lanciego - Primar la calidad frente a la cantidad, desarrollar productos nuevos que se acerquen con más facilidad a los consumidores, singularizar el producto para dotarlo de personalidad propia? Ésas son las inquietudes de los bodegueros de Rioja Alavesa, entre ellos, de bodegas De Luis R., de Lantziego, que, junto a la crianza de vino en el fondo del mar, en el puerto de Gijón, realiza también un experimento de microvinificación en la bodega en el que combina desde un depósito de hormigón en forma de huevo a barricas de 500 litros, el doble casi de lo normal para la crianza.

La razón de esa inquietud la relata Alfredo Rodríguez, el responsable de la elaboración, quien explica que “nos hemos embarcado en un proyecto nuevo a causa de nuestra vocación por innovar y también porque en estos momentos hay gente experimentando con iniciativas especiales”. La idea se venía acariciando desde hace tiempo porque se contaba con la materia prima necesaria, el viñedo, “pero nos faltaba adecuar dentro de la bodega lugares donde poder llevar a cabo nuevos proyectos vinícolas, con condiciones adecuadas”.

Al final han podido realizar una inversión bastante fuerte en maquinaria y en barricas y también en la forma de vendimiar la uva. Con esos elementos para poder comenzar a trabajar seleccionaron unos viñedos, de los más viejos que tiene la familia -que posee unas 30 hectáreas en total- y han realizado una vendimia manual, “en cajas pequeñas, porque antes lo hacíamos en cajones y hemos metido dos tinas nuevas donde hemos elaborado estas uvas especiales que hemos seleccionado en determinados viñedos”.

Son tinas de 2.500 litros, en los que sólo han echado 1.800 kilos de uva. Han utilizado las dos tinas, de madera de roble, compradas a tal efecto y se ha vendimiado a mano al mismo tiempo que se seleccionaban las uvas, también de manera manual. De esta manera se ponía en marcha el proyecto en el que se contaba con el viñedo propio, el terroir y las condiciones en bodega.

Explica Alfredo Rodríguez que este año, por suerte, la cosecha ha sido bastante buena y se confía en que el proyecto y los vinos que van a salir sean muy especiales. No en vano, las uvas proceden de dos parcelas diferenciadas, con un cien por cien de tempranillo en este caso. Una parcela está en la parte más baja del pueblo y otra en la más alta, entre los 450 metros de altitud en la zona de Assa y los 650 metros, casi en Kripan. Por lo tanto, hay mucha variación, tanto climáticamente, como de terroir y de todo tipo de condiciones.

Las uvas se elaboraron en dos tinas diferentes de madera y el vino resultante ha ido, por una parte, a barricas de roble, y la otra, la han puesto en estructuras ovoides semejantes a unos huevos de hormigón, para poder envejecer una parte en madera y la otra parte en ese material. “Es una prueba nueva y queremos ver cómo evoluciona, ya que lleva unos cinco meses, desde que se vendimió. Probamos el que está en madera y sabe de una forma y el vino que está en las tinas de hormigón también está evolucionando, aunque sin tener el aporte del sabor de la madera”.

Relata que este segundo está envejeciendo porque según les explicaron los fabricantes de los huevos es un hormigón que hace una transpiración similar a la madera, de aporte de oxígeno al envejecimiento del vino, pero sin añadirle sabores. “Estamos a la espera de cómo evoluciona y el resultado final está aún por definir. Quizás hagamos un coupage entre uno y otro. Todo depende de las aportaciones que hagan uno y otro procedimiento. Con la experiencia que saquemos este año sabremos lo que debemos hacer en la próxima campaña”. De momento, quienes lo han catado, han dicho que es un vino con mucha estructura, mucho color, muchos matices y muchos polifenoles. Pero aún hay que esperar a ver el final del proceso. “De grado, como era de viñas seleccionadas, salió con bastante, catorce y algo, potente? Pero está todavía en experimentación, sobre todo por ver los resultados de las dos formas de envejecimiento”.

En las tinas se ha trabajado con 1.800/2.000 kilos de uvas. Las bayas, además de seleccionarlas a mano las metieron en una despalilladora especial que han comprado y que tiene un sistema diferente al de otras, porque retira todos los peciolos, los granos secos o pasificados y solo deja los granos adecuados. Con ella se garantiza la calidad al cien por cien de las uvas que caen. Además no las rompe y a la hora de elaborar el vino resulta muy cómodo.

Diferenciación como clave La clave para estar en los mercados está en la singularización, la diferenciación. “Se trata de salirte un poco de la norma, como se está haciendo en Rioja Alavesa, donde se prima más la innovación y la calidad frente a la cantidad. En la misma Denominación hay modelos diferentes de bodegas y en Rioja Alavesa lo que hacemos es valorar mucho el terroir que tenemos, la idiosincrasia del agricultor, que es diferente de unas zonas a otras. Quizás sea por tradición o por los tamaños del terreno, ya que nosotros tenemos fincas pequeñas, que no se pueden masificar a la hora de mecanizarlas”.

La importancia del tamaño. Alfredo Rodríguez explica que “no es lo mismo fincas grandes, que tienen la mitad de gasto, porque no es lo mismo una finca de 30 hectáreas que diez fincas de tres o cuarenta fincas de media hectárea. Por eso creo que la gente que está innovando lo hace por dar un valor añadido a lo que tenemos: tradición, cultura, viñedo viejo o parcelas pequeñas”.

Innovación en el vino. El vino que han elaborado este año desde De Luis R. ya ha hecho casi la fermentación maloláctica en las barricas. Quieren lograr un vino más moderno, donde la fruta perdure más y lo haga sobre la madera. Pero el resultado no saldrá con el sello de crianza, ni ninguna otra “porque el Consejo nos obliga a tenerlo 12 meses en barrica, o 18. Además utilizamos barricas de 500 litros. Nos hemos salido de la norma porque creemos que para este vino lo bueno no tiene que ser lo que hace todo el mundo, sino algo diferente: la barrica de 500 litros le va a dar un aporte de oxigenación, en el que va a predominar menos la madera”.

Las normas, a un lado. “Por eso tenemos que salir de lo que establece la normativa”, añade Alfredo Rodríguez, “porque la normativa no está yendo al mismo ritmo de pasos que lo que pide el mercado”.

Uno de los responsables de la bodega anuncia sus intenciones.

500

Son los litros de parte de los recipientes elegidos por la bodega para su innovación.