a sus 48 años, Nerea Samaniego acaba de vivir una experiencia de las que no se olvidan, un periplo de 15 días por tierras griegas que le ha llevado a colaborar en distintos proyectos de ayuda a personas refugiadas en el entorno de la localidad de Polikastro, a escasos kilómetros de la frontera con Macedonia. Lo que se ha convertido en la particular cárcel de miles de víctimas inocentes que tratan de huir de la guerra y la miseria ante la pasividad de las instituciones europeas. “Ha sido una experiencia muy interesante, satisfactoria y también muy dura. Tenía gran curiosidad por conocer este problema a pie de campo”, explica Samaniego en declaraciones a este periódico.
Vecina de Lantziego, Samaniego ofrecerá esta tarde (19.30 horas) en el centro social del pueblo un testimonio personal en torno a su visita a Grecia y su labor allí, desarrolladas a finales de la pasada primavera. No será la única cita de Samaniego con los vecinos de Rioja Alavesa, ya que en días sucesivos desarrollará varios encuentros divulgativos más por otros pueblos de la comarca, de la mano de la red activista comarcal Ekiloreak. “Trataré de llegar al corazoncito de la gente, mover el tema y que se anime más gente a colaborar como voluntaria en Grecia”, anhela Samaniego.
Entre otros lugares, Samaniego conoció el ya desmantelado campo de Idomeni, el de EKO o el del Hotel Hará, así como otros asentamientos. Pese a que la activista iba a colaborar inicialmente con el proyecto Baby Hamman, centrado en la higiene de los niños, la clausura de Idomeni provocó que finalmente se dedicara al reparto de frutas y verduras frescas, aceite y otros enseres en campos cercanos a la frontera macedonia.
Esta iniciativa es la primera que lanza Ekiloreak, que en una primera fase busca sensibilizar sobre la emergencia humanitaria del Mediterráneo y la grave crisis política que se vive en Europa para, a la larga, colaborar en el terreno. “Ya que los refugiados no vienen a nosotros, tendremos que ir nosotros a ellos”, incide Samaniego.