Vitoria - Carlos López Losada (Gasteiz, 1970) es un ferviente defensor de la escuela pública y, sobre todo, de las ampas que lo integran. Y precisamente por ello, no duda en alabar el modelo de “calidad” que caracteriza al sistema, pero tampoco calla a la hora de censurar la progresiva guetización de la red local, en contraposición a la escuela concertada, una responsabilidad que achaca al Departamento vasco de Educación. A López le contemplan ya cuatro años al frente de la alavesa Denon Eskola y tres de Ehige, la Confederación de Padres y Madres de la Escuela Pública Vasca, una labor “gratificante” para la que no disfruta de ningún tipo de liberación.

Han dibujado esta misma semana un panorama desalentador para la escuela pública alavesa. ¿Desde cuándo han detectado que la segregación del alumnado extranjero es ya un problema alarmante?

-No hemos dibujado una imagen desalentadora de la pública, al contrario. Siempre defendemos una imagen de calidad. Es importante destacar que el modelo de la escuela pública es de calidad y que eso se nota, tanto en sus resultados como en lo que aprenden nuestros niños. Lo que sucede es que ya llevamos bastantes años denunciando una situación de palmaria guetización en algunos centros de Gasteiz que se está extendiendo ahora de forma alarmante hacia otros colegios. Es histórico que en la ciudad hay tres centros que siempre han servido de refugio al alumnado de origen extranjero, pero esto se está extendiendo y la cuestión es que hay que tomar medidas no sólo para corregir la situación, sino para que los colegios se vean con las herramientas necesarias para que puedan hacer lo que tienen que hacer, prácticas educativas de calidad.

¿Y esto cómo se sustancia?

-Primero, con la dotación de los recursos necesarios. El profesorado tiene que tener las herramientas y la formación suficientes para lograrlo. No es lo mismo estar en un aula en la que de repente a lo largo del año se incorpora un chaval a otra en la que lo hacen cuatro. ¿Cómo gestionas eso en un aula que lleva un ritmo y que, además, asume a chavales que normalmente vienen de fuera y no conocen el sistema? ¿Cómo se puede afrontar todo eso y que no suponga un problema? Luego hay otra cosa muy importante, y es que tiene que haber un equilibrio. No hablamos de repartos, porque las personas no se reparten, sino del alarmante desequilibrio que se da entre unos centros y otros, los públicos y los privados o concertados. En Primaria, el 90% de la población de origen extranjero va a centros públicos. Esto no puede ser debido a la casualidad, ni a la voluntad de nadie. Aquí tiene que haber algo más. Y queremos denunciar esta situación, porque nos parece lo más grave de todo. Se destina financiación pública a unos centros que luego no dan una respuesta que se les debería exigir para tener a todo tipo de alumnado. Si los centros reciben financiación pública, el Gobierno Vasco les debe exigir una corresponsabilidad.

Cree, entonces, que es una estrategia intencionada.

-Sí, estamos convencidos de que ha habido prácticas que no han sido legítimas, prácticas intencionadas y que debían haber sido cortadas hace tiempo. El reciente caso de los fraudes en los empadronamientos es claro. Estoy seguro de que desde las propias patronales de los centros concertados se han alentado comentarios y respuestas hacia familias que solicitan entrar en ellos para de alguna manera alejarlas. El caso de Samira fue ejemplar para esto. Nos hemos encontrado con una madre coraje que quiere cambiar a sus hijos de centro, que quiere llevarlos a uno donde no todos sean de fuera como en el que están, y tiene las respuestas que recibe. Como que esto es un centro religioso y como eres musulmana aquí no tienes encaje. ¿Esto cómo es? Hablamos de un centro con financiación pública. Luego hay otros centros en los que tienes que pagar una serie de cuotas... ¿Qué busca esta doble financiación? ¿Segregar? Si busca segregar a ciertos alumnos, nos parece grave y el departamento debe actuar.

Hablemos de lo positivo. ¿Hay algún ejemplo a seguir dentro de la red pública de Gasteiz?

-Ramón Bajo es el nombre paradigmático del ejemplo a seguir. Es un centro en el que hay un alto porcentaje de alumnado de origen extranjero y al que, aun así, se le ha dado la vuelta. Hace unos años estaba guetizado, pero ya no es un gueto. ¿Qué ha sucedido para que esto cambie? De hecho, ahora, tiene más solicitudes de entrada que plazas. De alguna manera, Ramón Bajo es un modelo exportable a otros centros, aunque tenga una sola línea y sea un centro pequeño. Su dignificación es un factor muy importante.

¿El Gobierno Vasco se ha limitado hasta ahora sólo a reconocer que hay una situación preocupante?

-Sí, siempre sale con tibiezas. Parece que tiene miedo a dar una mala imagen cuando denunciamos este problema. Pero no se trata de eso. La imagen de la escuela pública es muy buena, pero si no reconocemos un problema no lo podemos atajar. Cuando presentamos nuestro manifiesto en contra de la segregación del alumnado, las primeras palabras de Erkoreka fueron un no me consta. Pero los datos son de su consejera, y son preocupantes. No queremos hacer una tormenta, sino que se haga algo de una vez. Y esto es una reclamación de Denon Eskola y de los centros públicos que viene desde hace años.

Han llegado a decir que Educación “no apuesta” por la red pública como eje vertebrador del sistema.

-Es la propia consejera la que dice que sólo somos el 50%. En números puede que sí seamos el 50%, pero somos el 50% importante, porque somos el único modelo capaz de ofrecer educación gratuita de calidad para todos y todas. Los otros modelos, si los intentáramos exportar al 100%, no darían calidad a todos.

De perpetuarse esta ‘guetización’, ¿cuál es la consecuencia que más le preocupa a corto plazo?

-Es muy fácil pensar en lo que puede llegar a pasar. Pensemos en términos de ciudad. ¿Qué imagen damos cuando las personas que vienen de fuera sólo van a unos centros? ¿Esta desproporción da una imagen de ciudad cohesionada? ¿Es la que queremos transmitir? No hablamos sólo del origen extranjero de los alumnos, sino de los bajos índices socioeconómicos (ISEC) de los chavales que se concentran en determinadas escuelas. Esto ha sido denunciado como negativo por organizaciones tan poco sospechosas como la OCDE. ¿Queremos mantener el modelo? Es fácil imaginarse lo que puede llegar a suceder.

Han puesto ya varias sobre la mesa, ¿pero cuál es la medida más urgente que debería ponerse en marcha?

-Una de las primeras debería ser la oficina única de matriculación. Si las normas de ingreso en la educación para todos los centros son las mismas, debería informarse desde un único punto, con un cierto control y calidad. Evidentemente, hay que emplear recursos para esto, pero es que estamos hablando de la educación, que no es algo baladí. Y la segunda, modificar de una vez los criterios de baremación para entrar en la escuela pública, el criterio económico. No eliminarlo, pero sí buscar una redacción del mismo que evite el efecto pernicioso que tiene. Otra medida fundamental sería meter mano por fin al tema de las cuotas. Los convenios con los centros concertados establecen que todas las cuotas tienen que ser aprobadas por el departamento. ¿Dónde están esas autorizaciones? Aparte, hay que poner en marcha otras acciones que son muy importantes con las propias familias de todos los centros, tanto públicos como concertados. Hay que conseguir difundir que la diversidad es buena para nuestros hijos e hijas. Pero la diversidad positiva, porque la alta concentración no es diversidad positiva.

¿La creación de la mesa interinstitucional que va a analizar este problema es su gran esperanza?

-Es una esperanza. Para mí, la gran esperanza son las familias de la pública, lo tengo clarísimo. Si las familias empujan por que se hagan cambios, se van a conseguir. Y además, estoy seguro de que hay familias de la concertada que desconocían esta situación y que muchas de ellas se van a sentir apeladas para actuar. Se van a preguntar qué están haciendo y qué está pasando con sus hijos en los centros a los que los llevan. Ahora bien, apostamos decididamente por esta mesa. Si se lleva con ambición y ganas, puede llegar a dar sus frutos. Además, entendemos que hay ciertos centros en Gasteiz que pueden llegar a perderse si no se ponen medidas ya. ¿Son centros educativos o centros asistenciales? Las personas que van a formar parte de la mesa tenemos esperanzas en poder trabajar y, además, su configuración me parece adecuada.

¿Cuáles son los primeros pasos que va a dar este foro?

-Tenemos la reunión de partida la próxima semana y allí estableceremos los objetivos, el calendario y la hoja de ruta que debe seguir esta mesa. Nos ha convocado el alcalde, tal y como le habíamos solicitado personalmente, y ha dado un paso al frente. Esto no se debe convertir en un foro de debate, sino en un foro en el que se tomen decisiones sobre qué acciones llevar a cabo. Porque además, vamos a estar todas las partes implicadas: Educación, el Ayuntamiento, las familias, asociaciones afectadas, los directores...

¿No teme que el periodo electoral que se abrirá tras el verano ralentice el proceso?

-No. Por eso insisto en que mi esperanza son las familias de la pública. Si ellas tiran de este carro, no hay quién lo pare. Y la parte social no va a estar parada, porque las decisiones dependerán también de ella.

¿Confía en que la situación de los centros de Errekabarri y Aldaialde encuentre una solución rápida?

-Sí, confío en ello porque no queda otro remedio. Los problemas que se están dando para encontrar la localización adecuada para estos centros son debidos probablemente a que algo se hizo mal por el anterior corporativo. No tengo ninguna duda de que esto se va a corregir. Si no está solucionado ya, está en vías. Lo que ahora nos debe preocupar es otro tipo de cuestiones. ¿Qué pasa mientras tanto con los niños de Errekabarri que están yendo a otro centro? ¿Está ese centro preparado para acogerles durante los años que dure el proceso? Y en el caso de Zabalgana, no tengo ninguna preocupación seria, porque las ampas de allí van a pelear por ello. Además, entiendo que la consejería y el Ayuntamiento han dado su compromiso firme de que esto se va a solucionar. En caso, contrario, no sería serio.

Zabalgana, además, va a estar en el punto de mira el próximo año, con la organización de la fiesta de la Escuela Pública Vasca. ¿Una buena oportunidad para hacerse visible?

-Correcto. Es un poco la idea. La fiesta será el primer domingo de junio y Zabalgana ha cogido el testigo porque lo puede hacer, pero la idea es que sea una fiesta de todo Gasteiz. Sobre todo, una fiesta de la pública de Gasteiz. Aprovecharemos también para hacer una reclamación y una apuesta por una escuela inclusiva. Va a ser un escenario interesante. No tendremos el mar como en Hendaya, pero bueno... (ríe).

¿Qué otros retos importantes se marca para el próximo curso?

-Nos preocupa mucho la migración a los materiales digitales. El Gobierno Vasco está decidido a cargarse el programa de Libro Solidario, y aunque entendemos que esa migración es necesaria, no queremos que un programa exitoso se sustituya por nada. Tiene que haber un programa alternativo de materiales digitales que tenga la universalidad como principio, porque los materiales curriculares tienen que ser gratuitos. La situación económica sigue siendo la que es. La migración es necesaria, porque la amenaza de escuelas a triples o cuádruples velocidades sería muy real, pero hace falta un programa.