Hace ya un año, Edurne estacionó su vehículo en la calle Aldabe. Tal y como mandan los preceptos de la OTA, se acercó a la máquina correspondiente, introdujo unas monedas y obtuvo un ticket que ubicó, bien visible, tras el parabrisas de la furgoneta. Quisieron los imponderables que se retrasara bastante más de lo previsto y el empleado de la empresa que gestiona el alquiler por horas de la vía pública a los contribuyentes le impuso una multa. Hasta ahí, todo normal. Lo extraño llegó meses después, cuando tras haber abonado los 40 euros de rigor, recibió una segunda notificación en su actual domicilio de Bergara. Sanción doble por un solo hecho. Esta vez, era la Policía Local de Vitoria la que le reclamaba 200 euros por un estacionamiento indebido. El mismo aparcamiento, a la misma hora, el mismo día y en el mismo lugar. Todo ello vivamente ilustrado con fotos a color.
Tras digerir el enfado inicial, Edurne se dispuso a reclamar. Como se había mudado de casa y la notificación postal había cubierto varios itinerarios de ida y vuelta hasta dar con su destinataria, el plazo de alegaciones se había esfumado. “Como me trasladé al caserío de mi ama, en Bergara, la carta tardó dos meses en llegarme y la multa acumuló recargo. Si la llego a tener el primer día, me habría dirigido a la Policía Local inmediatamente para aclarar las cosas, pero ya era demasiado tarde”, explica la afectada. Sólo le restaba protestar contra lo que, a todas luces, era un error. En su devenir burocrático tocó diversas puertas municipales, incluyendo la del responsable de Seguridad Ciudadana, Carlos Zapatero, quien le dio la razón y le animó a dirigirse a la ventanilla adecuada. “Estuve peleando durante mucho tiempo, dando un montón de vueltas. Luego cogí cita con el concejal y me dijo que era ilegal recibir dos sanciones por una misma infracción, que me devolverían el dinero”, recuerda Edurne.
Redirigida al funcionario responsable de los asuntos de los cobros, la mujer fue informada de que si quería acabar con el embrollo, primero tenía que pagar la segunda multa, ya que la de la OTA estaba correctamente saldada. El técnico que le atendió le aseguró que, una vez satisfechas las deudas, la Administración local asumiría su error y procedería a la devolución del importe duplicado. Y sucedió, pero no en la manera en la que Edurne esperaba.
Le devolvieron el dinero de la multa, pero el de la OTA, no el correspondiente a la sanción más cara, la de la Policía Local. “Tenían las fotografías que habían sacado los agentes municipales, les expliqué claramente lo que había pasado y aún así, me devolvieron el importe que no era. Incluso recurrí al Síndico, pero como ya se había producido la devolución, la cosa se quedó igual”, ilustra la afectada. Ahora, aunque “desengañada” sigue luchando para que le devuelvan los 200 euros y anulen la multa.