Vitoria - Un 29 de abril de 1937 el poeta y periodista euskaldun Estepan Urkiaga, más conocido por su seudónimo Lauaxeta, se dirigió a Gernika como traductor para mostrar a unos corresponsales de guerra franceses los efectos del bombardeo de la ciudad vizcaína por la Legión Cóndor. Y allí mismo, en esa localidad vizcaína fue capturado por las tropas franquistas, sometido a consejo de guerra y condenado a muerte. Dos meses después, y a pesar de las gestiones del Gobierno Vasco para realizar el canje por otro prisionero, fue fusilado en el cementerio de Santa Isabel de Vitoria. Sucedió un 25 de junio, tal día como ayer, pero de hace 80 años, cuando Lauaxeta apenas tenía 32 años, motivo por el que durante la jornada pasada tanto la capital alavesa como Mungia, localidad que vio crecer al poeta, decidieron recordar su figura, con un “sencillo homenaje”, llamado a “mantener viva la memoria de todas las víctimas” junto a la del resto de fusilados.
En Santa Isabel, en concreto, el colectivo Ahaztuak, estima que 196 personas, entre nacionalistas, comunistas, anarquistas y representantes elegidos en las urnas, fueron ejecutadas entre los años 1936 y 1977, por las autoridades franquistas en la parte trasera del camposanto. A todos ellos el Ayuntamiento gasteiztarra les rindió un sentido reconocimiento, que consistió en una ofrenda floral, en la céntrica calle Manuel Iradier, frente al busto de Lauaxeta, ya que en el convento de las Carmelitas, permaneció encarcelado este prolífico impulsor de publicaciones, poesía y teatro, en euskera.
Allí, junto a su escultura, asistieron el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, acompañado del presidente de las Juntas Generales de Álava, Pedro Elosegi, la teniente de diputado general, Pilar García de Salazar, y otros miembros de la corporación municipal, como Félix González, de EH Bildu y Óscar Fernández, de Irabazi, además de colectivos sociales. “Es un acto para la memoria histórica para conocer lo que ocurrió en el pasado y para reconocer a los fusilados la defensa que hicieron de la identidad y de valores de la convivencia, libertad y los derechos humanos”, explicó un Urtaran emocionado, quien también se refirió a otras víctimas ilustres que perdieron la vida en ese muro de Santa Isabel. Entre ellas, el capitán de artillería José Aguirre, y Alfredo Espinosa, fundador de Unión Republicana y consejero de Sanidad del primer Gobierno Vasco.
Tras sus palabras, la obra fue engalanada con la bandera republicana y la ikurriña y con dos ramos. Uno, del Ayuntamiento gasteiztarra y otro del Araba Butzu Batzar (ABB).
Mungia también rindió ayer un acto en honor de Lauaxeta, en el cementerio de Berteiz, donde permanece enterrado. Hasta allí se desplazaron el consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, Unai Rementeria; la diputada de Euskera y Cultura, Lorea Bilbao; la directora del Instituto Gogora, Aintzane Ezenarro; o el alcalde de Mungia, Ager Izagirre, además de familiares de Lauaxeta. “Aquellos que perdieron la guerra no tuvieron, para los que vinieron después, ningún mensaje de odio, de rencor ni de revancha. Y el legado que nos han dejado es de respeto a los derechos humanos, de libertad y convivencia”, subrayó el consejero Zupiria.