xabier Egaña no puede evitar emocionarse al hablar de su obra pictórica en la iglesia de Antezana, especialmente cuando narra los motivos por los que se ha decantado por reflejar algunas imágenes de la guerra de los Balcanes: “Una muestra el puente de Mostar destruido y hay una pareja de novios a cada lado. Ambos quieren juntarse pero dudan en cómo cruzar el puente. Cuando lo intentan son asesinados por un francotirador. Los cadáveres se quedan en el puente, llega la primavera y la vegetación acaba cubriendo los cuerpos, pero la gente decide ir a por los cadáveres y enterrarlos”.

El puente de Mostar como metáfora, como “unión entre orillas, entre pueblos, en lugar de las alambradas y las fronteras que hemos construido” sustenta una de las pinturas con las que este artista de 73 años cubre desde 2012 las paredes de la reconvertida iglesia de Antezana. Una Capilla Sixtina que en los últimos años ha cruzado fronteras y que atrae cada verano a visitantes y curiosos que desean contemplar de cerca el trabajo de Egaña, que se muestra cautelosamente optimista a la hora de fijar una fecha aproximada para poner punto final a unas pinturas que recibieron sus primeros toques allá por el verano de 2012. “Si este verano va todo bien, y parece que todo está yendo bien, creo que el verano de 2017 podría ser el final. Como la gente no me mete prisa y yo tampoco me la doy vamos tirando, pero sí, miramos ya más hacia atrás que hacia adelante, aunque todavía no se ve llegar la meta”, subraya. “De todas formas, mi ama solía decir que al casi le falta todo”, responde entre risas. Aquí, a escasos kilómetros del aeropuerto de Foronda, el muralista getxotarra recorre con su pincel cada día las paredes de un espacio rehabilitado como punto de unión entre el arte y la espiritualidad. Bajo el título Pinturas para la vida, Xabier Egaña inyecta color al templo cada verano desde 2012, pues los inviernos regresa a Zarautz para evitar que el frío alavés, especialmente acuciante en la iglesia durante el invierno, cause estragos.

“Algunos dirán que vaya vacaciones, pero es que aquí no hay quien trabaje en invierno. Pero desde que me voy hasta que vuelvo pasan seis meses en los que le doy vueltas a la cabeza todo el rato, pensando en los colores, en las formas, y con ganas de volver en verano para subirme al andamio y volver a empezar. Son ya cuatro años de trabajo intensos, con mucha relación con la gente del pueblo, personas que vienen de visita...”, responde a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA durante el descanso de una jornada de trabajo en la que ha recibido la visita del arquitecto Juan Ignacio Lasagabaster, impulsor -entre otras cosas- de la rehabilitación de la Catedral Santa María de Vitoria.

“He tenido la suerte de recibirle y hemos estado comentando la obra, viendo cómo quedarán los remates finales”, explica Egaña, que en el que se anticipa como su penúltimo verano de trabajo en Antezana elabora los murales correspondientes a la cuarta fase del proyecto pictórico, correspondiente a los laterales de la pared izquierda de la iglesia y los muros en los costados del transepto.

Las hasta ahora blancas paredes de la iglesia han ido recibiendo durante estos años imágenes relacionadas con motivos de todo tipo, desde los religiosos hasta los que recogen hechos históricos como el muro de Berlín o la guerra de los Balcanes, o actuales como Palestina, pasando por una representación de los cuatro jinetes del Apocalipsis, Dante y su Divina Comedia. Entre los que están acaparando su atención este mes se incluye también un homenaje a la figura de la mujer, “con tres figuras femeninas creando una única unidad”, con la Virgen María leyendo. Además del citado pasaje de los amantes del puente de Mostar, la guerra de Yugoslavia centra también otro episodio de los murales que culminará este verano.

“muy cruda” “Es una imagen muy cruda, que recoge la historia de una mujer que incita al marido a posicionarse política y militarmente en la guerra, y cuando tras convencerlo el marido muere y ella acaba suicidándose, siendo rechazada además por sus hijos en un primer momento”, relata Egaña, en referencia a una de las instantáneas más conocidas y que mayor impacto generaron durante el genocidio de los Balcanes, con la mujer ahorcarda en un bosque, tras ser portada de multitud de periódicos en julio de 1995.

El fallecimiento del obispo emérito de Vitoria, Miguel Asurmendi, supuso hace unos días una triste noticia también para Antezana de Foronda, pues él fue una de las personas que contribuyó hace unos años a impulsar el proyecto de recuperación de la iglesia, autorizando la puesta en marcha de Pinturas para la vida, que no podrá ver terminado, como era su deseo, tras su jubilación.

“En Navidad hubo una exposición en la Escuela de Artes y Oficios con los bocetos que preparé para las pinturas, que tardé dos años en realizar y se los presenté. Él acudió a la exposición y fue la última vez que pude saludarle, hasta encontrarme de repente hace unos días con la triste noticia de su fallecimiento”, recuerda Egaña, que además de a su obra tiene que dedicar este verano un buen tiempo a recibir a los visitantes que se acercan a la iglesia a contemplar su labor, lo que le ha servido para comprobar cómo “se ha perdido la capacidad de leer el arte, los símbolos que durante siglos han estado presentes en las iglesias”.

“A veces te encuentras con un universitario que no tiene ni idea de lo que cuenta la Biblia sobre Abraham e Isaac, por ejemplo, y otras veces te das cuenta de hasta qué punto es necesario que la gente haga, digamos, una gimnasia para volver a aprender a leer las imágenes del cine, las novelas, la poesía, o incluso los anuncios. Se ha perdido mucho y por desgracia no sé cuál es el camino a seguir para recuperar eso, si es que hace falta recuperarlo”, relata Egaña.- DNA / Foto: DNA