amurrio - El equipo de investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que desde el pasado día 15 está llevando a cabo la segunda campaña del proyecto de arqueología de la Guerra Civil en el monte San Pedro de Beratza -en la confluencia de Amurrio, Orduña, Lezama y Aloria- lleva exhumadas más de 300 piezas, aunque aún le queda por delante otros cinco días de trabajo de campo antes de volver a los laboratorios y archivos para analizar y poner en orden lo encontrado. Sobre todo, restos materiales de la contienda, como casquillos de fusil checo, cable enrollado de cobre o la anilla de una granada polaca, que demuestran la internacionalización del conflicto, pero también la cuenta de un collar -“posiblemente el recuerdo de una novia”-, monedas de economatos de fábricas de Bilbao “que nos hablan de dónde procedían algunos de los combatientes” o la famosa perra chica del reinado de Alfonso XII de 1876. Hasta han encontrado un fragmento de tela de un saco terrero que ha sobrevivido a estos últimos ochenta años gracias al sedimento limoso y el sustrato calizo del terreno.

El año pasado fueron 800 los objetos hallados, la mayoría restos de munición pero también un plato, una copa de cristal y un trozo de vela, cajas de pastillas para la tos, una hebilla de cartuchera? Objetos que cuentan más cosas que el gris relato de los libros de historia: la vida de los soldados en las trincheras que hoy, justo el día que se cumplen ochenta años de la ofensiva franquista sobre estas posiciones, va a ser recreada.

El equipo de arqueólogos dirigido por Xurxo Ayán y Josu Santamarina ha organizado una jornada de puertas abiertas a los fortines que están reexcavando, en la que contarán con la ayuda de media docena de miembros de la asociación de recreación histórica Lubakikoak. “Van a venir vestidos de gudaris y milicianos, y se van a meter en la trinchera de comunicación excavada en la campaña del pasado año, donde se encuentra el árbol que se ha convertido en el icono de la intervención”, explica Ayán en relación al área conocida como La Avanzadilla, la que fuera la primera línea de defensa justo enfrente del bando requeté.

“Los republicanos, aunque lo intentaron de forma tenaz a tenor de la cantidad de casquillos encontrados, no pudieron hacer mucho para defender estas posiciones. El otro bando contó con la ayuda de tanques italianos y de aviación alemana, como se aprecia por las marcas de los impactos aún presentes sobre el terreno. Estas fortificaciones eran fundamentales para proteger el Alto Nervión y, desde el punto de vista de la estrategia militar, nunca se ha entendido por qué Franco no optó por iniciar aquí la ofensiva contra Euskadi aquel 31 de marzo. Gernika fue bombardeada en abril y esto llegó relativamente tarde (26-27 de mayo), lo que les hizo ganar un mes para dar tiempo a evacuar a la población civil”, apunta el arqueólogo.

Ramón Zurimendi, de Aztarna -la asociación etnográfica de Amurrio que más sabe de esta zona y, en buena parte, impulsora de esta intervención arqueológica-, les ayudará a guiar a la gente que se anime, desde la localidad de Uzkiano hasta la cumbre del viejo Askuren o San Pedro de Beraza, donde se encuentran las fortificaciones de guerra. “La visita será de 10.00 a 14.00 horas, y en el camino Ramón les irá poniendo en situación contándoles los prolegómenos de la Guerra Civil española en este frente”, aclaran. Se podrá ver desde el tramo de trincheras y nidos de ametralladora “típicas de la Primera Guerra Mundial”, en las que se intervino la pasada campaña, pasando por la boca de la galería de cuarenta metros donde se sabe que cayeron varios zapadores en la batalla final de hace hoy ochenta años, hasta los fortines de los roturos de San Pedro que están excavando esta quincena.

“Esto para nosotros los arqueólogos es como un Pompeya. En el sentido de que fue bombardeada pero quedó enterrada tal cual y no le ha afectado el paso del tiempo. De hecho hay evidencias de batalla brutal a cada palada. La documentación oficial es importante pero aquí ves el día a día de las trincheras, a parte de que está subiendo cantidad de gente a contarnos historias de aquellos aciagos días que han pasado de generación en generación, como que las fortificaciones fueron diseñadas por Gancedo de Amurrio o un chico que nos contó que su abuelo luchó aquí y luego fue castigado a trabajos forzados. Testimonios orales que suponen todo un lujo en la investigación”, inciden.

La visita a este frente tampoco pasará por alto la zona de las ruinas de la ermita de San Pedro, que limpiaron de maleza con la ayuda de vecinos de Lezama y Aloria. “La principal línea de trinchera del sistema defensivo parece que aprovechaba de algún modo esta ermita ya de carácter arqueológico en 1936, ya que lleva en ruinas desde 1757. Con la cobertura vegetal mucho más despejada, se aprecia un gran recinto, con amplios derrumbes bajo la hierba y la tierra superficial y con un posible ábside en el lado noreste”, concluyen.