Ciento veinticuatro años no se cumplen todos los días y si, además, acompaña el buen tiempo y se suma al programa la llegada de la Korrika, el resultado de la celebración no puede ser otro que un rotundo éxito. La feria ganadera del Viernes de Dolores de Llodio organizada por la asociación Aberedunak transformó el espacio comprendido por la Herriko Plaza, la zona de Aldaikoerreka y el parking anexo al antiguo centro municipal de FP en un caserío de dimensiones exageradas.
“Estamos muy contentos con el día que ha salido. Cuesta mucho organizar esta cita pero seguimos apostando por ella, priorizando el bienestar animal. El espacio es el de siempre y, por tanto, el número de cabezas de ganado similar al de pasadas ediciones”, explicó el presidente de Aberedunak, Justo Urquijo. En concreto, se trataba de 60 caballos de carne y montura, unos 160 ejemplares entre ovino y caprino, diez burros y la ya tradicional muestra de aves exóticas, junto a 65 cabezas de vacuno, entre las que destacaron varias parejas de bueyes y, por su impresionante cornamenta, dos ejemplares de cachena, que llegaron de un caserío de Ayala. “Estas vacas son típicas de Portugal y Galicia. Antaño se utilizaban para los trabajos agrícolas, como por aquí los bueyes, pero ahora se usan más como productoras de leche y, sobre todo, de carne, que es de excelente calidad”, comentaban entre sí los ganaderos que, de toda la comarca del Alto Nervión y el Valle de Ayala, volvieron a respaldar el tradicional evento.
Fue el caso de Fidel Alonso, de Llodio; de Asier Bolivar, de Olabezar, o de Joseba Ibarrola, de Saratxo (Amurrio) que acudió con enormes ejemplares de su rebaño de vacas charolesas, porque “no hay que dejar perder las tradiciones, aunque cada vez quedan menos explotaciones ganaderas en el valle y no hay relevo generacional”, apuntó. Otro que colaboró con la exposición de ganado, pese a no dedicarse al sector primario, fue Javi Unzaga. “He traído mis dos caballos de montura, no tengo más porque son animales a los que hay que dedicar mucho tiempo, si quieres que estén en forma, bien cuidados y alimentados. No es lo mismo que tener caballos de carne que los sueltas a pastar y casi te desentiendes. Por ejemplo, es aconsejable cambiarles las herraduras cada mes o mes y medio, para que no sufran los tendones”, apuntó.
No en vano, se encontraba en las inmediaciones de la exhibición de herraje que estaba efectuando Alfredo Orio. “Es un profesional de ello, tanto para bueyes que se destinan a pruebas de arrastre, como para caballos que van a pasear por carretera. Lleva colaborando con nuestra feria más de ocho años”, explicó otro de los miembros de Aberedunak, Benito Ganzabal. Con todo, el mayor atractivo de la cita de ayer lo aportó Miguel Ángel García, de Sodupe, muy conocido en Llodio por su trabajo en el matadero municipal. Y es que acercó nada más y nada menos que dos alpacas, o como dijeron varios niños “ovejas peruanas”, así como dos corrales de cabras un tanto difíciles de ver por estas latitudes. “Las blancas son gingertanas sicilianas y se crían tanto para carne como para leche, y las rojizas son alpinas. Una raza muy extendida por Francia y de actitud lechera en exclusiva”, informó.
Mastines de Perú Respecto a las alpacas, García explicó que en Perú las utilizan “para carga, producción de lana que se cotiza a un alto precio, y para cuidadoras de ganado, como aquí pueden ser los mastines, ya que allí no existen depredadores como el lobo, sino mucho más pequeños. Son muy protectoras y defiende su territorio”, subrayó quien también cría hasta canguros. “No me dedico a la ganadería, pero me gustan los animales de siempre y, aunque también tengo autóctonas azpigorri (cabras), he traído ejemplares raros de ver para que los conozca la gente”, sentenció.
La cita se complementó con una amplia variedad de productos agrícolas, alimenticios y artesanales que acercaron más de medio centenar de expositores, junto a maquinaria y elementos propios para el trabajo con animales o en el campo. Asimismo, hubo desafío de aizkolaris y demostraciones de levantamiento de piedra.
Esta feria ganadera data desde que en 1890, coincidiendo con la festividad religiosa del Viernes de Dolores, se inauguró en Llodio el nuevo recinto ferial de Arraño. Fue entonces cuando se comenzó a organizar la exposición y el concurso de ganado que, con algunos cambios, ha llegado hasta nuestros días. Es tal su importancia que tan solo se ha dejado de celebrar cuatro veces: en 1937 por la Guerra Civil y en otras dos citas por una grave epidemia que afectó a las reses y por la caída de una intensa nevada. La suspensión más reciente fue en 2010 por el boicot de asociaciones ganaderas a las ferias ante su disconformidad con el plan de gestión del lobo de la Diputación Foral de Álava. Lo más singular del festejo es que los laudioarras cuentan ese día con un permiso de gula que les permite consumir carne a pesar de que se trata del Viernes de Cuaresma. Esta exención estaba motivada, en su origen, por la asistencia masiva de ganaderos que se acercaban andando a Llodio desde caseríos de todo el valle y transportando a sus animales. Se trataba, sin duda, de un importante esfuerzo físico que requería de una alimentación más fuerte que la que permitía la abstinencia católica. Ayer el municipio volvió a cumplir con la tradición.
Importancia. La feria del Viernes de Dolores en Llodio es una de las citas ganaderas más importantes de Euskadi durante los meses de primavera. Hasta la localidad del Valle de Ayala se acercan profesionales del sector llegados de toda la comarca y de regiones limítrofes con los mejores ejemplares de su ganado.
Festividad. Dadas las circunstancias, la cita se convierte en un hervidero de curiosos, que aprovechan la jornada para disfrutar, sobre todo, en compañía de los más pequeños.