vitoria - Encontrarse con un control de alcoholemia en la carretera no resulta infrecuente, pero cuando los ertzainas acuden a un centro de trabajo para practicar un test de ingesta de alcohol ya resulta algo más sorprendente. A tenor de los resultados positivos que arrojó aquel examen policial, efectuado en octubre de 2015 en una conocida fábrica afincada en Agurain, la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, TSJPV, ha confirmado este año la procedencia del despido de un empleado que se enfrentó a sus superiores y que dio positivo en la prueba de alcoholemia. Los magistrados han resuelto desestimar el recurso interpuesto por el trabajador contra la sentencia emitida en mayo por el Juzgado de lo Social número 2 de Vitoria y confirma que la medida disciplinaria ejecutada por la compañía se ajusta plenamente a derecho.

Los hechos se remontan a octubre de 2015. El demandante, encargado de mantenimiento de la firma, debía presentarse en su puesto de trabajo a las 13.00 horas y, según constató la responsable de su sección, llegó 43 minutos tarde. Cuando esta le pidió explicaciones sobre el retraso, éste no ofreció ninguna y se limitó a contestar “hazme lo que tengas que hacer”. Ante tamaña réplica, se le pidió que se presentara ante el gerente de la empresa.

El pulso entre el trabajador y sus responsables fue ganando en agresividad y cuando éste se entrevistó con el gerente, la sentencia recoge que “se enfrentó a él con absoluta falta de respeto, amenazándole a gritos”. “Me estás buscando la boca y me la vas a encontrar” o “aquí en la empresa no, pero fuera ya verás”, son algunas de las frases que el empleado dirigió a su superior, de acuerdo con el documento judicial.

El auto también describe cómo estas frases fueron pronunciadas “con gestos agresivos, blandiendo el puño cerca del rostro del gerente” y aclara que los testigos precisaron que “se apreciaron claros signos de embriaguez que le impedían realizar sus funciones habituales con la diligencia necesaria”. Es más, el escrito recoge que en el transcurso del altercado, “llegó a firmar una baja voluntaria en la empresa”.

Cuando la discusión alcanzó un punto “inadmisible”, el gerente llamó a la Ertzaintza. A las 13.50 horas, una patrulla se personó en la empresa y le practicó una prueba de alcoholemia al empleado, que arrojó una tasa positiva de 0,63 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. En opinión de los responsables de la firma, un nivel “no apto para una correcta y segura ejecución de su trabajo y tipificado como falta grave”.

El estado de embriaguez, “grave”, y los enfrentamientos, “muy graves”, precipitaron el despido. Pese a que el trabajador nunca antes había protagonizado conductas similares, las reclamaciones que ha presentado ante los tribunales por considerar que su despido fue improcedente han sido desestimadas. - A. Burdain