vitoria - No se trata de la casa ocupada en el número 54 de la calle de El Cristo, en Abetxuko. Es la casa de Arantxa, la mujer que no puede residir en su propio domicilio desde hace años. Primero, porque unas personas del barrio se aprovecharon de su buena fe y se colaron dentro para plantar marihuana ilegalmente. Llenaron el primer piso de tierra, lo inundaron de plantas, agujerearon techos y paredes para aumentar la ventilación y dejaron una deuda de 7.500 euros en la factura de la luz por los equipos de iluminación que utilizaban para hacer crecer el cultivo de droga. Cuando se descubrió el pastel y decidieron salir por piernas, vendieron las llaves de la vivienda a los pichis por 150 euros y desaparecieron. Atrás dejaron un drama familiar que los vecinos de Abetxuko no están dispuestos a olvidar sin plantar cara. Por eso han creado un grupo que apoya a la dueña de la casa y ya no quieren que se hable del número 54 de El Cristo, sino de “la casa de Arantxa”.
Tal y como explica el portavoz de la Asociación de Vecinos Uribe Nogales, Oscar González, “Arantxa es una persona especial que ha pasado por muchas dificultades y que padece una situación médica muy dura”. “Queremos trasladar a todas las instituciones, y a quienes la conocen, en qué condiciones se encuentra y cuál es su futuro”, señala González. “En su día tuvo que salir de su casa porque se encontraba en unas condiciones bastante insalubres y, debido a su inocencia, se aprovecharon de ella. Ahora vive acogida en un hogar que no es el suyo y sale adelante gracias al apoyo de las mujeres de Abetxuko”, añade. - DNA