VITORIA - La brecha de género es una realidad. Pese al empeño de las instituciones por trabajar para reducirla, las evidencias dictan que queda mucho camino por recorrer. Bien es cierto que ya hay actuaciones para reducir las diferencias entre hombres y mujeres, como la del Gobierno Vasco, que pretende aprobar un decreto que obliga a las discotecas del País Vasco a establecer el mismo precio de la entrada para ambos sexos para tratar de llegar a un ocio nocturno igualitario. Sin embargo, la desigualdad de género persiste en muchos ámbitos y está muy lejos de llegar a igualarse. Esto se hace visible en los datos del último informe del Instituto Vasco de Estadística (Eustat). Registros que reflejan que la renta personal media de las alavesas es de casi 10.000 euros inferior a la de los hombres.

El Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) confirma esta brecha de género. Así mismo, añade que las mujeres se topan con algunos limites que podrían justificar esa diferencia en las rentas personales. Entre los más destacables afirma que se encuentra el llamado techo de cristal, término que define la mayor dificultad de ellas para llegar a puestos importantes. Tal circunstancia justificaría que en el tramo superior de renta personal (27.000-60.000 euros) se encuentren un 15,9% de mujeres frente a un 31,6% de hombres.

Ahondando en la explicación, según Emakunde las féminas son las que más solicitan excedencias y jornadas parciales para cuidar de sus hijos. De hecho, un 77,5% del total de la población de Euskadi que trabaja a jornada parcial responde a un perfil femenino.

En cualquier caso, es cierto que la situación de la mujer ha evolucionado positivamente en las últimas décadas. Por ejemplo, a pesar de las limitaciones, su tasa de actividad ha pasado de un 38,5% en 1991 a un 52,2 % en 2015, según el Informe de Cifras de 2016 de Emakunde. A pesar de que el acceso al mercado de trabajo es cada vez más equitativo, en los salarios sigue habiendo una diferencia notable. El citado trabajo recoge textualmente que “el salario de las mujeres ha sido el 76% del salario de los hombres”, aunque se haya incrementado un 4,8% respecto a 2013, lo que supone “una ligera mejora en la brecha salarial”, explica el informe.

Dadas las circunstancias, parece una evidencia incuestionable que la diferencia salarial entre hombres y mujeres persiste con fuerza. Un ejemplo de ello se puede observar en el género del perceptor principal de las familias. En ese epígrafe hay una diferencia de 11.000 euros aproximadamente en los ingresos medios de ellos frente a los de ellas.

A todo ello hay que añadir hechos como el que apunta el Observatorio Vasco de la Vivienda, que explica que a colectivos como mujeres, familias monoparentales e inmigrantes se les atribuye un mayor riesgo de perder su vivienda. Esta pérdida puede llegar a generar un riesgo de exclusión social y residencial para los afectados.

Pero no son únicamente las colectivos en riesgo de exclusión los afectados por las bajas rentas. Casi un 62% del total de las familias vascas tiene unos ingresos por debajo de la media o incluso, no tiene ningún ingreso, afirma el Eustat. El territorio histórico de Álava es el que tiene la menor renta familiar. En concreto, entre las capitales, Vitoria ocupa el tercer lugar, con 38.432 euros, casi 8.000 euros menos que las familias de Donostia, que ocupan el primer lugar.

Entre los jóvenes En otro orden de cosas, las rentas personales de los jóvenes vascos son las más bajas con diferencia. Entre los 18 y 19 años, conforme a los datos del Eustat, los jóvenes disponen de media de 533 euros. Uno de los motivos puede ser que muchos todavía no han accedido al mercado laboral. Según el Observatorio Vasco de la Juventud, en Euskadi, de cada 100 jóvenes de 16 a 29 años, 35 trabajan, 14 están en paro y el resto, en su mayoría, son estudiantes.

Con el aumento del rango de edad, aumenta también el valor de la renta personal. De los 55 a los 59 años se dan las rentas personales máximas, de unos 26.000 euros. Aunque desglosando los datos aportados por el Eustat, en género se observa que los hombres sobrepasan los 33.000 euros, situándose por encima de la media y las mujeres se quedan por debajo con 19.426 euros.

De los 59 años en adelante, las rentas personales van descendiendo. Este intervalo de tiempo coincide, en mucho casos, con la jubilación. Datos del BBVA afirman que tras la jubilación se pasa a obtener una retribución menor de las tres cuartas partes del último salario percibido cuando se trabajaba. Esto es, la pensión de jubilación de un ciudadano vasco pasaría de 1.313 euros mensuales a unos 1.260 euros en diez años, según UGT. Atendiendo a las diferencias de género en la pensión de jubilación, Emakunde afirma en su Informe de Cifras de 2016 que la de los hombres es un 83% mayor que la de las mujeres.