Un cartel verde, con una flecha indicadora hacia la oficina de turismo, en uno de los soportales, a la entrada de la Plaza Nueva, es el claro ejemplo de cómo estos días la capital alavesa ha redoblado sus esfuerzos durante La Blanca para hacer la estancia todavía más fácil de los muchos visitantes que desde el 4 al 9 de agosto se han acercado a conocer Vitoria. Sin embargo, curiosamente, los viajeros consultados por este diario, sin importar que fueran nacionales o extranjeros, no han hecho coincidir su viaje a Gasteiz aprovechando la celebración de los festejos patronales, ya que la mayoría desconocía sus fechas hasta el momento en el que pusieron un pie en la ciudad. La Blanca, por lo general, es simplemente algo con lo que se encuentran por casualidad durante su estancia, que prefieren hacer “a la aventura”, al estar en la ciudad “de paso”. Únicamente, ir de pintxos por el Casco Viejo es la única ruta imprescindible que se marcan los que llegan de fuera.
Sin ir más lejos, este caso es el de Sergio, Beatriz, Nuria y Alfredo, una cuadrilla de amigos llegada este lunes desde Palencia. “Acabamos de llegar hoy y nos han sorprendido las fiestas”, reconoce Sergio, como portavoz de esta cuadrilla de la que únicamente Alfredo había estado antes en Gasteiz, aunque no en fiestas de La Blanca. “Pero así mejor porque me llevo otra imagen diferente de la ciudad”, agrega éste último. Lo primero que hicieron estos jóvenes palentinos nada más aterrizar en la capital alavesa fue ir directos a la plaza de la Virgen Blanca, donde no dudaron en retratarse con las letras de la escultura vegetal de Vitoria. Y donde, de repente, se encontraron en medio del meollo festivo, entre vendedores ambulantes y caras alegres de padres e hijos que salían de la Plaza Nueva, donde acababa de celebrarse multitudinaria bajada de Celedón y Neska txiki. “Estas fiestas son de lo más diferentes a las de Castilla. Nos ha llamado mucho la atención los trajes regionales que lleva la gente y que las cuadrillas vayan vestidos así porque en Palencia solamente van vestidos de forma diferente los que forman parte de las peñas taurinas”, detalla Sergio.
ciudad De paso Preguntados por qué acto de La Blanca estaban más interesados, confiesan que “no sabemos los que hay, pero si nos pilla a mano, iremos”. Si bien, tampoco disponían de mucho tiempo para conocer a fondo la urbe gasteiztarra. “Estamos de paso hoy y luego nos iremos a San Sebastián”, añaden. De ahí que el único plan previsto de este grupo fuera el de ir “al Casco Viejo a tomar pintxos”.
La almendra también era el lugar de Vitoria que no se quería perder la pareja de italianos formada por Omar, de la región del Véneto, y Valentina, de Florencia. “Es la primera vez que venimos a Vitoria, pero sólo vamos a estar hoy”, explica Omar cerca del monumento de la Batalla de Vitoria en el que se acababan de retratar.
Como precisa su novia Valentina, antes de poner rumbo a Gasteiz ninguno de los dos sabía que su estancia iba a coincidir con las fiestas patronales de la ciudad. “Justo lo leí ayer en Internet cuando intenté informarme un poco más al estar de camino para aquí”, aclara.
Vitoria también era una ciudad de paso para las primas sevillanas Carmen y Mariola. “Acabamos de llegar, porque tenemos aquí a una amiga, y luego nos iremos a San Sebastián y Bilbao”, añaden. Pese a su fugaz visita, en una misma mañana les había dado tiempo a contemplar un campeonato de pelota vasca, en el frontón de la plaza de Los Fueros, y los herri kirolak, además de haber sido espectadoras de la enorme acogida de Neska txiki y Celedón txiki en la Plaza Nueva. “Nos ha gustado mucho cómo van vestidos. ¡Mira esa niña que faldita tan mona se ha puesto!”, señalan, emocionadas al ver el atuendo de una pequeña neska. Aunque, sin duda, lo que más les choca es que las fiestas de Vitoria, como las del resto de Euskadi, sean tan populares. “En la Feria de Abril solamente hay actividad dentro del recinto y no hay nada en el resto de la ciudad, a no ser que de vez en cuando veas a un coche de caballos con gente que se dirija a la feria, donde solamente puedes entrar en las casetas, si tienes algún contacto”, lamentan. El plan en Vitoria de estas simpáticas sevillanas, a continuación, era visitar la plaza de la Virgen Blanca, pese a conocer detalles esenciales. “¿Cómo se llama eso, el monumento de Vitoria?”, se pregunta Mariola, aunque no es la única cuestión que se hace. “¿Y esa iglesia (por la de San Miguel) que está justo allí cuál es?”. Pese a ello, sus intenciones eran las de acercarse hasta ella para hacerse también una foto con la patrona de la ciudad, después de saber que la Virgen Blanca tiene una hornacina en su exterior para poder verla de cerca. Luego, “queremos dar una vuelta más por el centro y, sobre todo, ir al Casco Viejo, donde sabemos que los pintxos no son tan caros como en San Sebastián”.
Nuevamente, la almendra de Vitoria es la visita imprescindible para la pareja de novios formada por María y Álvaro, recién llegados desde Madrid, quienes en la calle Postas no se despegaban de un enorme mapa de la ciudad. “Es la segunda vez que estamos en Vitoria, acabamos de llegar, y estaremos dos días más”, explican. También en su caso, no hicieron un listado de lugares que conocer en Vitoria, ya que “venimos a la aventura. Antes hemos estado en la Virgen Blanca y luego iremos a la oficina de turismo para que nos expliquen qué cosas podemos ver”.
A quien no le pilló por sorpresa los actos festivos de la ciudad era al matrimonio formado por Carmen y José Alberto, a quien este último un periódico de Gipuzkoa, le delata su lugar de residencia actual, que, en concreto, está en Rentería. “Yo nací en la calle Herrería, justo ahí mismo, por eso intento venir siempre que puedo a Vitoria por fiestas. Algunas veces nos quedamos en hoteles y otras en casas de amigos, como ahora”, aclara José Alberto.
Esta vez, vinieron el día 4 para no perderse la bajada del aldeano de Zalduondo y tenían intención de irse el martes. “Siempre que vengo intento ver a Celedón. Tenía 10 años cuando en el descenso del muñeco se rompió la cuerda y se quedó en el tejado del edificio próximo a San Miguel”, recuerda.
El Prado es otro de los rincones que no se pierden en fiestas, “por las actividades infantiles cuando venimos con los nietos”. Aunque, para José Alberto, lo que más ha cambiado en La Blanca es “que ya no pongan en La Senda las barracas”.