azazeta - El silencio y la falta de implicación institucional ante los horrores de la guerra civil ocasionados por la dictadura franquista se rompieron ayer cuando las instituciones vasca, alavesa y local se dieron la mano para recordar y homenajear a las 16 personas asesinadas en Azazeta hace 80 años.
En una jornada que pronosticaba lluvia y que fue fiel justo a las doce del mediodía, cientos de personas fueron llegando en vehículos particulares y en autocares hasta la pequeña localidad de Azazeta para realizar el homenaje a estas personas a través de sus familiares.
En su plaza se había instalado un pequeño altillo en el que se había colocado un atril y una estela, en la que se han tallado los nombres de las dieciséis personas que la madrugada del 31 de marzo al 1 de abril de 1937 fueron fusiladas en lo alto del puerto y semienterradas allí mismo. Sin embargo, el acto se realizó en el pueblo para poder facilitar la presencia de todas las personas que quisieran estar, ya que en el bosque donde ocurrió el crimen apenas había espacio para todos.
Antes de la hora prevista para el comienzo del acto institucional fueron llegando el diputado general, Ramiro González; el presidente de las Juntas Generales de Álava, Pedro Elosegi, y portavoces de los grupos junteros; la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia; la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, así como la consejera de Justicia y Trabajo, María Jesús San José. Junto a ellos estuvieron el alcalde de Arraia Maeztu, Anartz Gorrotxategui, y de Iruraiz Gauna, Susana Díaz de Arcaya, además del de Vitoria, Gorka Urtaran, entre otros.
El homenaje comenzó con la llegada del lehendakari, Iñigo Urkullu, que, una vez en la zona reservada a las autoridades, y junto a una numerosa representación de familiares de los asesinados, escucharon una grabación recordando aquellos acontecimientos ocurridos hace 80 años, amenizada por la txalaparta.
la ofensiva Los fusilamientos de Azazeta de la madrugada del 31 de marzo al 1 de abril de 1937 fueron ordenados por el general Mola en su visita a Vitoria el 27 de marzo, con el objetivo de ultimar la inminente ofensiva de las fuerzas sublevadas franquistas.
Con estos fusilamientos, además de querer mantener atemorizada a la población alavesa, se quiso también lanzar un mensaje de advertencia y terror dirigido a Bizkaia, y a las fuerzas políticas contrarias a los sublevados.
Las 16 personas, todas ellas comprometidas políticamente, se encontraban en la prisión provincial de Vitoria, que se situaba en el punto donde se cruzan la calle La Paz y la calle Postas. La noche del 31 de marzo fueron puestas en libertad, pero en el exterior de la prisión fueron de nuevo detenidos. Los ataron para, seguidamente, subirlos a dos vehículos. La comitiva abandonó la ciudad y se encaminó hacia Estella. Se detuvo en el punto kilométrico 16 de la carretera A-132. Una vez abandonados los vehículos, fueron llevados, monte arriba, a un lugar situado aproximadamente a 70-80 metros de la cuneta derecha, donde los fusilaron, sin juicio previo.
En su intervención, el lehendakari, Iñigo Urkullu, destacó el compromiso con la “democracia” y la “libertad” de estas personas así como de todas las víctimas de la dictadura franquista de Álava. Urkullu recordó que “las 16 personas asesinadas en Azazeta no fueron las primeras ni las últimas. Con anterioridad, los sublevados franquistas habían ejecutado, paseado, al menos a otras 151 personas solo aquí en Araba”. Por eso, el lehendakari terminó afirmando que “mantenemos viva su memoria y reafirmamos nuestro compromiso con sus ideales y valores”.
A continuación, accedieron al estrado el diputado general, el presidente de las Juntas Generales de Álava y el alcalde de Vitoria y juntos descubrieron la estela que recordará aquel suceso y que se complementará con una placa historiada del suceso que se colocará en el futuro. Tras ello comenzó una emotiva ofrenda floral con familiares.
Entre ellos estaban los nietos de Teodoro González de Zarate, Maite y Fernando, que comentaron que el acto era “un reconocimiento a todos los que fueron asesinados y ahora al fin se reconoce y se da una justificación. La verdad es que estamos muy agradecidos”.
Por su parte, Carmen y Araceli, hijas de Antonio García Bengoetxea, comentaban que para ellas el acto había sido “muy fuerte y un poco tarde y muy emotivo. Esto nos recuerda otras cosas, como que faltan nuestros tíos, que lucharon mucho por denunciar estos crímenes. Ya solo quedamos nosotras dos”.
En un extremo de la plaza, con una gran pancarta, la plataforma vasca contra el franquismo, para pedir que “la impunidad acabe”, según comentaba Eduardo González: “Los homenajes están muy bien, pero pedimos verdad, justicia y reparación para las víctimas. Y en esa verdad está el fin de la impunidad de los crímenes”.