¿Cuántas veces han oído eso de que los inmigrantes viven de las ayudas sociales o que tienen prioridad en las adjudicaciones de VPO? ¿Y lo de que abusan de la sanidad pública? ¿En cuántas ocasiones han escuchado que los menores de procedencia extranjera crean guetos escolares? Frases de trazo grueso como éstas, construidas desde la visceralidad y sin datos objetivos que las sostengan, que corren de boca a oreja como la pólvora, han proliferado en los tiempos recientes de crisis amenazando la convivencia y creando un peligroso caldo de cultivo de fractura social. Se trata, sin duda, de rumores que siempre han estado ahí, pero que en momentos de dificultad económica como los que siguen viviéndose se han hecho todavía más fuertes, alimentados por el miedo y la ignorancia. Y también, por declaraciones de responsables institucionales bien conocidos en ciudades como Gasteiz.
“Cuando alguien se siente amenazado, es más fácil buscar un chivo expiatorio de todos los males. Y se va a por la persona que es más débil y está más cerca”. Quien resume esta realidad es Cristina Rojo, una gasteiztarra que se ha propuesto contrarrestar esos estereotipos negativos contra la inmigración extranjera a pie de calle y trabajar, en consecuencia, en favor de la cohesión social. No es la única, ni mucho menos. Como ya ha sucedido en otras muchas localidades del Estado, la primera de ellas Barcelona, Vitoria camina firme en la implantación de una estrategia municipal antirrumores que pronto sacará a la calle a una veintena de agentes como Cristina. La macrozona de Iparralde-El Pilar, que engloba a siete barrios de la capital alavesa -Lovaina, Gazalbide, Txagorritxu, San Martín, El Pilar, Aranbizkarra y Zaramaga- y cuenta con 65.000 vecinos, ha sido la elegida para que esta iniciativa eche raíces.
Según remarca Estitxu Pereda, responsable del servicio de Convivencia y Diversidad en el Ayuntamiento, el “objetivo común” no será otro que “la ciudadanía se empodere contra los discursos xenófobos que atacan la convivencia”. Junto a esta estrategia municipal, conocida como AntiRumor, la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR) tiene también en marcha otra iniciativa de carácter autogestionado en la que otros ciudadanos juegan el mismo papel. La del Consistorio, al margen de sacar a la calle a estos flamantes agentes antirrumor -un grupo marcado por la diversidad de edades, orígenes y ámbitos-, ha incluido también la formación en la materia de una treintena de trabajadores municipales de distintos departamentos. Y llegará, ya después del verano, a los distintos grupos políticos, cuyos concejales -quienes lo deseen- también serán formados. “Queremos apelar a su responsabilidad”, contextualiza Pereda.
De vuelta a su vertiente ciudadana, la estrategia municipal dio sus primeros pasos en marzo de 2016, aunque no ha sido hasta este año cuando ha tenido su impulso definitivo con la composición del grupo de agentes y su formación, en la que a través de seis sesiones se ha incidido “en la realidad de la inmigración y en cómo reaccionar a nivel emocional y conductual” ante un rumor como los ya citados. “Hay que actuar con paciencia. La primera reacción ante un ataque es defenderse, pero hacerlo airadamente no es bueno. Hay que hacerlo con tranquilidad y con datos”, expone Jhon Freddy Hernández, otro de los agentes que pronto saldrán a la calle. “Es preferible que la gente vacíe su saco de miedo para, en un ambiente más relajado, entrarla después y desmontar sus prejuicios”, añade su compañero Paco Gestoso.
rumores clásicos Esa primera fase ha servido también a los nuevos agentes antibulos para identificar los cinco rumores más habituales que suelen escuchar en su día a día -pueden leerse en la imagen superior de la derecha, junto a estas líneas-, trabajar en un argumentario para demostrar que no son ciertos y sentar las bases para, desde este mismo mes de julio, pasar a la acción mediante acciones individuales y grupales, un proceso que se extenderá hasta el próximo mes de diciembre. Los agentes están contando con el apoyo técnico y dinamizador de la Asociación de Mediación de Euskadi, Amekadi, y de la consultora de Interculturalidad y Migraciones Andrea Ruiz Balzola. “Les veo motivados, con ganas y con herramientas. Es un grupo potente y del que pueden salir cosas muy interesantes”, confiesa Ane Lezama, de Amekadi, al término del último encuentro celebrado por el grupo este pasado martes. La primera acción, según avanzan, tendrá lugar durante las próximas fiestas de La Blanca, un contexto más que propicio para llevarla a cabo.
“Una muy típica de Vitoria es que los inmigrantes están en Aldabe sin hacer nada y ocupando el espacio público”, ejemplifica Miren Leizeaga al escuchar una de las preguntas del millón: ¿Cuáles son los rumores más típicos que suelen oírse? Hernández, colombiano, no titubea al remarcar que siempre están “vinculados con la inmigración”. “Que las ayudas son sólo para los inmigrantes es muy habitual”, replica en este sentido Rosa Bujanda. Entre el top 5, hay uno que a más de uno le sonará, el de que los musulmanes no se quieren integrar. “Los rumores se oyen constantemente, se repiten y crecen como una bola de nieve, hasta el punto de que la gente los asume como una verdad absoluta”, reflexiona de nuevo Hernández. Como decía el jefe de la propaganda nazi Joseph Goebbels, “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Miguel Sánchez, otro de los flamantes agentes, conoce de primera mano la enorme riqueza que trae de la mano la diversidad, a su juicio “un regalo y un lujo”. “Es una oportunidad magnífica para crecer y ampliar la mente”, remarca este gasteiztarra casado con una chilena, que pasó dos años de su vida residiendo en Escocia y presume de amistades “rumanas, marroquíes y búlgaras”. “En el fondo en esta ciudad tenemos una mentalidad muy cerrada, somos desconfiados e inseguros. Nunca ha habido tanta gente de fuera y tenemos que darles un abrazo”, anima.
Una globalización que también propicia la difusión masiva de mensajes a través de las nuevas tecnologías, para bien y para mal. “En estos tiempos es muy sencillo colgar una información o difundir algo falso y generar confusión. Luego pasa lo de siempre, a río revuelto, ganancia de pescadores”, ejemplifica por su parte Gestoso. “Va a ser un trabajo a largo plazo, de ir gota a gota desmontando esos rumores”, añade Javier López. No va ser sencillo, pero voluntad desde luego no les va a faltar.