gasteiz - Iván Igartua (Vitoria, 1972) comparte sus primeras experiencias como vicerrector de la UPV/EHU, cargo al que accedió justo ahora hace dos meses en sustitución de Javier Garaizar. Licenciado en Filología Española y Eslava, finalizó su formación en Moscú y ha sido profesor en la Facultad de Letras de Gasteiz y director de Investigación y Coordinación Lingüística del Gobierno Vasco entre 2011 y 2013, así como autor de numerosos relatos, libros y artículos.

¿Qué balance realiza de estos dos primeros meses como vicerrector?

-Ha sido un tiempo rico en experiencias y vivencias y de aproximación a los distintos asuntos que se llevan desde el vicerrectorado. Pero también ha dado tiempo para ir encarrilando ciertas cosas, como algunas convocatorias, posibles redistribuciones de espacio para las nuevas necesidades que van surgiendo o la dinamización del Centro de Investigación Micaela Portilla, aunque es todavía un proceso largo... Uno de los retos es consolidarlo y que tenga vida académica y de investigación. Tras este periodo de prueba, de aterrizaje, el balance es positivo y ya estamos viendo las distintas posibilidades que brinda el campus y de incorporar nuevos elementos a la labor diaria del vicerrectorado.

¿Más allá de las oportunidades que abre el centro de investigación, el campus tiene margen para crecer?

-Respecto a los espacios físicos, no vamos a tener muchas posibilidades de ampliar en los próximos años, de tal manera que lo que nos toca es redistribuir dentro de lo que ya tenemos. Hacer previsiones a medio-largo plazo no sería realista.

Volviendo al Micaela Portilla, ¿en qué plazos nos movemos para verlo a pleno rendimiento?

-Algunos grupos han empezado a trabajar ya en el centro y vamos a tener una inauguración oficial en unas semanas, con las autoridades políticas, académicas y por supuesto los distintos grupos de investigación. Tenemos pensado hacer el acto el próximo 10 de abril. El centro va a tener en total 12 grupos de investigación y van a estar representadas las líneas de trabajo en Lingüística, Historia y Arqueología, que serán las fundamentales. El traslado está siendo progresivo y para tener a todos los grupos ya instalados será cuestión de semanas o a lo sumo meses. A lo largo de este año esperamos tenerlo a pleno rendimiento.

Teniendo en cuenta que el centro está físicamente construido desde hace bastante tiempo, ¿se ha demorado más de lo necesario?

-No, ha sido un proceso que llevaba su tiempo, porque la asignación de espacios no se ha hecho de manera automática, sino siguiendo un sistema complejo de baremaciones. Ha llevado su recorrido, pero el tiempo que se está tomando para hacer bien el traslado se encuentra dentro de lo razonable. Hay que tener en cuenta que tenemos grupos de en torno a 30 investigadores, cada uno con sus circunstancias, despachos y espacios.

¿Qué otros retos se marca para estos compases iniciales de mandato?

-Nuestra hoja de ruta está basada en tres retos objetivos principales. El primero es consolidar el campus de Álava como principal agente de formación e investigación y también en todo lo que tiene de transformación social a partir de estos dos elementos. El segundo tiene que ver con la presencia y la integración de nuestra institución en la ciudad y, en general, en Álava. Históricamente se han hecho esfuerzos en este sentido y es una línea en la que tenemos que seguir incidiendo, no sólo por convencimiento personal sino porque se nos reclama desde fuera. La llegada del tranvía y el futuro soterramiento van a ayudar a incrementar esa presencia, a mejorar la imagen y la funcionalidad del campus, porque se va a romper un poco la barrera física y a veces mental que existe ahora por las vías del tren. De todas formas, la percepción general de quienes vienen aquí es que es un campus magnífico en cuanto a instalaciones y concepción urbanística. El tercer reto tiene que ver con avanzar hacia un campus más accesible, más sostenible y mejor en el ámbito de la convivencia de todos los colectivos que lo conformamos. Sin duda tenemos que mejorar en algunos aspectos y en todo lo que tiene que ver con la presencia de pequeños problemas en el campus, por llamarlos de alguna manera, que provoca un colectivo minoritario de estudiantes de forma más o menos esporádica, con altercados y disturbios. Son tres retos generales que se irán plasmando en objetivos concretos en los distintos planes anuales de actividad.

Precisamente, una de las espinas clavadas que le quedó a su predecesor fue mejorar esa relación con el alumnado, según confesó en septiembre a este periódico. ¿Hay alguna medida ya sobre la mesa?

-Las primeras medidas tienen que ver con mejorar y estabilizar los canales de comunicación con los representantes del alumnado y, a partir de ahí, ver en qué se puede materializar la colaboración, conociendo de cerca sus intereses e inquietudes. Pero no estoy hablando de un colectivo determinado sino en general de los estudiantes. Después se buscará integrarlos en determinadas dinámicas tanto del vicerrectorado como en general de la vida de la universidad, y eso sólo puede tener resultados positivos.

El campus va a estrenar el curso que viene el nuevo grado en Ingeniería en Automoción. ¿Cómo está siendo la acogida hasta ahora?

-En las últimas ferias de orientación universitaria y en las jornadas de puertas abiertas se ha percibido claramente que ha generado un interés enorme, y además las plazas son limitadas. Estamos muy esperanzados porque es una apuesta ambiciosa y realista en la proyección, que además nos puede servir como modelo de colaboración entre la universidad y otras instituciones como las empresas y la FP. Es una gran apuesta y muy interesante de cara al futuro. Si dentro de un tiempo existe demanda social, estudiaríamos organizar titulaciones en torno a esas nuevas necesidades. Este es uno de los compromisos permanentes de la actividad del campus, estar alerta, saber por dónde van los intereses de la sociedad y responder a ellos de la mejor manera posible. Tras muchos años en los que la oferta se ha mantenido estable, ésta va a ser una gran experiencia.

Este curso han puesto en marcha también el título trilingüe en Educación Primaria. ¿Prevé ampliar este modelo a otros grados?

-Esta experiencia nos va a servir mucho para identificar por dónde podemos ir avanzando en el ámbito de la formación trilingüe, pero tenemos una limitación que tiene que ver con la formación previa del profesorado. Hay que ver hasta qué punto hay una demanda real por cursar este tipo de estudios y si actualmente podríamos responder a esa demanda. De momento esto es lo que tenemos y no hay previsión inicial de ampliar, lo cual no quiere decir que no se haga en un plazo razonable.

¿Qué campus le gustaría dejar dentro de unos años, cuando abandone este puesto?

-Al margen de los objetivos fundamentales de los que he hablado antes, en el ámbito de la convivencia me gustaría lograr un campus tranquilo y en paz, donde los valores democráticos esenciales, libertad, paz y seguridad, estén garantizados. Si eso lo conseguimos, daremos un gran paso adelante. Los indicios iniciales nos son demasiado positivos, pero habrá que echarle imaginación y tratar de buscar las vías que nos puedan llevar a un campus que sea de convivencia, que no tenga cada dos por tres problemas relacionados con determinados intereses que a veces no se entienden demasiado bien.