vitoria es esta semana tierra de turistas. Los visitantes, llegados de ciudades estatales en su mayoría -sólo el 8% de las personas que vienen a conocer la ciudad lo hace desde el extranjero-, tienen estos días la oportunidad de conocer los entresijos de la capital alavesa con frío, pero sin apreturas. A los puntos tradicionales -la Plaza de la Virgen Blanca, la Plaza Nueva, la Catedral de Santa María, la Catedral Nueva y el Parque de La Florida- se ha unido este puente festivo el epicentro vitivinícola de Ardoaraba o el calificado como el mejor Belén del mundo, el de La Florida. Pero si hay algo que los turistas tienen en común es que ninguno se marcha de Vitoria sin llenar el estómago con unos pintxos ni dar un paseo por el Casco Viejo.
“Llegamos ayer por la noche y esta mañana lo primero que hemos hecho es ir a comer pintxos como posesos a un bar”, señala entre risas Víctor Ferrer, llegado directamente desde Barcelona junto a Marieme Sar y el pequeño Amador Demba Ferrer. Con una cámara de fotos en una mano y un mapa en la otra responden mientras caminan por la Plaza Nueva, tras una visita previa a la Plaza de Los Fueros -“donde se hacen los deportes vacos”, apunta de forma certera- Víctor. “Soy arquitecto y tenía muchas ganas de visitar Vitoria para conocer de cerca las plazas, el Casco Viejo y su arquitectura en general. Todo está muy bien conservado. Y la ciudad, preciosa”, incide este turista catalán, que en su periplo de estos días por Euskadi ha pasado también, como la mayoría de turistas que se acercan a Vitoria, por Bilbao y Donostia.
“Nos hemos animado a venir un poco de imprevisto y me ha sorprendido porque todo nos está pareciendo muy bonito”, relata por su parte Marieme Sar, que sonríe cuando su interlocutor les señala que esta jornada el frío está respetando a los visitantes más que otros días. “¿Que no hace frío? Para una africana como yo sí, pero es llevadero”, responde.
A medio camino hacia la Plaza de la Virgen Blanca, Raúl Bijuesca y Laura Pedret fotografían los rincones de la capital alavesa tras su llegada desde Zaragoza la noche anterior, cuando fueron recibidos por la espesa niebla que se ha instalado en Vitoria estos días convirtiéndola en una Londres victoriana. “Fue muy bonito llegar con la niebla, porque Vitoria es una ciudad que tiene encanto y así parecía todavía más misteriosa, aunque nos resultó difícil orientarnos y nos perdimos unas cuantas veces”, apunta Laura. Tras, como en el caso del grupo anterior, disfrutar antes que nada de la gastronomía local -“sí, ya hemos ido de tapas”, confiesan-, estos dos zaragozanos pisan Vitoria atraídos “por su patrimonio cultural”. “Antes de venir nos parecía una ciudad con mucha historia, antigua, y al verla nos ha gustado lo bien conservado que está todo. También nos ha llamado la atención que está muy limpia”, agradecen.
El Ayuntamiento de Vitoria reseñaba recientemente en un informe un problema que lastra la realidad turística gasteiztarra: la escasa estancia media de los turistas en la ciudad, que apenas alcanza los dos días. “Sí, nosotros vamos a estar sólo un par de días”, admiten los dos visitantes maños, que tras haber visitado buena parte de los puntos clásicos de la ciudad se disponían a alargar su estancia “disfrutando del ambiente navideño y los mercadillos”. “Vitoria nos ha parecido una ciudad muy romántica”, concluyen. Al otro lado del Casco Viejo, junto a la Catedral de Santa María, y en plena estatua de Ken Follet, otros dos turistas catalanes, Antonio Gómez y María José Aranguren, llegados de Castelldefels, sonríen mientras se fotografían junto al escritor inglés y reciben unas clases de la Vitoria histórica de su acompañante local, Maite García de Vicuña. Antes de reseñar cualquier monumento, estos visitantes señalan con sorpresa que, cuando iniciaron bien temprano su recorrido por la ciudad, no encontraron “ni un alma” hasta mucho después de las 10.00 horas.
Recuerdos de la infancia “Vitoria tiene fama de ser una ciudad muy bonita y ahora que la he conocido puedo decir que la fama es bien merecida. Es una ciudad preciosa”, asegura Antonio Gómez, que destaca la tranquilidad de la zona del Parque del Prado y el Paseo Fray Francisco, además de “las dos catedrales y la Plaza de la Virgen Blanca”. Por su parte, para María José su paseo por la capital alavesa era más especial, pues volvía a pisar la ciudad en la que pasó dos años de su infancia. “Hemos venido a ver a mi familia y visitar los lugares a los que iba de pequeña, como la Virgen Blanca. Todo ha cambiado mucho”, incide.
También para visitar a la familia, a su hijo en este caso, pero desde más cerca, de Donosti, llegó a Vitoria Dorleta Irastorza junto a Imanol Balda. “Aunque estamos cerca hacía mucho tiempo que no veníamos. Nos habían dicho que la ciudad ha cambiado bastante en los últimos años y es cierto. Teníamos un concepto de una Vitoria más oscura, pero realmente es muy bonita”, sostiene Dorleta. ¿Más que Donostia? “Bueno, son diferentes, no hay por qué compararlas”, responde, para concluir, de forma salomónica.