vitoria - Una ardilla podría recorrer estos días el centro de Vitoria de cuadrilla en cuadrilla sin pisar el suelo. Están por todas partes. Y no sólo para almorzar en las terrazas, beber por los bares, asaltar la calle Dato a golpe de paseíllo y hacerse notar con las charangas. Que también. Lo suyo, además, es organizar actividades desde primera hora de la mañana para que el ánimo no decaiga, aunque apenas paren a repostar por la noche. Son los gajes del oficio. Dormir poco y hacer mucho para conseguir que la ciudadanía se mueva, para que disfrute. Y en ésas anduvieron ayer, entre otros, los blusas y neskas de Basatiak, Gasteiztarrak, Alegríos y Okerrak. Llenando las plazas con actividades para todas las edades, algunas novedosas, otras de larga tradición, sabrosas, infantiles e incluso vertiginosas.

A las 11.45 horas, ya olía que alimentaba en la Plaza Nueva. Basatiak había vuelto por tercer año al mismo escenario para ofrecer una degustación solidaria de patata alavesa Natuber con chorizo y vaso de vino. “La recaudación, un euro y la voluntad por ración, para el Banco de Alimentos de Álava”, explicó Dani, el speaker del festejo, con la voz algo cascada tras haber hecho una visita fugaz de tres horas, si es que llegaron a tanto, a la cama. “Es lo que toca. Lo que pasa es que cuanto te pones las albarcas, se te cambia el chip y lo das todo. Así que eso que dicen algunos de que los blusas se dedican a emborracharse y a hacer el bruto.... No”, defendió. Hacía tiempo que él y los suyos colaboraban con este colectivo en las campañas anuales, y la idea de promover una actividad de apoyo durante las fiestas surgió al darse cuenta de que “con la llegada del verano nos olvidamos de que sigue habiendo gente necesitada”.

Decenas de voluntarios de la cuadrilla habían llegado a la plaza a las ocho de la mañana, con la legaña en el ojo y el retrogusto de la cerveza en el paladar, para empezar a montar el dispositivo y ayudar a los cocineros de Boilur a preparar más de 3.000 platos. Y a las doce, ya estaban instalados tras las barras para empezar a servir a un montón de golosos vitorianos. Al final, como en las dos pasadas ediciones, hubo más cola que comida. “Pero las limitaciones son las que son. A las cuatro debemos terminar de recoger los bártulos para dejar el espacio libre para otras actividades”, matizó Dani, “e irnos a todo correr al paseíllo”.

Algo más tranquilos anduvieron los compañeros encargados de los juegos infantiles en la plaza Correos. A las doce todavía había poca chavalería. “Y cuando llegan, se acercan con timidez, pero luego se animan y de maravilla”, aseguró Mikel, uno de los basatiak que habían preparado todo para pasar un buen rato con los pequeños de la casa. “Está el hinchable de DNA, vamos a pintar un mural, recoger mazorcas... Blusas, neskas y txikis juntos. Está guay, aunque se haya dormido poquito”, sonrió. Él tiene claro que “La Blanca se tiene que vivir durante el día y, por tanto, hay que hacer cosas por la ciudad, estar a tope hasta el 9”. Y para conseguirlo, se resienta o no el cuerpo en el intento, “lo más importante es sentirla”. Eslogan made in Basatiak con el que Los Alegríos demostraron estar muy de acuerdo.

A la misma hora que la degustación de patatas pero en la Cuesta de San Vicente, esta cuadrilla dio inicio a una carrera de goitibeheras para celebrar los quince años que arrastran ya sus blusas negras. “Queríamos organizar una actividad que fuera especial, algo que no se hubiera hecho hasta ahora y este es el resultado”, subrayó Alain, al mando de la orquesta, feliz por la respuesta que había recibido la iniciativa. Se habían apuntado “30 vehículos, 42 pilotos, con participantes de 19 cuadrillas y particulares”. Mucha gente para ser la primera vez. Mucha también al otro lado de las vallas. Expectación a puñados que se transformó en risas, aplausos y gritos en cuanto comenzó la acción. Hubo pilotos torpes que se estamparon en la primera curva, otros supersónicos, vehículos muy profesionales, carritos para echarse a llorar, ruedas perdidas por el camino, cámaras go pro para recordar los momentos más vergonzosos, homenajes al Ferrari de Alonso y a Bob Esponja, disfraces de bailarina, cocodrilo y motero...

La gente brindó, al terminar el espectáculo, por el principio de una larga historia para las goitibeheras. Es lo que pasa con las actividades que funcionan, que se demandan, como ha pasado con el taller de confección de cuadros con papel de regalo de la cuadrilla Gasteiztarrak. “Siempre hacemos la gambada el día 8 en Bastiturri. El año pasado incluimos un taller de scrap con la colaboración de Caype. Hacer marcos con trocitos de papel de regalo que se van pegando con un adherente especial. Fue muy bien y nos propusieron hacer la actividad de forma separada, otro día, y aquí estamos”, contó Naiara, en plena plaza del Renacimiento, terriblemente fresca para haber dormido tres horas. “El 5 es un día especial, se coge con muchas ganas, y aunque intentas moderarte al final pasas un montón de horas fuera. Pero al día siguiente hay que cumplir. Y aquí estamos, a tope, que las fiestas de Vitoria son fiestas de día”, subrayó. La agenda bien lo demuestra, pero las cuadrillas más. Okerrak tomó el testigo por la tarde con una gymkana en el Arca. “¡Un no parar!”. - DNA / Foto: DNA/ José Ramón Gómez