vitoria - Tradición e innovación es la mezcla perfecta de toda fiesta patronal, como en La Blanca gasteiztarra de este año. Con unos festejos sin toros y sin vidrio, con el fin de adaptarse a los nuevos cambios, la revolución también ha llegado a las cuadrillas de blusas y neskas, cada una por su lado. Por si fuera poco, la feria de artesanía intenta asumir su nueva ubicación, en el paseo Carmelo Bernaola, en vez de en la Senda, ante el riesgo de derrumbe de los árboles centenarios.
Sin embargo, la mudanza no convence a los vendedores de los 65 puestos allí instalados. “Este año las ventas van más flojas que otros años, yo diría que un 30% menos porque no es lugar de paso. Queda más alejado que la Senda”, lamenta Verónica, del puesto Monona Complementos, de bolsos y mochilas diseñados por esta argentina afincada en Barcelona, que lleva cinco años viniendo a La Blanca.
Su sentir es generalizado. Al igual que ella, se queja José Luis Ortega, de Logroño, especializado en bolsos y billeteras de cuero. “Estamos mal porque oigo comentarios de gente que no sabe que la feria está este año aquí. Por eso, casi no viene aquí ni un alma y de ventas voy a la mitad del año pasado, y eso que en 2016 ya bajaron un poquito”, se queja este profesional que lleva 18 años vendiendo en La Blanca y que pone en entredicho que el traslado del recinto sea para evitar caídas de ramas de árboles. “Ayer (por el sábado), en la Senda había un espectáculo de malabares, con unas 200 personas, y si los árboles se desprenden, se caen para todos igual, no sólo para los artesanos”, matiza Ortega.
Otra que piensa igual es Miren Itziar Vizcaíno Robles, una bilbaina que lleva 20 años vendiendo artesanía india de anillos, pendientes, collares y bolsos en fiestas de Vitoria. “También prefiero la Senda porque es un paseo que tiene más tránsito de gente y la sombra es agradable”, detalla.
Más optimista es la gasteiztarra Josune Ugarte, al frente del puesto Terciat, de láminas para colorear. “Yo no he notado cambios a peor porque viene gente, incluso me parece mejor que estemos todos juntos en el mismo sitio porque todos pagamos lo mismo. Además, hay un nuevo techo (pasillo ciego) para refugiar a los clientes de la lluvia y con iluminación nocturna”, destaca.
General Loma El que no ha modificado su sitio es la docena aproximada de puestos gastronómicos y de artesanía de la plaza del General Loma, en los que Marian, de Vitoria, es ya toda una veterana. “Hace doce años que vengo a este mercado a vender figuras de neskas, blusas y collares y vendo bien, la verdad, porque me conocen de otros años y de mi taller de la calle San Prudencio”, dice interrumpida por varias clientas interesadas en sus productos.
Junto a ella, Segundo Meale, de Gujuli, exhibe orgulloso su media docena de premios como mejor pastel vasco. “Cada maestro tiene su truquillo”, responde con una sonrisa cuando se le pregunta cuál es su secreto. Las ventas asegura que le van bien, “aunque el día 5 siempre es el mejor y más cuando cae en sábado como este año”.
Begoña Ogueta, de Vitoria, “se bautiza” este 2017 como feriante: “El pasado año vi los puestos y se me ocurrió ofrecer mis pins y llaveros del taller Fundición Uzquiano”.
Verónica está al frente de este puesto de bolsos y mochilas, que esta argentina diseña.
Este especialista del cuero también se queja de que la Senda albergue espectáculos, ante el riesgo de caída de ramas.
Esta bilbaina lleva una caseta de artesanía india de complementos.