Gasteiz - Bandas organizadas que roban pisos en Vitoria. Comenzaron por el centro de la ciudad, pero a medida que pasaban las semanas fueron extendiendo su radio de acción hasta operar en los barrios más periféricos. Los agentes de la Ertzaintza y los de la Policía Municipal que patrullan las calles de Vitoria fueron los primeros en hablar abiertamente de oleada de robos y de un repunte sin precedentes de esta modalidad criminal. La Fiscalía corroboró sus palabras y, poco a poco, todos los organismos vinculados con la seguridad ciudadana reconocieron la situación. Se habló de grupos extranjeros dedicados profesionalmente a los robos, de una gran organización y de labores de contravigilancia para evitar a los agentes. El fiscal jefe señaló que sería muy difícil dar con ellos a menos que se les pillara con las manos en la masa y la pasada semana la providencia quiso que una vecina sorprendiera a uno de los atracadores en plena faena, que le persiguiera por la calle y que hiciera posible que la Policía Local de Vitoria lograra su primera detención relacionada con esta serie de atracos. Ya se han producido nuevas identificaciones y el Grupo 6 de investigación de la Ertzaintza ha avanzado mucho en sus indagaciones. Cada vez cuentan con más datos sobre la identidad de los integrantes de las bandas, su procedencia y su forma de trabajar.
Lo primero que supimos con respecto a su modus operandi es que preferían actuar en el centro de la ciudad. La gran mayoría de los palos se registraban en el Ensanche vitoriano y revelaban una segunda característica en común: buscaban joyas, relojes, dinero en metálico y objetos fáciles de vender. Las tablets, las videocámaras, los teléfonos móviles y hasta las gafas de marca les sirven como botín. Todo de pequeño tamaño, fácil de ocultar en una bolsa de deporte.
Minimizan los riesgos. Si es posible, no hacen ruido. Si pueden robar en los últimos pisos de un portal, lo prefieren. Son plantas por las que nadie pasa de camino a otro sitio. A menos de que alguien quiera ir a ese punto en concreto, nadie pasa por allí de improviso ni les molesta con miradas indiscretas. Si no pueden o no les convienen los últimos pisos, eligen los primeros porque la ruta de huida es más sencilla. Los pisos intermedios suelen ser los más seguros.
Otro detalle a tener en cuenta es la manera en la que abren las cerraduras. La Ertzaintza ha confirmado que hay varias bandas trabajando al mismo tiempo en la ciudad. Los georgianos trabajan con ganzúas de gran calidad y son capaces de abrir casi cualquier cerradura en pocos minutos sin causar daños. Gracias a estas ganzúas y aplicando una técnica denominada bumping, se abren paso hasta el interior del domicilio en cuestión de segundos. Pero no siempre actúan con sigilo máximo. Si no hay tiempo que perder, no pueden forzar la puerta y el botín es atractivo o si se sienten cómodos y saben que no van a ser molestados, no dudan en destrozar puertas y marcos para entrar. de todas maneras, no es habitual que empleen la fuerza de esta manera.
Por contra, otros grupos integrados por miembros locales, más jóvenes y con menos experiencia, sí se caracterizan por actuar con menos sofisticación y taladran los bombines. Una práctica que genera más ruido y que pasa menos desapercibida.
La cuestión de la movilidad es otro factor importante. Se sabe que los atracadores residen fuera de Álava, así que, para no dejar huellas, emplean coches de alquiler y taxis para desplazarse hasta Vitoria. Si pasan un tiempo en la ciudad cometiendo atracos, suelen contactar con alguna persona que resida en la ciudad. Alguien que no sea extranjero y que pueda alquilar un piso sin despertar sospechas. Este lugar será empleado por los ladrones para pernoctar, refugiarse y guardar el producto de los robos que se van cometiendo. La Ertzaintza confirma este extremo ya que en ocasiones se han hallado pequeñas piezas de joyería robada en alguno de estos pisos.
Horario de trabajo Los horarios son importantes, tanto a la hora de recabar información como al ejecutar los atracos. Lo normal es que actúen por la mañana y entre semana, cuando tienen la certeza de que los pisos señalados están vacíos. Para conocer los hábitos de los vecinos, acostumbran a apostarse en las inmediaciones de los inmuebles y recopilan la información de entradas y salidas. Les basta con una terraza o la cristalera de un bar en el que pasar la mañana simplemente observando. Los ciudadanos con hábitos más regulares, como las personas mayores que salen a misa o a pasear siempre a la misma hora, o los matrimonios jóvenes en los que ambos trabajan y llevan a los niños al colegio son algunas de sus víctimas favoritas. Por todo ello, los golpes se planificarán y ejecutarán principalmente a media mañana. Si es posible, uno de los ladrones realizará contravigilancia con un móvil por si de detecta presencia policial o movimientos extraños.
Últimamente, la Ertzaintza ha descubierto una pequeña variación en su comportamiento. Aunque varios miembros de una misma banda pueden acudir a una zona juntos, una vez que acceden al interior de los portales cada uno de ellos actúa por su cuenta, totalmente en solitario. Esto es lo que sucedió el pasado viernes día 10, cuando la vecina de la calle Bustinzuri sorprendió al único detenido hasta ahora robando en una vivienda y sus compañeros, que estaban tratando de entrar en otros domicilios, tuvieron tiempo de escapar.