Artziniega - “Somos la exposición de belenes más diferenciadora a nivel nacional, no sólo por el importante número de montajes, que no piezas, que integra nuestra colección, con un total de 1.827 de los que 204 son novedad, sino porque con ellos trabajamos la etnografía y la antropología de pueblos de los cinco continentes y fomentamos la obra de artesanos alfareros típica de cada comunidad, un oficio ancestral que se esta perdiendo, mediante el encargo de trabajos exclusivos”. Teresa Lafragua, directora del taller-museo Santxotena de Artziniega, se muestra así de contundente a la hora de ofrecer al público motivos sacar un hueco de su tiempo y acercarse al museo para conocer, hasta el próximo 31 de enero, el mundo del belén.
Con dieciocho ediciones a sus espaldas, la mayoría de edad ha hecho que su artífice empiece a creerse la magnitud de lo logrado. “Veo fotografías de los primeros años en Bozate, cuando con 66 belenes escasos y mucha creatividad creía que tenía algo interesante que mostrar y me da hasta vergüenza, pero mira adónde hemos llegado. Sólo de Perú tenemos más de 130 pesebres, como dicen ellos”, afirma Lafragua en referencia al stand estrella de este año.
No en vano, el país andino tiene una importante cultura belenística que se refleja en la gran diversidad de sus artesanos y materiales. “No es lo mismo la costa que la selva o el altiplano. Donde hace frío, como en la región de la Puna, se nota porque las figuras aparecen muy abrigadas y hasta los animales encogidos, mientras que en áreas de calor, como Iquitos, prácticamente no llevan ropa”, señala el escultor Xabier Santxotena, que mira con un cariño especial a un belén de Trujillo en el que San José y María son indios Aymara y el niño Jesús “aparece sobre una balsa hecha de juncos de totora seca, muy típica del lago Titicaca, y rodeado de llamas, en lugar del asno y la mula”.
La sección de países tampoco se queda atrás. “Por fin he encontrado un belén en un árbol de la vida mexicano, pero del que más orgullosa estoy, por novedoso y raro, porque hablamos de un país cristiano ortodoxo que no vive el belén, es el de Rusia, donde estuvimos este verano y, para nuestra sorpresa, encontramos piezas que creemos van a motivar”, explica Lafragua. Son belenes metidos en huevos de Fabergé, pintados sobre sus famosas matrioskas y balalaikas, e incluso musicales, aunque también han adquirido una preciosista composición en abedul y creado un montaje propio, a base de muñecas del Kirguistán, aldeanas de las dachas y otros personajes ataviados con vestimentas típicas de los antiguos zares o las actuales parejas de novios, con un fondo pintado por la propia Teresa Lafragua en el que aparece el monasterio de Novodevitchiy y el lago de los cisnes que inspiró a Tchaikovsky para su ballet.
Asimismo, los impresionantes belenes napolitano y provenzal siguen creciendo en personajes y minucioso atrezzo, mientras Portugal ha sumado 24 montajes y se han logrado piezas de zonas tan inverosímiles, por su religión, como la India, Etiopía, Tailandia o las Islas Malvinas y Micronesia, por citar algunos. En uno de estos últimos, “el portal es una de sus típicas chozas-vivienda realizadas en corteza de árbol con la técnica denominada tapa, y los reyes llevan colgantes de diente de tiburón”, enumera Lafragua.
Con todo, ellos siguen apostando por la sección de autonomías del Estado. “Es nuestra pasión, mostrar en cada montaje las características culturales de cada región, de modo que los visitantes se vean representados y que ellos mismos nos expliquen sus tradiciones y folklore”, apuntan. Así, a los ya conocidos belenes euskaldun, valenciano, segoviano, andaluz, gallego, mallorquín y canario, entre otros muchos, se ha unido este año uno de Orense “elaborado con maderas arrastradas por el mar”, otro de Vigo “cuyas figuras son peregrinos”, un tercero de Badajoz, “en el que el niño esta metido en una bellota, San José porta un jamón y la Virgen, además de un queso, lleva un sombrero de casada con cintas típico de Montehermoso” o un cuarto de Santillana del Mar, con figuras de fantasía.
De igual forma, destacan dos adquisiciones procedentes de Alcalá de los Gazules en Cádiz. “Son obra de los hermanos María y Manolo Illescas. Ella elabora bolsos de corcho, dada la cercanía del Parque de los alcornocales, y la convencimos para que nos hiciera un belén de ese material y, casualidades de la vida, nos presentó a su hermano que, como la mayoría de los trabajadores del citado parque, hace figuras con mimbre, acebuche y álamo blanco de los árboles del recinto. Suyo es el que consideramos el belén más singular de este año, con animales típicos de su zona: un cerdo y un ciervo, cuyas colas están hechas con palmeras silvestres”, sentencia Lafragua. La muestra permanecerá abierta hasta el 31 de enero, de viernes a domingo, de 11.00 a 13.30 horas y de 16.00 a 19.00 horas, así como todos los días durante el puente del 3 al 11 de diciembre.