la espera de 347 días desde la última ocasión que el batallón de blusas y neskas se enfundaron el pantalón de mil rayas, la camisa blanca, la faja, las abarcas o los pololos se hizo larga. Ayer de nuevo, con la celebración del Día de Santiago, tocaba lucir con orgullo la vestimenta que define a los personajes sobre los que giraba la jornada. Sin embargo, los deseos se toparon con la imprevisible climatología vitoriana que brindó una gris y desapacible mañana, con la amenaza constante de una fina lluvia, que se hizo presente en momentos concretos como la concentración contra las agresiones machistas o en el ecuador de la carrera de barricas. La celebración se presentó en un envoltorio más similar a una gris mañana del mes de abril en la que toca rendir visita a la basílica del santo patrón en Armentia. Nada hacía indicar que el calendario marcaba el día 25 en la recta final de un mes de julio, caracterizado por la ausencia de calor. Ante ese panorama, y a modo de vestimenta transformadora, los más de 4.000 blusas y neskas que aguardaban la ocasión desde el 10 de agosto del pasado año, se lanzaron a las calles con la intención de poner el calor y luz que no ofreció un martes gris y fresco impropio de un julio a punto de alcanzar su final.

A modo de peregrinación y desde todos los puntos cardinales de la ciudad emergieron blusas y neskas que se fueron acercando hacia los diferentes puntos neurálgicos de la fiesta que descorcharon la fiesta. Se repartieron los efectivos entre la misa matinal, celebrada en la parroquia de San Miguel, o la conmemoración de la izada de la ikurriña 40 años después de ondear por vez primera en el mástil del Ayuntamiento. Tampoco faltaron los que empezaron a calentar motores con la primera visita a los bares, antes de enfilar el paseo hacia el cementerio de Santa Isabel para rendir homenaje a los compañeros que ya no están. Al filo del mediodía, y dentro de una gris climatología, la jornada ya empezó a coger temperatura gracias a los animados desfiles de las 26 cuadrillas por todos los rincones del centro de la ciudad acompañados de las inseparables charangas que, en su primera jornada, inundaron de sonido con los temas estrella del verano.

Ajenos al bullicio de unas calles más abajo, en Portal del Rey los especialistas en ajos volvieron un año más a ser fieles a la tradición de madrugar para afrontar una primera visita a los más de 80 puestos que ofrecieron su mercancía traída desde cualquier rincón de España. En esa primera aproximación tuvieron tiempo de escoger los mejores precios y productos más destacados. Rebasadas las 9.30 horas ya abandonaban ese cogollo del mercado, brindando la vitoriana estampa de retornar al domicilio con la ristra de ajo colgando de los hombros, cual prestigioso trofeo de caza.

Los grados que no marcaba el mercurio empezaron a alcanzarse con la algarabía y jarana que emanaban de la cuadrillas, aunque antes hubo tiempo de acudir a la concentración en la Plaza de España por la última agresión machista y en la que estuvo presente la sociedad política vitoriana y alavesa, además de los representantes de la Comisión y la Federación de blusas y neskas. Del silencio en repulsa por ese acto, se pasó al bullicio que transformó la plaza en un circuito de velocidad para barricas. Fueron finalmente 13 cuadrillas, algunas de ellas con varios equipos, las que tomaron parte en esta segunda edición de la cita que terminó con la presencia de los burros en las calles. A pesar de los cambios introducidos, con equipos de 4 personas para darse relevos, en las cuatro vueltas previstas al circuito, de nuevo la cuadrilla Basatiak se llevó el triunfo de la edición inaugural. Desde el banderazo inicial que dieron los miembros del Gaztedi rugby taldea, en reconocimiento a su tarea en el deporte inclusivo, los toneleros de Basatiak comandaron los 1600 metros del recorrido de la prueba en cada una de las cuatro vueltas. Fue un triunfo sencillo y claro, sin que los integrantes de Zintzarri llegaran a discutirles la supremacía.

No cesó la actividad en el punto neurálgico de la Plaza de España que acogió después la entrega de los premios de Zintzarri o el txoripintxo solidario que, una edición más, volvió a patrocinar DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para recaudar fondos destinados a Askudean. La zona peatonal era ya, en la recta final de la mañana un auténtico pulular de vitorianos disfrutando de la jornada de los blusas y las neskas, dentro de un día que no terminó de despegar ni convencer al astro rey para que apoyara con sus rayos de sol.

Ni siquiera las horas de la comida sirvieron para despejar un atestado centro de la ciudad. Las cuadrillas siguieron elevando el mercurio de la jornada, postergando el momento de acudir a sus puntos de avituallamiento para seguir con la fiesta. A duras penas, muchos fueron los que enfilaron el local de hostelería concertado para degustar una comida que, más que nunca, supo a gloria tras una mañana en la que los saltos y la alegría fueron la nota dominante.

Con el leve reposo de unos minutos sentados y el estómago saciado, a las 16.15 horas, iniciaron los representantes de las siete cuadrillas escindidas los primeros metros de la recién creada kalejira al Iradier Arena. En el habitual horario, las 19 restantes, que continúan en la Comisión hicieron frente al primer paseíllo de este ciclo festivo de 2017 que ha superado el ensayo general. Ahora ya arranca la cuenta atrás para ver llegar a Celedón en La Blanca.