VITORIA - El discurso político de la recuperación económica va ganando adeptos a golpe de repetición. A lo largo de los últimos meses, desde diferentes soportes se trata de comunicar la idea de que, poco a poco, vamos saliendo del cráter que dejó la crisis y que en cuestión de pocos años lo habremos superado por completo. Esa supuesta realidad no llega hasta las naves donde trabajan los voluntarios del Banco de Alimentos de Álava, que ven cómo día tras día han de esforzarse para hacer posible que más de 5.600 alaveses tengan alimentos en sus hogares. “Nada ha cambiado, seguimos en la misma situación. Quienes dicen que estamos saliendo de la crisis tal vez se encuentran en un estrato social bueno y piensan que a todo el mundo le va igual de bien que a ellos, pero no es verdad. La gente a la que nosotros estamos atendiendo no está saliendo de la crisis. Todo lo contrario. Algunos están en la misma situación que antes o incluso peor. Sólo en el último mes hemos incorporado, confirmadas por los servicios sociales del Ayuntamiento, 65 nuevas familias en las listas de reparto de alimentos”, explica el presidente del Banco de Alimentos de Álava, Daniel Fernández.

Estas 65 familias a las que alude Fernández cumplen con todos los requisitos exigidos por el Consistorio gasteiztarra para acceder a las ayudas. En total, el Banco de Alimentos de Álava pone comida cada día sobre las mesas de 1.284 familias del territorio, que traducido a individuos equivale a 5.600 bocas que alimentar. De esta cifra global, 4.815 personas -4.445 adultos y 367 menores- pertenecen a las denominadas listas de reparto, es decir, que reciben la manutención a través de las organizaciones que la distribuyen en colaboración con la entidad. Otros 773 ciudadanos reciben el sustento a través de la vía “de consumo”, como son los comedores sociales.

A pesar de que, en líneas generales, los datos hablan de una disminución en el número global de perceptores de ayudas del Banco de Alimentos de Álava, información que puede apuntalar el discurso de la salida de la crisis, su presidente asegura que la realidad es bien distinta y que es necesario realizar una lectura más profunda para llegar a la verdad del territorio.

mayor control de ayudas “El número ha disminuido, pero se debe a varias circunstancias. Hay muchas personas que no se atreven a ser valoradas por los servicios sociales porque los requisitos ahora son mucho más cercanos y creen que no los van a cumplir. También han aumentado mucho las medidas de control, de manera que gente que antes recibía ayudas de dos o tres sitios, ahora sólo puede obtenerlas de uno. Ahora existe una gran meticulosidad para comprobar que las situaciones son de pobreza y necesidad reales. También hay muchos inmigrantes que han decidido irse y otros que han encontrado trabajos no muy bien remunerados, pero que les dejan fuera de las ayudas”, explica Fernández.

El cruce de datos informáticos del Ayuntamiento de Vitoria con Lanbide ha incrementado notablemente el seguimiento de los perceptores de ayudas. En la actualidad resulta sencillo comprobar si los beneficiarios de prestaciones económicas acuden, de forma paralela, a Cáritas, Cruz Roja o al Banco de Alimentos.

Las instituciones entienden que una persona es pobre cuando la resta de sus ingresos y gastos le deja menos de 200 euros al mes. “A medida que aumenta el número de miembros de la familia, llega un momento en el que incluso 800 euros te pueden colocar en una situación de pobreza. Hay personas que cobran la RGI y son candidatos a pobre porque, sencillamente, no les llega”, ahonda el presidente. Por ello, las trabajadoras de los servicios sociales emplean baremos más complejos que incluyen más factores.

El perfil de la pobreza alavesa tiene, fundamentalmente, tres rostros: el de la inmigración, el de los cabezas de familias numerosas y, según completa el propio Fernández, el de algunos ciudadanos autóctonos. Sin embargo, en referencia a este último colectivo, reconoce que en muchas ocasiones la vergüenza les lleva a no demandar ayuda. “Lo de que estamos saliendo de la crisis es un cuento. La pobreza va a seguir y por mucho que digan que estamos superando el bache ellos no lo notan. Hay que estar en el día a día y ver lo que les sucede a las personas. Estamos igual que los años anteriores, no se nota mejoría”, concluye el portavoz del Banco de Alimentos.

Un tercio. En la actualidad, el Banco de Alimentos reparte, de media, 90 kilos de comida por persona y año. Un tercio de la manutención necesaria.

Necesidad. A la hora de establecer las zonas de mayor necesidad dentro de Vitoria, el presidente destaca las de Sansomendi y Coronación. Igualmente pone el acento en la intensa colaboración que el banco mantiene con la asociación Colombia Euskadi.

Trabajador pobre. De cara a 2018, el Banco de Alimentos quiere llegar a los denominados trabajadores pobres. Empleados con sueldos tan bajos que no les permiten cubrir sus necesidades.

Personas mayores. Igualmente se va a trabajar, a través de las asociaciones de vecinos y las agrupaciones de mayores, en las ayudas específicas a ancianos que colaboran económicamente con sus familias y se encuentran en situación de necesidad.

Zonas rurales. Otro de los frentes que se plantea abordar la entidad el próximo año es el de las personas necesitadas que viven en las zonas rurales del territorio. Se plantean realizar repartos a través de la Diputación, ayuntamientos y cuadrillas.

El presidente del Banco de Alimentos de Álava considera que no se han producido mejorías en los últimos años.

1.284

Familias acceden diariamente a la comida que facilita el Banco de Alimentos de Álava. Sólo a lo largo del mes de junio, la entidad ha añadido 65 familias nuevas cuya necesidad ha sido verificada por los servicios sociales del Ayuntamiento de Vitoria.