la villa de Labastida se encuentra disfrutando este fin de semana del recuerdo de su pasado medieval a través de un mercado artesano y de numerosas actividades, entre ellas algunas evocaciones teatrales de la vida cotidiana de esa época histórica. Organizado por el ayuntamiento, el Mercado Medieval, se está desarrollando durante estos dos días ofreciendo todos los tópicos de aquellos tiempos, pero en un ambiente cálido y agradable con el que disfrutar de la localidad.

La inauguración de ayer fue una representación en la que participaron la alcaldesa, Laura Pérez Borinaga, así como otros miembros de la corporación, ataviados todos con ropajes de corte medieval. Una representación que se repite nuevamente hoy y que sirve de recordatorio de cuando el rey Fernando III, el Santo, rey de Castilla, otorgó la Carta de Fueros, o los Fueros, a Labastida, en 1242, garantizando a sus vecinos las libertades y a sus instituciones la autonomía local.

Según los datos históricos, Labastida se fundó como Villa entre los siglos XII y XIV de la mano de los monarcas navarros, y fue Sancho El Sabio quien fundó el templo-fortaleza hoy conocido como la ermita del Santo Cristo. Tras las invasiones de los castellanos, en 1.200 desapareció el reino navarro y todo ese territorio quedó bajo la tutela de Alfonso VIII, hasta que Fernando III concedió el Fuero de Labastida.

El representativo mercado medieval recorría la plaza de la Paz y calle Fortín con puestos de juguetes artesanales, bisutería, productos agroalimentarios y un sinfín de cosas. La nota tensa de la actividad se produjo a primera hora, cuando tres inspectores de trabajo y una coordinadora recorrieron puesto a puesto comprobando la legalidad de las actividades, mientras una pareja de la Ertzaintza escoltaba la inspección para que no hubiera incidentes. No ocurrió nada, pero la tensión se quedó entre los puestos, que ya estaban molestos porque el coste de acudir comienza a inquietar a algunos artesanos. Uno de ellos comentaba que habían pagado a 40 euros el metros cuadrado por los dos días de mercado: “Si mi puesto tiene cinco metros cuadrados pago 200 euros, con lo que no saco casi ningún beneficio por haber acudido”. Otro de los comerciantes señalaba que cuatro de los habituales comentaron que no regresarían al año que viene.

Los vecinos también se implicaron en la fiesta y no solo salieron para disfrutar de los actos programados, sino que además lo hicieron muchos de ellos ataviados con trajes de corte medieval. Para completar este divertido espectáculo, un grupo de músicos paseó por las calles interpretando canciones tradicionales con los llamativos instrumentos musicales.