vitoria - Pedro Mari Manzanares, su mujer Natividad Cortés, el segundo matrimonio que les acompaña y tres menores más, se quedan en Abetxuko. Ayer anunciaron públicamente su movimiento. Una jugada simple, pero efectiva. Han logrado darle la vuelta a la situación y se establecen en el barrio “con todas las de la ley”, aunque con todo un barrio en contra. Antes de que se les agotara el plazo que les brindaba la Justicia para dejar la casa que habían ocupado ilegalmente, los Manzanares Cortés, asistidos por el responsable de SOS Racismo Araba, Fede García, han dado con la clave para permanecer prácticamente en el mismo sitio en el que se encontraban. Han aprovechado sus buenas relaciones con Remedios, una de las pocas vecinas con las que mantienen amistad, y le han alquilado la casa. Apenas han tenido que realizar mudanza, ya que se han trasladado a tres portales de distancia. Del número 54 al número 48 de la calle de El Cristo. De forma paralela, con el contrato de arrendamiento ya en la mano, la semana pasada acudieron a la Unidad de Padrón del Ayuntamiento y se dieron de alta por el procedimiento estándar. La aprobación fue inmediata, porque ahora sí cumplen con todos los requisitos legales. Desde el día 29 de noviembre, tal y como confirmaron ayer fuentes del equipo de gobierno municipal, están empadronados en Vitoria y son vecinos de pleno derecho. Una estrategia que les aferra a Abetxuko y les abre, de par en par, las puertas a los servicios sociales de la capital alavesa. Eso sí, enfrentados a todo un barrio. La asociación de vecinos Uribe Nogales, que hasta ahora había encauzado la acción vecinal y contenido los ánimos exaltados de algunos particulares, se hace a un lado y se retira, agotada, de las movilizaciones. Lo que pueda llegar a suceder en Abetxuko a partir de ahora es una incógnita, aunque muchos vecinos son francamente pesimistas. La tensión ha tocado techo y el único resquicio que les resta para esquivar el caos es que el contrato de alquiler no sea válido. Una de las copropietarias del inmueble en el que habitan actualmente los pichis, hija de Remedios, se ha manifestado en contra del arrendamiento y es posible que emprenda acciones legales para revertirlo.

Los rumores corrían por Abetxuko desde hacía varios días. Por una parte, se sabía que los bartolos no querían a los Manzanares Cortés en la calle Santo Domingo del Casco Viejo porque existían desavenencias entre ambos clanes. “Problemas de gitanos. No pueden venir aquí”, como zanjaba uno de los representantes del colectivo al hablar de sus problemas con los pichis. Tampoco podían regresar a Bilbao, porque al parecer también existe conflicto con la rama familiar que permanece en la capital vizcaína. Su única salida consistía en seguir en Vitoria, aunque lejos de la almendra medieval.

Desde un principio, los representantes de la asociación Uribe Nogales constataron que, a pesar de la unidad vecinal, un pequeño número de residentes mantenía buenas relaciones con los Manzanares Cortés. Una de sus vecinas, Remedios, propietaria junto a su marido del número 48 de la calle de El Cristo, no sólo hablaba asiduamente con ellos, sino que además fue una de las primeras personas que sostuvo en sus brazos a la niña que una de las mujeres de la familia tuvo recientemente, ya en Vitoria. Tan estrecha es su amistad que, al parecer, será la madrina de la pequeña. De ahí que los pichis le pidieran quedarse como inquilinos en su casa. La mujer accedió la semana pasada, pero su hija, copropietaria de la vivienda, ha participado en las movilizaciones vecinales y se muestra abiertamente contraria a alquilar el domicilio a los pichis.

La propia Remedios explicaba ayer que los pichis “son buenas personas” y que no tiene “ningún miedo” a convivir con ellos. Al parecer, ella y su marido compartirán techo con los siete miembros de la familia Manzanares Cortés en el número 48 de la calle de El Cristo. Su decisión ha quebrado definitivamente la calma en el barrio e incluso en su propia familia, ya que, según los vecinos, ni siquiera su hija le apoya.

Los ánimos en Abetxuko están más tensos incluso que en verano, cuando los pichis hicieron su aparición, y ya se habla de “conflicto”. Las redes sociales arden y muchos se sienten “engañados” por el gabinete Urtaran. “Sabían desde el día 29 que se habían empadronado en el barrio y lo han ocultado. Sabiendo cómo están los ánimos en la zona, eso es una terrible torpeza por parte del alcalde y por parte de Peio López de Munain. No son conscientes de lo que han hecho”, explicaban ayer los residentes.

Los vecinos, al igual que algunos grupos políticos, señalan al alcalde como corresponsable de la actual situación. Jorge Hinojal, de Podemos, denunciaba ayer “la forma de proceder del gabinete de Gorka Urtaran” y aseguraba que “no es de recibo ofrecer información contradictoria en un tema tan sensible como éste”, al tiempo que emplazaba al Departamento municipal de Convivencia a mediar para evitar que la tensión se relaje. Mientras, en la calle, eran muchos los vecinos que a la salida del ambulatorio, expresaban su malestar de forma vehemente al matrimonio arrendador. “Hay enfrentamiento. Se puede liar en cualquier momento”, añadían.

Fede García, en representación de los Manzanares Cortés, hablaba ayer también de mediación, aunque en términos bien distintos. Pedía a las instituciones que intervinieran para “poner el contador a cero”. Es decir, que se retiren las denuncias que existen contra los pichis -la de ocupación ilegal y la de intento de robo- para hacer tabla rasa y empezar de nuevo. “Si tienen voluntad de arreglar este tema lo tienen muy fácil. Hagan un informe favorable al juzgado y la señora juez no tendrá más remedio que archivar el tema que nos ha traído aquí”, señalaba. Al mismo tiempo, voluntarios de SOS Racismo colocaban carteles en el número 54 de la calle de El Cristo firmados por la familia Manzanares Cortés. En ellos se leía “Arantxa, estás en tu casa” y le agradecían “haber permitido de forma tácita permanecer 100 días bajo techo a una familia en situación de exclusión social”.