VITORIA - Pilar Redondo (León, 1936) lleva doce años en la delegación alavesa de Séniors Españoles para la Cooperación Técnica (Secot). Una trayectoria intachable que el pasado año llevó a esta mujer a recibir el galardón Sénior Excelente, que esta agrupación estatal entrega en colaboración con la Fundación Repsol, y que reconoce la iniciativa y esfuerzo de Redondo en su dedicación continuada a lo largo de este tiempo. Por votación de sus compañeros es también presidenta desde los inicios de la delegación alavesa de esta asociación sin ánimo de lucro formada por jubilados que de forma altruista ponen sus conocimientos y experiencia al servicio de nuevos emprendedores, pequeñas y medianas empresas, así como organizaciones no gubernamentales y otros organismos que no pueden pagarse un asesoramiento privado.

¿Cómo se le ocurrió la idea de trabajar después de jubilarse?

-Estaba trabajando todavía cuando uno de los voluntarios de Secot de Bizkaia vino a verme y me pareció interesante lo que hacía colaborando en la asociación. Yo siempre he trabajado en el mundo de la educación en distintos niveles de Secundaria y en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), por ejemplo, he estado veinte años. Y al final entré en Secot porque creí que podía aportar algo. Ahora, entre mis tareas está la de coordinar las tres áreas de funcionamiento de Secot (asesoramiento empresarial, actividades formativas y sociales y participación en diversos foros). Ahora mismo tenemos 13 convenios, pero hasta que llega la firma de ellos requiere esfuerzo. Todos los socios, además, nos reunimos cada quince días. Como presidenta me encargo también de la motivación a los voluntarios y de evitar que se sobrecarguen de trabajo.

¿Y sus familiares no le dijeron que aprovechara su jubilación para viajar o a disfrutar, en vez de para volver a trabajar?

-A ellos les pareció bien, si todavía podía dar lo que había aprendido. Nos ha jubilado la Seguridad Social, pero a mí la vida aún no lo ha hecho. Puedo dedicarme a otros colectivos y, de esta forma, también es bueno para uno mismo.

¿Y cómo fueron esos inicios?

-Cuando entré éramos muy pocos, por eso el campo al que me dediqué en esos momentos era al de darnos a conocer, así que mi labor consistía en reclutar a gente cercana a la jubilación y prejubilación que podían ser útiles como voluntarios en Secot. Después de esa primera fase empezamos con el asesoramiento de emprendedores y colectivos de inmigrantes que querían abrir bares, peluquerías o centros de baile, por ejemplo.

¿Y no se convierte en una obligación o se hace pesado?

-Todos los voluntarios tenemos libertad y flexibilidad de dedicación para que también se respeten las obligaciones personales y familiares. Por ejemplo, irte de vacaciones cuando quieres, o que te llamen por una urgencia personal, como cuidar de un nieto que se ha puesto malo. Por eso, procuramos, que los voluntarios trabajen en grupos o parejas para no dejar desatendidos a las personas que nos necesiten.

Los voluntarios encima no reciben remuneración alguna...

-No, todo lo que hacemos aquí es de forma altruista. Absolutamente y sin ningún matiz. Es más, hasta ponemos dinero por estar aquí porque pagamos una cuota para el sostenimiento de Secot, para los gastos de papel, teléfono, luz... Aunque gracias al convenio con el Ayuntamiento tenemos una ayuda para la cesión del local.

Entonces, ¿por qué alguien debería animarse a colaborar?

-Es un envejecimiento activo. Tratamos de beneficiar a terceros, al mismo tiempo que obtenemos satisfacción cada uno de nosotros, tanto a nivel personal, por ese sentimiento de utilidad, pero también a nivel grupal, porque somos un equipo de profesionales diferentes. Todo eso hace que se creen buenas sinergias en Secot y te enriquecen personalmente. Nuestro trabajo no son las grandes empresas, sino los autónomos y emprendedores jóvenes y no tan jóvenes que quieren abrir su propio negocio, pero siempre en micropymes o pymes (pequeñas y medianas empresas).

¿Qué le dicen a alguien que se ha quedado jubilado y quiere entrar en la delegación alavesa de Secot?

-Cuando alguien nos dice que se ha quedado jubilado y que quiere ayudar le invitamos a ir a alguna reunión para que nos conozca y el modo en el que trabajamos. Ser voluntario requiere tiempo, dedicación, esfuerzo y, sobre todo, entusiasmo. Que se forme un clima agradable, como el que hemos conseguido. Por eso, funcionamos en grupos o en parejas. Nuestro colectivo mayor es el de los jubilados o prejubilados. Por el aumento de éstos últimos entre nuestros voluntarios hace que la media de edad sea tan baja. Se trata de gente que se ha quedado fuera porque se ha fusionado la caja en la que trabajaban o que ha cerrado su empresa. Y también hay personas en activo, pocas, pero tenemos algún caso, como el de una arquitecta que nos ayuda de forma altruista.

Una de las actividades que realizan los voluntarios son los asesoramientos empresariales. ¿A cuántos ayudaron en 2016?

-Al conjunto de emprendedores hicimos 49 asesoramientos en 2016. En el programa Yuzz-Santander, por ejemplo, donde hacemos una labor de tutoría, ahora mismo hay una atención de diez proyectos (Tienen su sede en las instalaciones de BIC Araba, situadas en el parque tecnológico). Y un proyecto de Yuzz significa una gran labor de dedicación, de cinco meses de acompañamiento por parte de nuestros voluntarios.

¿Y cuántos asesoramientos se consiguen poner en marcha?

-Pues precisamente ése es uno de nuestros retos. Sabemos los proyectos que hemos atendido, pero no hemos contabilizado la creación de negocio. Nos gustaría saber cuántos están maduros y el nivel de empleo que crean. Hay unas estadísticas en el Estado que dicen que a los cinco años el 80% de los proyectos de emprendedores se caen. Un emprendedor tiene ideas pero pocos recursos. Está en proceso embrionario, pero el desarrollo satisfactorio crea empleo. Solemos insistir en la idea de que no estén solos, que creen equipos y de perfiles diferentes para complementarse. Hay veces que hemos sumado proyectos que podrían ayudarse. La soledad es terrible para el emprendimiento.

¿Hay algún proyecto que de entrada hayan rechazado?

-Cuidamos muy mucho de no frustrar vocaciones. El camino del emprendimiento es muy largo, pero sería muy lamentable por nuestra parte decir que no es viable. Eso no lo vamos a decir nunca, pero sí que les advertimos de que tiene una dificultad muy seria en el mercado. Por ejemplo, hay mucho proyectos que mueren en el camino y otros que no llegan a realizarse nunca porque reciben una oferta de trabajo. Y otros que se desinflan por el camino.

¿Hay alguno de los que se sientan especialmente orgullosos?

-Estamos contentos con todos. Incluso exhibimos en nuestras presentaciones alguna intervención de algún emprendedor. De hecho, varios de los que hemos asesorado en los centros de Álava de Yuzz han ganado el premio de viajar a Silicon Valley. El año pasado el premio 2016 a la asesoría excelente fue a Jakin Code (de los jóvenes Diego Gil y Mikel Díaz de Arcaya), un proyecto de soluciones a medida de inteligencia empresarial, como ciberseguridad, a los que habíamos asesorado para su creación. También el de Cruz Roja, que ayuda a colectivos a insertarse en el mundo laboral, orientándoles con los pasos a seguir está muy bien valorado. Damos armas para que encuentren trabajo y reforzamos su autoestima para que sepan venderse en una entrevista de trabajo por sus cualidades, no porque tienen una familia que mantener.

¿Cuáles son los asesoramientos más comunes?

-Yuzz, Jóvenes con ideas, representa el mundo del emprendimiento más evolucionado, al sector científico-tecnológico (Biología, Ingeniería...). Por esta razón, requiere unas 250 horas de dedicación por parte de nuestros socios. Por ejemplo, hacen temas de tecnología de lo más avanzada, como drones o aplicaciones sanitarias. Respecto a los centros de empresas del Ayuntamiento, lo más común suele ser el sector servicios. Y luego tenemos un tercer campo que es el autoempleo: por ejemplo, un psicólogo o dentista que quiere montar su negocio.

¿Cuál es el proyecto más curioso con el que os habéis encontrado?.

-Hemos tenido uno de drones, que cabían en la palma de la mano, que querían además sobrevolar bosques y zonas donde pudiera haber fuego. También otro curioso sobre una red de cuidados de gatos domésticos, otros sobre un proyecto de camping dividido en zonas: una para gente que puede pagar la plaza y otra para gente sin recursos y hasta un gabinete psicológico de armonía para parejas, de carácter preventivo.

¿Cuál es la inversión mínima para sacar adelante un proyecto?

-No hay cifra. Depende. Pero todos los que se sustenten en Internet apenas requieren inversión con la capacidad de llegar todavía más lejos, a más gente y países. Por ejemplo, una guía interactiva sobre bares y pintxos, que tuvimos. Aquí la barrera de entrada no es el capital, es el conocimiento para poder hacerlo.

¿Existen las suficientes ayudas para ser emprendedor?

-Existen ayudas, pero falta por desarrollar espacios de emprendimiento. Es una idea pendiente. Son ubicaciones de empresas para pocos recursos que acaban de empezar, donde además se pueden ayudar las unas a las otras. Por ejemplo, si alguien necesita publicidad, que te lo pueda hacer la agencia de al lado.

Dentro de sus actividades formativas, ¿este año va a haber alguna novedad?

-La novedad este año son las charlas en los centros cívicos La actualidad a debate, que nace con vocación de permanencia, como el sistema actual de pensiones que daremos en marzo. Son gratuitas y no se necesita inscripción.

También ha recibido el premio al proyecto al mayor impacto de Secot por el trabajo realizado en el Banco de Alimentos de Álava.

-Básicamente lo que hicimos fue planear cómo mejorar la gestión y organización. Fueron cuatro socios los que lo hicieron con muchísimas horas de dedicación. Todo ello hizo que al final en la categoría de Proyecto de Mayor Impacto fuera premiado este proyecto desarrollado por los séniors de Secot Álava para el Banco de Alimentos. Nuestros socios ayudaron al Banco de Alimentos en la mejora de su plan de gestión y organización interna. El sénior Víctor Allende Urruela recogió el galardón en nombre de todos sus compañeros.