laguardia - Los dólmenes que se han descubierto en la comarca de Rioja Alavesa constituyen uno de los más espectaculares conjuntos megalíticos del País Vasco, y al margen de su estado de recuperación y restauración, son un importante recurso turístico y cultural que merece una mayor promoción. Se trata de un largo pasillo desde Kripán hasta Villabuena de Álava, aunque los conocedores del territorio no descartan que puedan localizarse nuevos yacimientos. De hecho, el último lo fue en el año 2009, el dolmen de El Montecillo, en Villabuena de Álava.

El recorrido comienza en el dolmen de Los Llanos, en Kripán, y le siguen El Encinal, en Elvillar; La Chabola de la Hechicera, también en el término de Elvillar; el Alto de la Huesera, ya en territorio de Laguardia, donde también se localizan San Martín y El Sotillo; el dolmen de El Montecillo, en Villabuena de Álava, y el de Layaza, en Leza, cerca de la carretera que conduce a Peñacerrada. Quienes mejor conocen su historia e interés histórico son los profesores Javier Fernández-Eraso y José Antonio Mujika-Alustiza, del Área de Prehistoria, del departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco.

La primera arquitectura dolménica localizada en la Rioja Alavesa fue la de la Chabola de la Hechicera en 1935. Al año siguiente José Miguel Barandiarán realizó un pequeño sondeo comprobando que se trataba de un monumento megalítico. Tras el paréntesis cultural que supuso la contienda civil, los trabajos arqueológicos se reanudaron en 1943 con el descubrimiento del dolmen del Encinal por Domingo Fernández Medrano. En 1947, él mismo junto a Álvaro de Gortázar y Carlos Sáez de Tejada reemprendieron las excavaciones en el dolmen de la Chabola de la Hechicera. Al año siguiente también Fernández Medrano descubrió y excavó el dolmen del Alto de la Huesera. En los años cincuenta del pasado siglo se descubrieron el resto de los dólmenes que componen la estación riojano-alavesa (Layaza en 1952, La Cascaja en Peciña el año 1953, El Sotillo en 1955 y San Martín en 1956). José Ignacio Vegas descubrió y excavó, en 1985, el dolmen de Los Llanos y, por último, Roberto Ibáñez descubrió el del Montecillo que fue excavado por J. Fernández Eraso y J. A. Mujika en 2010.

Sin embargo, a pesar de la profusión de intervenciones, de momento solo se ha realizado una publicación realmente científica sobre estos monumentos funerarios y sobre los abrigos al pie de la sierra que albergaron los primeros enterramientos localizados en la zona. Es el trabajo firmado por Fernández-Eraso y por Mujika-Alustiza en la revista Zephyrus, de enero-junio 2013, editada por la Universidad de Salamanca.

Y es que hace unos años hubo buena voluntad para estudiar y tratar de recuperar este conjunto de dólmenes. Los dos profesores recibieron, en 2009, el encargo de la Diputación Foral, siendo responsable de Cultura la actual juntera Lorena López de la Calle de estudiar el estado de conservación de estos monumentos y de elaborar un Plan Director de recuperación “que tuviera como fin último la puesta en valor y musealización del conjunto de los monumentos megalíticos sitos en el Territorio de Álava. A tal efecto elaboramos un ambicioso proyecto, con varias actuaciones realizables en plazos diferentes que deberían servir como modelo de intervención, si bien quedaba margen para su acomodación a cada uno de los casos en particular”.

Lo cierto es que finalmente, solo pudieron trabajar sobre tres de los ocho dólmenes: La Hechicera, La Huesera y El Montecillo y además no lograron excesivo entusiasmo ni por parte de restauradores, ni de las propias instituciones. El propio Fernández Eraso contaba esta misma semana en una comparecencia en Juntas Generales de Álava que en La Huesera se había localizado la única pieza antropomorfa de esa época de todo Euskadi y que tras entregarse en el Museo, en Vitoria, la piedra se guardó en los almacenes y ha sido ahora cuando se ha comenzado a limpiar. A esto se sumó que las empresas contratadas por la Diputación para ayudar en el movimiento de tierras no estaban especializadas en Patrimonio, excepto una, y tras romperse la losa de cobertura de La Huesera se llegó a acusar al arqueólogo de haber sido el culpable. Aquello colmó las esperanzas de los dos profesores que prefirieron dejar el trabajo encargado.

Ocho enclaves del pasado El dolmen de Los Llanos, ubicado cerca de la carretera, poco antes de llegar a Kripán, tuvo como descubridor a Zoilo Calleja y fue excavado en el año 1982 por José Ignacio Vegas. Las piedras que lo forman, seis en total, describen una planta rectangular y cuenta con un pasillo de acceso de otras siete losas. Los expertos calculan que se utilizó durante al menos 1.000 años, desde el 3.250 antes de nuestra era.

El Encinal, en Elvillar, es el que se encuentra en un estado más delicado, ya que ha tenido que ser apuntalado en su interior. Es uno de los más sorprendentes, ya que las encinas han ido saliendo por entre sus piedras y posiblemente sean las que están desestabilizando las grandes losas que lo conforman. Este es el único en el que no se han localizado restos humanos en su interior.

Por su parte, la Chabola de la Hechicera es el más emblemático del conjunto, con 32 metros de diámetro. Según cuentan Fernández Eraso y Mujika Alustiza, fue descubierto en 1935, practicando J. M. de Barandiarán, al año siguiente, una pequeña intervención. En 1947 se realizó la primera excavación arqueológica por parte de C. Sáez de Tejada, Á. de Gortázar y D. Fernández Medrano. Posteriormente, en agosto de 1974 J. M.ª Apellániz

Efectuó otra excavación su excavación y lo acondicionó para ser visitado. Finalmente, durante 2010 y 2011 se realizó una intervención arqueológica con el fin de limpiar la estructura y delimitar la extensión y forma del túmulo original y posteriormente se dejó como hoy se puede apreciar. En 2013, libre de morteros, con las piedras del túmulo recuperadas y una zona de protección para impedir el paso de vehículos, quedó listo para las visitas. Allí se celebraba una fiesta de akelarre organizada en las patronales de Elvillar, que desde entonces se llevan a cabo en la plaza de la localidad.

El Alto de la Huesera, ya en el término de Laguardia, fue descubierto en 1947 por Fernández Medrano, dando inicio a la primera intervención arqueológica al año siguiente. Sin embargo, el estudio más minucioso fue el que realizaron Fernández Eraso y Mujica. Allí localizaron la única piedra antropomorfa que se ha localizado en el País Vasco correspondiente a esa época y además numerosos restos de sílex, un tubo de oro, cerámica y restos humanos hasta completar alrededor de 130 individuos. Su túmulo es uno de los más espectaculares y sus calizas blancas se debían ver desde muchos kilómetros de distancia.

Pasado Laguardia, en dirección a Samaniego, se encuentra el dolmen San Martín. Fue localizado por Barandiarán y Medrano en 1956 y excavado por ellos mismos en 1964. La cámara está formada por 10 losas que forman un polígono asimétrico. Sólo conserva una losa de la cubierta. En este monumento no se pudieron realizar dataciones con Carbono 14 “pues para combatir una infección de hongos que afectó a los restos fueron tratados con productos que alteran los resultados de los análisis”.

Cerca de Páganos, el dolmen de El Sotillo es el que ha producido mayor malestar a los arqueólogos por una actuación que desvirtúa sus características. Al parecer, para tratar de contener el cascajo de piedra de su interior se colocó un tapón a la entrada del corredor, una losa cruzada, lo que “supone el mayor atentado que se ha hecho contra el patrimonio histórico de Álava”, como lo ha calificado Fernández Eraso.

Por su parte el dolmen de El Montecillo, en Villabuena de Álava fue el fruto de una casualidad la causa por la que se encontró. Fue un agricultor al ir a desfondar un terreno. Este dolmen se encuentra muy cerca de un espacio compuesto por piedras que rinden homenaje a las personas asesinadas durante la guerra civil. Y esa misma limpieza que existe en ese lugar se ha pretendido trasladar al dolmen con tan mala fortuna que el túmulo, en vez de ser circular es ovalado. Pero eso no quita para que el dolmen tenga una gran belleza y que ambos lugares merezcan un pausado paseo para disfrutar de ellos.

Por último, el dolmen de Layaza, situado en un terreno entreverado entre Leza y Laguardia, es un corredor situado sobre un montículo ya en la carretera por la que se accede a Peñacerrada. Apenas se han encontrado restos humanos, por lo que resulta difícil su datación. Lo localizó Domingo Fernández Medrano en 1952 y fue excavado en 1957. La cámara está integrada por 7 losas que forman un recinto muy desigual. Se conserva parte del corredor de acceso, aunque se aprecia cómo era en realidad. Un pequeño desliz ha dejado unos hierros asomando en el terreno, correspondientes a algún cartel, que podrían ocasionar algún accidente.

El recorrido. Comienza en el dolmen de Los Llanos, en Kripán, y le siguen El Encinal, en Elvillar; La Chabola de la Hechicera, también en Elvillar; el Alto de la Huesera, en Laguardia, donde también se localizan San Martín y El Sotillo; el dolmen de El Montecillo, en Villabuena, y el de Layaza, en Leza, cerca de la carretera que conduce a Peñacerrada.

Los Llanos. Ubicado cerca de la carretera, poco antes de llegar a Kripán. Las piedras que lo forman, seis en total, describen una planta rectangular y cuenta con un pasillo de acceso de siete losas.

El Encinal. En Elvillar. Es el que se encuentra en un estado más delicado, ya que ha tenido que ser apuntalado. El único en el que no se han localizado restos humanos en su interior.

La Chabola de la Hechicera. Es el más emblemático del conjunto, con 32 metros de diámetro. Descubierto en 1935 en Elvillar.

El Alto de la Huesera. En Laguardia. Fue descubierto en 1947. Allí está la única piedra antropomorfa que se ha localizado en el País Vasco correspondiente a esa época y restos de sílex, un tubo de oro, cerámica y restos humanos hasta completar 130 individuos.

San Martín. En dirección a Samaniego. Localizado en 1956. La cámara está formada por diez losas que forman un polígono asimétrico.

El Sotillo. Cerca de Páganos. Es el que ha producido mayor malestar a los arqueólogos por una actuación que desvirtúa sus características.

El Montecillo. En Villabuena. Lo descubrió por casualidad un agricultor al ir a desfondar un terreno.

Layaza. Entre Leza y Laguardia. Es un corredor situado sobre un montículo. Apenas se han encontrado restos humanos.