2016 de ocupación de su veintena de participantes se elevó hasta el 80%, “con inserciones muy positivas, con contratos de larga duración”, así que la pregunta es inevitable: ¿Cuál es el secreto de ese éxito? “La clave son las herramientas que adquieren en la lanzadera ya que, por lo general, no tienen las habilidades para buscar empleo o saber venderse para entrar en el mercado laboral”, añade. De ahí la importancia de ayudarles a identificar sus fortalezas, a lo largo de las tres sesiones grupales que dan cada semana, de cinco horas cada una. “Les damos píldoras formativas en portales de empleo, desarrollo de marca personal, inteligencia emocional, redes sociales...”, agrega su compañera Meléndez. Además, también hay otras actividades complementarias, como el coach que va ir en enero o las charlas que han tenido de Adecco para prepararles “online y offline porque al final se trata de venderse”.

De hecho, una de las grandes bazas de este proyecto es el emprendizaje solidario, en el que los propios participantes se ayudan a la hora de hacerse un hueco en el mercado laboral. “Aquí ven que hay otros en su misma situación y se aprovecha la inercia del grupo”, añaden los técnicos. Es por ello que se crean lanzaderas de perfiles diferentes.