Los seis jóvenes de Rioja Alavesa, a los que posteriormente se sumó la coordinadora de la actividad, que estuvieron trabajando como voluntarios en la isla griega de Chios, regresaron hace ya días a sus ocupaciones habituales. Pero para ellos, el drama que viven los refugiados que se hacinan en campamentos sin esperanza ni proyectos, es algo latente y que requiere de la solidaridad de Europa y del País Vasco. Aiala Baigorri y Eva Cañas, de Elciego, Toño Gainzarain y Jonathan Ruiz, de Elvillar de Álava, Iván Zapata, de Samaniego, y Uxue Fernández-Andes, de Oion, junto a Nerea Samaniego, no van a dejar en la memoria su experiencia, sino que en los próximos días van a iniciar una campaña de información y sensibilización para tratar de canalizar ayudas. Y entre ellas, la más importante, es la posibilidad de poder traer a Rioja Alavesa a varias familias a través de los llamados pasillos humanitarios. Aiala, Jonathan y Toño, junto a Nerea, han accedido a contar su experiencia, sus proyectos para el futuro y el compromiso personal que han tomado de no abandonar a esos refugiados a su suerte. De hecho, Aiala y el resto de los participantes en este encuentro celebrado en Elvillar, estuvieron durante el encuentro con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA pendientes de los avatares de uno de los refugiados que estaba tratando de llegar a Atenas sin autorización. A través del terminal telefónico fueron recibiendo noticias hasta que, de repente, un último mensaje les daba cuenta que había sido capturado por la Policía griega. “Ahora le tocarán unos días de palos antes de ser devuelto a la isla”, comentan mientras hacen lo que consideran el único apoyo cariñoso posible en ese momento: un selfi de los tres, para que supiera de su solidaridad.
ayudas económicas La situación requiere de soluciones globales. Cuenta Nerea Samaniego que de lo que se trata es de crear “pueblos refugio, un programa dotado de una ayuda económica para preparar las condiciones de la llegada de una familia o dos a cada municipio, una cifra que no es para tanto y que enriquecería nuestro entorno”. Esa medida iría en paralelo con las charlas y exposiciones de fotografías que se van a celebrar en los pueblos de la comarca, comenzando el próximo viernes en Elciego. El grupo partió el día 28 de diciembre para permanecer una quincena trabajando como voluntarios en un campamento en la isla de Chios. Lo primero que pudieron apreciar fue la existencia de dos campamentos diferenciados. Uno de carácter militar, instalado por el ejército griego, en una zona apartada y lejos de la vista de los turistas ocasionales, y otro el que había organizado el Ayuntamiento de la isla y que se había dejado para su coordinación a las organizaciones no gubernamentales que desarrollan sus actividades solidarias. A este segundo es al que les correspondió ir y allí se encontraron con el drama de unas instalaciones muy malas, tiendas de campaña sin doble techo, cubiertas tan solo por unos grandes plásticos que llevaban el lema de ACNUR, lo que no impedía que les calara el agua y tuvieran que vivir en unas condiciones infrahumanas.
trabajo en los campos Los voluntarios, tuvieron mejor suerte. Sus alojamientos eran edificios, hoteles. Y aún así, en una isla que es turística sólo en el buen tiempo, las calefacciones brillaban por su ausencia y reconocían que ellos mismos tenían que dormir vestidos para no congelarse. Cuentan que su jornadas comenzaban a las seis y media de la mañana, con los desayunos, a los que les seguían los preparativos de las comidas y finalmente los de las cenas para unas 1.400 personas. Con ese ritmo, quedaba poco tiempo para el descanso o el ocio y en las semanas que estuvieron en la isla tampoco se les ocurrió irse de turismo. Cuando quedaban ratos libres se quedaban en el campamento y organizaban actividades con los niños o ayudaban a los mayores en lo que podían, incluso a montar las precarias tiendas de campaña para los nuevos que iban llegando y que por falta de espacio muchas de ellas ya están cerca del agua de la playa. Se refieren también a la falta de médicos y de medicinas.
A la entrada del campamento sólo había un botiquín para atender los numerosos accidentes domésticos o los malestares. Afortunadamente, los casos que requerían de asistencia hospitalaria eran trasladados, aunque siempre con mucho retraso, al centro médico de la isla. Pero la realidad es que la asistencia sanitaria que se facilitaba en el campamento adolecía de profesionales, ya que allí no estaban los doctores de Médicos sin Fronteras. Con la alimentación los habitantes del campamento tuvieron mejor suerte, ya que todos los días tenían la posibilidad de recibir tres comidas diarias, algo que no sucedía en el campamento militar, donde solo había un catering diario.
De todas formas, los voluntarios de las ONG no podían acceder al campamento militar, por lo que desconocían el estado en que se encontraba la gente aunque muchos de ellos salían para poder recibir alguna ración del campamento civil. Además, en este, las pequeñas organizaciones que trabajan con los refugiados llevaban a cabo actividades con los niños o daban clases de inglés a quienes lo pedían. El problema de los refugiados es que no pueden abandonar la isla sin autorización expresa y la documentación puede tardarles en llegar hasta un año, “lo que ocasiona una gran frustración” y hasta “una latente radicalización”, al tener que estar todo el día mano sobre mano, sin tener nada que hacer. A esto no contribuye nada la actitud de rechazo que hay por parte de la población griega que temen lo que puede provocar para la llegada del turismo a la isla el encontrar los campamentos de refugiados. De hecho, algunos comercios que anteriormente se solidarizaban con estas personas han sido boicoteados y algunos de ellos han tenido que cerrar sus puertas ante la falta de clientes.
Las ONG también han visto como se les negaba el alquiler de viviendas en la ciudad, para evitar su presencia por las calles de Chios. O si les alquilaban las casas éstas estaban completamente vacías, sin un solo mueble o silla. Para tratar de transmitir a los riojano-alaveses su experiencia y las necesidades que han encontrado han organizado una serie de actividades que se llevarán a cabo desde el próximo viernes en Elciego, Laguardia y Samaniego, de momento. En ellas, se ha previsto una charla coloquio y una exposición de fotografías mostrando lo que ellos han vivido en primera persona.