samaniego - Las bodegas tradicionales de Samaniego, las de la zona de Matarredo, están siendo estudiadas por partida doble. Esos análisis pueden aportar una información clave para saber cuándo y cómo se inició la actividad vitivinícola en la zona, ya que en la representación popular de El lugar de Samaniego se reivindica un notable protagonismo en su expansión. Al margen de esa creencia popular, lo realmente cierto es que Samaniego cuenta con numerosos calados, unos construidos con piedras de sillería y otros excavados en la roca, de los que se desconocen los datos de edificación o autoría. Por esa razón, el Ayuntamiento ha puesto en marcha una doble operación para conocer mejor los orígenes de estas construcciones.
Por un lado, a través de un trabajo de diagnóstico que está realizando el estudio de arquitectura Wiew Arkitektura en el marco del plan de Acción del paisaje. El arquitecto Jorge Rodríguez explica que muchos de los calados podrían correr el riesgo de perderse por abandono. La carretera, que corta por medio el pueblo, ha creado una incomodidad “y hace difícil llegar hasta las bodegas a muchas personas”. Eso ocasiona que la falta de uso pueda llegar a provocar derrumbes y abandonos, con lo que se perdería irremediablemente ese patrimonio cultural y económico.
A ello se suma que muchos de los calados no son sólo de un propietario, sino de muchos herederos y eso ocasiona dificultades de uso. Por ello, siempre de común acuerdo con los propietarios, que son quienes tienen la última palabra, el estudio está analizando cada uno de ellos para poder valorar si existe la posibilidad de darles un uso complementario por la vía del turismo, bien a través de los propietarios que deseen emprender una actividad en ese sentido o a través de empresas que pudieran estar interesadas, pero siempre a través de los dueños.
Por otro lado, el segundo estudio que se realiza lo lleva a cabo la empresa Qark Arqueología. Su gerente, Leandro Sánchez, relata que se trata de un encargo del Gobierno Vasco para tratar de averiguar la datación o aspectos de su construcción para documentar los calados. Además de recorrer cada uno de ellos y elaborar un censo pormenorizado, los arqueólogos de Qark están realizando catas en dos bodegas y en un covachón que sirvan para establecer referencias para datar su construcción y el uso que tuvo, así como la relación que tuvo el calado (bajo tierra) con las construcciones se superficie. En esta tarea se cuenta con la participación de los vecinos y los propietarios de los calados y el sistema de trabajo pasa por documentar cada hueco del subsuelo y posteriormente, junto a los propietarios, ver las posibilidades de conservación y uso que pueden tener.
En estos momentos, “el estado de conservación de los calados es bastante bueno, porque todavía hay generaciones que los utilizan y los mantienen. La clave está en saber si la próxima generación de propietarios también estarán por mantenerlos”. Sánchez explica que resulta no muy difícil, sino imposible, datar con exactitud estas bodegas. Sus primeras impresiones es que las más antiguas podrían ser del siglo XVI, aunque parece ser que también habría alguna anterior, del siglo XV. Como es natural, y así lo confirman las dos empresas, los dos equipos trabajan cada uno en sus áreas, pero intercambian información para optimizar sus conclusiones. Está previsto que a finales de año concluyan las prospecciones y estudios y se inicie la fase de propuestas de usos complementarios.
trabajo municipal En medio de estas tareas se encuentra el teniente de alcalde Iñigo Sáenz de Santamaría, quien ha señalado que durante las últimas semanas se han celebrado varias reuniones abiertas con los vecinos para poder realizar un trabajo compartido con los propietarios y las personas implicadas en la conservación de ese patrimonio vitivinícola. De momento, se trata de unos 25 calados, unos en producción porque pertenecen a bodegas activas, otros son txokos y algunos están cerrados desde hace algún tiempo y solo se abre esporádicamente.