VITORIA - La figura del Síndico encarnada por Martin Gartziandia se dispone a pasar página después de un lustro “muy duro” al frente de este órgano. El próximo 30 de noviembre será su última jornada desempeñando las funciones antes de ceder el testigo a la figura de un tercer Síndico en la historia de Vitoria, que se encargará de hacer frente a las reclamaciones y peticiones ciudadanas para un periodo de cinco años, hasta 2022.

¿Cómo se afronta esta recta final de poco más de 50 días al frente del cargo de Síndico?

-Es una mezcla entre añoranza, incertidumbre, inquietud y ganas también de emprender nuevas etapas profesionales. Nostalgia por abandonar el desempeño de este cargo, pero también ganas de una nueva vida.

Sorprendió su decisión de renunciar en junio cuando nadie lo esperaba. ¿Qué le llevó a esa decisión?

-No tiene una respuesta muy difícil, es algo absolutamente sencillo y sincero. Es una reflexión meditada y pensada. Llevo cinco años en el cargo y ha sido una labor interesante y gratificante en la que he aprendido muchas cosas con, también, sus aspectos negativos como cualquier profesión. Siento que se cierra una etapa y ante la tesitura de continuar otros cinco años más, me parece oportuno dejar vía a otra persona que pueda venir con ideas nuevas y ánimos renovados. No responde la decisión a ninguna razón compleja.

Ha reconocido incluso que le ha quitado horas de sueño la resolución de algunos de los casos.

-Si, la verdad que sí y lo he comentado en alguna ocasión. No me gusta dramatizar sobre esto, pero hay que tener en cuenta que se trata de un servicio personalizado. Tras reunirte con las personas afectadas, meditas el asunto y le das vueltas, se asumen compromisos personales con aquellas cuestiones más complicadas de resolver y eso me ha llevado, en ocasiones, a perder horas de sueño. No es una labor burocrática en la que uno mantiene una cierta distancia, sino que hay una relación personal y directa y es normal que se lleve también a casa.

¿Cómo se puede calificar o considerar esta etapa de cinco años en el cargo de Síndico?

-El balance no me corresponde hacerlo a mi, sino a otras personas. Ha tenido una serie de características como tratar de ser lo más cercano posible a la ciudadanía y con sus problemas planteados. Nos ha preocupado mantener también un cierto rigor en las actuaciones, además de hacerlo con neutralidad e independencia. Destacaría que en estos cinco años, puede sonar tópico, pero soy sincero y veo que se ha consolidado la institución y hemos tenido presencia en todos los ámbitos. Además, desde la ciudadanía se ha percibido como un ente neutral y que puede aportar en los diferentes entidades en las que participe. De ahí las invitaciones recibidas para formar parte en entidades como Consejo Social, siempre como entidad independiente que ayude a solucionar los problemas.

Ha trabajado con dos alcaldes como Javier Maroto y Gorka Urtaran en estos cinco años. ¿Ha sido una relación sencilla y sin confrontaciones?

-La verdad que el trabajo con los dos equipos de gobierno ha sido impecable y no tengo queja alguna. El trato ha sido cercano con las premisas que tiene el cargo. Lógicamente, hay momentos de tensión en los que uno puede meter el dedo en cuestiones que no son agradables. Tensiones claro que ha habido, pero nunca llevadas al plano personal y siempre con el mayor respeto por ambas partes. Esos momentos de tensión se han dado en algunas resoluciones centradas en temas referidos al ámbito económico, cuando opinamos sobre cuestiones en las que entendemos que el Ayuntamiento no está actuando bien, y puede escocer más, o sobre aspectos con traslación a los medios de comunicación, pero han sido contados los casos y con absoluto respeto.

Con los dos mandatos de su predecesor, Javier Otaola, y sus cinco años, el Síndico alcanza 15 de existencia en Vitoria. ¿Es conocida entre la ciudadanía la institución?

-Cada vez la figura es más conocida. Con esta institución pasa en muchas ocasiones que hay gente que no se preocupa de saber en que consiste, hasta que surge la necesidad. Una vez que se encuentra ante ese hecho, la ciudadanía acude, partiendo desde los propios servicios municipales que muchas veces terminan derivando a la gente que tiene un problema irresoluble a la oficina del Síndico, y que es algo que agradecemos. Hay mucha gente que llega así, pero en general es cada vez más conocida entre los vitorianos.

Asumiendo que se conoce entre la población, ¿son propensos los vitorianos a recurrir al Síndico?

-Es un debate que siempre se plantea y, aunque no estoy en condiciones de afirmar si son propensos a acudir a esta institución, si que me alegro que acudan porque Vitoria se ha configurado como es hoy en día, precisamente porque por parte de los movimientos sociales se ha hecho presión en ese sentido. La ciudad cuenta con una serie de particularidades importantes como son los centros cívicos, medio ambiente e infraestructuras municipales y una serie de consensos en los que todos estamos de acuerdo y sobre los que la ciudadanía vela para que esos se lleven a cumplimiento.

Los números reflejan un aumento del 64% en los expedientes y crecimiento del 14% en el último año en concreto. ¿La salud es buena?

-Era importante para nosotros mantener el trabajo e intensidad de la oficina durante estos cinco años. Ese objetivo lo hemos cumplido claramente por el incremento constante en la cifra de casos. En este 2017 ya llevamos un número de expedientes similar al del pasado año, a falta de unos meses todavía para que termine. Era importante que no fuera un servicio que languideciera, sino que estuviera activo y ese objetivo se ha cumplido sobradamente.

En 2016 se abordaron 286 asuntos de los que un 65% se lograron cerrar. Alguno puede pensar que ese margen de temas abiertos es grande.

-Hay que hacer constar que algunos de los asuntos que se nos plantean tienen un plazo largo. Téngase en cuenta que esto es una segunda instancia y que aquí llegan temas que no se han podido resolver en una primera instancia y, a veces, son complicados de llegar a una solución. Tenemos casos abiertos desde hace tiempo, aunque sí se puede afirmar que aquellos casos urgentes y más importantes se resuelven en un plazo, entiendo que razonable, e incluso rápido. Luego ya están los medios con los que contamos, que de eso también se podría hablar.

A lo largo de su mandato, ¿cuál ha sido ese caso que le ha requerido un mayor esfuerzo, desvelos y carga de trabajo?

-El conflicto más importante en el que hemos intervenido en estos cinco años yo lo situaría, sin duda, en la cuestión de las antenas del colegio de Ibaiondo. Fue al inicio del mandato y nos supuso muchos quebraderos de cabeza hasta lograr una solución satisfactoria. Nos reunimos con todas las partes, desde Ayuntamiento, departamento de Educación, el propio hotel. Fue una cuestión que atañía a un elevado número de personas que finalmente se resolvió. Luego ha habido también casos particulares, con los que hemos tenido que mediar con ministerios, el estado y han sido complejos en su desenlace.

En el ámbito municipal, hacia que departamentos concretos se han dirigido con mayor frecuencia sus resoluciones.

-El departamento de Hacienda, con lo referido a multas y tributos es uno de los que más nos ha ocupado. También lo medioambiental en cuanto a cuestiones de veladores, molestias y actividades comerciales ha generado un volumen elevado de expedientes. Las recomendaciones han ido dirigidas a otros departamentos como Cultura y deporte, pero se trata de una parte reducida de nuestro global de actividad.

Los ciudadanos le plantean su problemática y el Síndico emite su recomendación. ¿Le gustaría que tuvieran un mayor grado de vinculación para el Ayuntamiento?

-Como cualquier defensoría que emite recomendaciones abogo porque el Ayuntamiento las tenga en cuenta y que procure llevarlas a efecto. Por poner un ejemplo reciente, hace poco se emitió una sobre los ascensores de escuelas infantiles de Zaramaga y Haurtzaro. el primero de ellos se ha puesto en marcha ya y falta el segundo, pero son ejemplos en los que se tienen en cuenta las recomendaciones dictadas aunque requieran de inversión. Abogo por el hecho de que se tenga en cuenta al pronunciarnos con el máximo rigor e imparcialidad. No soy, sin embargo, partidario de la vinculatoriedad debido a que al final la resolución corresponde a los órganos de gobierno y a nosotros nos compete controlar y mejorar la actuación de la administración, y en ningún caso sustituirla.

En esa lista de reclamaciones de los vitorianos, destacan los vecinos del Casco Medieval y el Ensanche como los que mas recurren al Síndico.

-Claramente a que tienen problemáticas concretas y de cierta gravedad, sobre todo en el Casco Medieval. Esa es una de las cuestiones que quedan por resolver y que quien venga tendrá que seguir trabajando en ello. Es evidente el deterioro que está sufriendo esta parte de la ciudad en los inmuebles, por ejemplo, porque no se está invirtiendo lo suficiente. En el caso del Ensanche, su problemática es de otro tipo y está más vinculada a la habitabilidad en cuanto a estacionamiento y dificultades que pueden encontrar sus vecinos para compatibilizar su vida con aspectos como descargar las compras del coche.

Sus resoluciones sobre la guetización o la plusvalía han sido unas de las que más se ha hablado en estos últimos tiempos.

-Desde ese marchamo de neutralidad y legitimidad de la institución, hay cuestiones que aunque no sean de competencia municipal no pueden ser ajenas al Ayuntamiento y a la oficina del Síndico. La ciudad se enfrenta a un reto importante en el futuro como es la política de vivienda. Se debe velar en esa faceta por no crear guetos o ámbitos en los que predominen las familias con rentas bajas y se concentren, porque esa sectorización tiene su reflejo en los centros educativos. Vitoria se ha caracterizado por ser una ciudad de mezclas sin grandes segregaciones en función de rentas y nivel socioeconómico, y eso hay que preservarlo porque será clave en el futuro de la ciudad. El tema de la plusvalía ha sido la estrella de estos cinco años de mandato, sin duda. Empezamos en 2012 con la problemática de los desahucios por el cobro de la plusvalía a quien debía abandonar su domicilio. Le siguió el tema de la dación en pago con todas las resoluciones judiciales. La gestión de la plusvalía ha sido todo un despropósito en esta crisis, en general. El Tribunal Constitucional vino a poner las cosas en su sitio, pero esa injusticia clarísima que supuso el cobro de la plusvalía no parece que se va a resolver al cerrarse el cauce a la reclamación. Los ingresos recaudados por este impuesto eran muy grandes y esperemos que en el futuro la cuestión se pueda compensar o arreglar.

Entre los múltiples asuntos que ha avanzado está la propuesta sobre veladores. ¿Le va a dar tiempo a dejarla terminada?

-Están ya avanzadas las ideas de por donde radica la problemática principal. Los veladores generan problemas y hay bastantes expedientes de este tipo en relación con los ruidos. A los bares les exigimos de puertas hacia adentro, pero luego hay más actividad fuera y ahí las medidas se disuelven y no son tan claras. Es necesario aplicar la ordenanza de una manera efectiva. Sería positivo que se cumpliera en todos los casos. A partir de ahí quizá requiera de una reflexión y modificación. Lo previo es hacer cumplir la ordenanza.

En el momento de la despedida seguro que también tiene algún asunto enquistado que no le ha dado tiempo a resolver por completo.

-Me da rabia que se queden cuestiones de ese tipo y que no son especialmente complicadas. Hay un caso de una comunidad de vecinos con un conflicto entre ellos de tiempo inmemorial y me encuentro con que es una sociedad municipal la que se erige en principal obstáculo de la solución. Por fortuna, parece que se va a encauzar el problema para que se junte la comunidad que hace cuatro años no se reúne.

En estos cinco años el Síndico ha tenido que afrontar una mudanza de sede hasta la actual junto al parque de La Florida. ¿Es ya la oficina definitiva de la institución?

-Por desgracia no estoy en condiciones de asegurar que esta vaya a ser la sede estable. Estamos negociando con la comunidad actual para llegar a un acuerdo y creo que es posible llegar a un punto que satisfaga a ambas partes, porque no hemos generado ningún tipo de problema y es algo que me consta. Me gustaría que fuera una sede estable, que a duras penas la ha tenido la sindicatura durante este tiempo. Además debe ser una sede cercana, a pie de calle y que los ciudadanos no tengan ninguna cortapisa ni limitación. También sostengo que se exprese esa independencia y tenga una oficina propia a la que no se acceda a través de otros servicios.