como todos los años por estas fechas, decenas de familias procedentes del extranjero hacen estos días las maletas con destino a Rioja Alavesa para trabajar en la vendimia. Fueron un total de 39 el pasado 2016, procedentes sobre todo de Portugal, y en su inmensa mayoría permanecieron en la zona entre nueve y 30 días, dispersas por hasta once localidades. De las 233 personas que integraron esas unidades convivenciales, cuyas condiciones de vida no siempre son las mejores, 69 eran niñas y niños en edad escolar. Bajo el paraguas del III Plan Integral de Atención al Trabajo Temporero impulsado por el Gobierno Vasco para el periodo 2013/16, la Diputación Foral de Álava ha intensificado en los últimos años sus acciones para garantizar la escolarización de estos menores, obligatoria por ley entre los seis y los 16 años, y sus derechos básicos en el sentido más amplio.

Y aunque con los años se han dado importantes avances en estos ámbitos, menos de la mitad de esos chavales que acompañaron a sus familiares temporeros durante la última vendimia acudieron regularmente a clase en centros de Rioja Alavesa: Lo hicieron, en concreto, 29 de los 69, un 42,03% del total, según la Memoria de Temporerismo Agrícola correspondiente a 2016, a la que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Desde una óptica más optimista, de los 31 que el año pasado se encontraban en esa edad escolar obligatoria, acudieron a centros educativos de la zona un total de 22, un 70,96%, por el 55% de la campaña de 2015. Unas cifras impensables hace sólo unos años. “El cambio ha sido grande. Los colegios están muy implicados con el tema y también es muchísimo mayor la concienciación por parte de los agricultores, que entienden perfectamente que donde mejor está el menor es aprendiendo con otros compañeros”, expone en este sentido Yolanda Jiménez, técnica de prevención comunitaria del IFBS en Rioja Alavesa.

La intervención foral, que cuenta con un marcado planteamiento socio-educativo, busca también coordinar todas las actuaciones necesarias para facilitar el transporte, el comedor escolar o las becas a los niños, así como actualizar los censos de temporeros, implicar a los ayuntamientos para que faciliten las gestiones de matriculación, favorecer el desarrollo de acciones en torno a la higiene, el aseo personal o la alimentación de los menores y, por descontado, orientar a las familias en todos estos procesos. “El IFBS lleva trabajando en la escolarización de estos niños desde el año 1997, pero el programa entonces era mucho más modesto. Ahora es muchísimo más amplio”, remarca Jiménez. Hasta seis monitores se dedican actualmente a estas labores.

en cinco centros Fruto de este trabajo, cinco centros educativos de Rioja Alavesa acogieron durante la vendimia de 2016 a los familiares de los temporeros en edad escolar, fundamentalmente hijas e hijos. Fueron, en concreto, la ikastola de Lanciego -cuatro niños y seis niñas-, el colegio comarcal Elciego -ocho niños y dos niñas-, la ikastola Assa de Lapuebla de Labarca -cuatro niños y una niña-, el instituto Samaniego de Laguardia -un chico y dos chicas- y el Víctor Tapia de Laguardia -dos niños-. La mayoría, 19, tenía entre 6 y 12 años y, por tanto, fueron escolarizados en Primaria. Ésta fue también la etapa educativa en la que se alcanzó un mayor porcentaje de escolarización entre los alumnos que le correspondían, un 76%. Sin embargo, de los seis menores de entre 12 y 16 años, sólo acudió a clase la mitad.

Cuando llega la vendimia, y con el objetivo de acoger a los menores de las familias temporeras, los colegios de Rioja Alavesa amplían sus aularios e incorporan a más profesores. Mientras tanto, los educadores del IFBS informan a las familias una por una, “a la carta” según Jiménez, y se las ayuda en la matriculación inmediata de los niños, ya que su estancia en la zona suele ser muy corta. Mañana mismo, los técnicos del IFBS se pondrán en contacto con los colegios “para cuadrar la coordinación”, porque las familias irán llegando “poco a poco” a la zona en los próximos días. Todavía se desconoce la cifra, pero la tendencia de los últimos años es a la baja. Entre otros factores, por la mayor tecnificación de las labores de vendimia, que hace que se necesiten menos manos para trabajar. “Ha habido años en los que venían hasta 140 menores”, recuerda Jiménez. Las cifras ahora se mueven un 50% por debajo. El IFBS, con todo, destinará este año a este programa de intervención 13.279 euros.

Assa y Kripan, con 35 personas censadas en cada una, fueron durante la pasada vendimia las localidades con una mayor afluencia de temporeros y familiares, seguidas por Baños de Ebro, que reunió a 31. Como dato curioso, Rioja Alavesa acogió también a varias familias procedentes de Francia, pero a ninguna de Marruecos o Bulgaria, como sí sucedió en los años precedentes. Según recoge la memoria foral, una menor portuguesa de 15 años y etnia gitana no pudo acudir al colegio de forma regular durante la pasada vendimia pese a su voluntad de hacerlo al tener que quedarse a cargo de dos menores, una situación compartida con otra adolescente de 14 que ni siquiera pudo escolarizarse.

Entretanto, las familias que no muestran interés por la escolarización de los menores -especifica la memoria- siguen respondiendo “a un perfil de personas con especiales dificultades sociales, que tampoco presentan escolarización en el origen, dado que viven de una forma itinerante, y con un alto grado de exclusión social y marginalidad”. El año pasado, además, se detectó un alojamiento “inadecuado” en Moreda, que no contaba con ventilación, ni luz ni agua corriente. Estaba ocupado por 18 personas procedentes de Portugal, cuatro de ellas menores.