Vitoria. La Fiscalía, la acusación particular y la defensa de este acusado han llegado a un acuerdo de conformidad en el inicio de la vista por estos hechos que ha tenido lugar hoy en la Audiencia Provincial de Álava.

El procesado, que padece esquizofrenia, ha reconocido los hechos que se le imputan y que han sido leídos en el juicio, y ha aceptado las medidas acordadas, que serán recogidas en la sentencia que en esos términos redactará ahora el tribunal.

Así además del internamiento y para el caso de que salga antes del centro se ha establecido también que deberá permanecer por un máximo de cinco años en libertad vigilada con aparato electrónico y la obligación de seguir tratamiento médico externo si antes de que finalice la libertad vigilada se deja sin efecto el internamiento.

El acusado tendrá que indemnizar asimismo a su progenitor con un total de 191.261 euros por los daños ocasionados. Además en la sentencia también se recogerá el tiempo durante el que no podrá acercarse ni comunicarse con la víctima.

En un principio la Fiscalía pedía que el acusado fuera internado en un centro psiquiátrico por un máximo de 25 años.

Los hechos ocurrieron en junio de 2016 en Inoso, una zona rural de Amurrio, donde el padre tenía un caserío cuyo tejado tenía previsto arreglar y el hijo, que entonces tenía 28 años, se ofreció a ayudarle.

Cuando estaban en el tejado, el hijo "con la cara fuera de sí" empujó a su padre "con ánimo de acabar con su vida" e hizo que cayera desde unos nueve metros de altura.

El hombre pudo levantarse y salió huyendo hacia la carretera A-624 mientras era perseguido por su hijo "martillo en mano". Cuando uno de los conductores que circulaban por esta vía se detuvo en respuesta a los gestos del padre, este "atemorizado, se lanzó por la ventanilla del mismo para acceder a su interior".

Pero su hijo le dio alcance y tirándole por los pies lo sacó del vehículo e intentó golpearlo en la cabeza con el martillo. El padre logró detener el golpe y se inició un forcejeo durante el cual el acusado trató de asfixiar a su progenitor y de "meterle la cabeza debajo de las ruedas" de un "camión de gran tonelaje que pasó a menos de un metro de ellos".

El forcejeo continuó hasta que un ocupante de uno de los vehículos que se detuvieron pidió al hijo que soltara el martillo y consiguió que le hiciera caso. El padre aprovechó ese momento para meterse en uno de los coches y abandonar el lugar para recibir asistencia médica.

La víctima sufrió un traumatismo craneoencefálico leve y varias contusiones y fracturas en otras partes del cuerpo y tuvo que estar ocho días hospitalizado.

En el momento de los hechos el acusado tenía esquizofrenia paranoide crónica desde hacía quince años y además consumía anfetaminas y estanol.

La Fiscalía consideró los hechos un delito de asesinato en grado de tentativa con la agravantes de parentesco y eximente completa de anomalía o alteración psíquica, una calificación que ha mantenido hoy y ha sido aceptado también por el acusado.