vitoria - Gorka Urtaran se las prometía felices con su borrador de áreas autorizadas para soltar a los perros. Su objetivo en las dos próximas semanas era recibir aportaciones de colectivos sociales, animalistas y vecinos, incorporar las más interesantes al documento y a mediados de junio, con el inicio del verano, aprobar un decreto de Alcaldía para la entrada en vigor de las zonas de esparcimiento. Así de rápido, sin enredarse en debates, porque no quería acabar como su antecesor: con el mapa en la papelera y otros tres años más haciendo la vista gorda con los animales que ahora se pasean sin cadena aunque la ordenanza municipal obligue a llevarlos atados, a falta de áreas señalizadas, en toda Vitoria. Y entonces llegó la tarde del lunes, sonó el teléfono del primer edil y la llamada cambió los planes.

Ya no será a mediados de junio cuando el alcalde apruebe el decreto. Puede que ni llegue para agosto. Urtaran acordó en esa conversación que el Elkargune de Protección de Animales, organismo de participación experto en la materia, dispondrá de plazo hasta mediados de julio para trabajar en la mejor solución posible. Una decisión adoptada por presión. El Elkargune estaba dispuesto a plantarse porque considera que el mapa diseñado no tiene tanta urgencia, va en contra de los derechos de los perros y de sus propietarios porque es demasiado restrictivo, no ha tenido hasta ahora en cuenta su opinión y genera problemas de seguridad donde antes no los había. Y los grupos de la oposición, algunos por convicción, otros por electoralismo, iban a respaldar el boicot.

Lo que no pudo evitar Urtaran fue frenar la rueda de prensa que estaba programada al día siguiente. Ayer. “Pero no va a ser en el tono que habría sido de no haber tenido lugar la conversación”, aseguraron sus protagonistas. A la mesa se sentaron Martín Martín, de Apasos; Mari Asun Heras, de Atea; y Andrés Illana, de Ekologistak Martxan. De pie, les arroparon en representación de sus partidos Óscar Fernández (Irabazi), Jorge Hinojal (Podemos), Iratxe López de Aberasturi (EH Bildu) y Alfredo Iturricha (PP). Tomaron la voz cantante los animalistas. Dejaron claro que aceptan la prórroga, pero no la condición del gobierno de trabajar sobre el borrador ya existente. Según explicaron, en la última reunión del 23 de mayo se quedó en que habría que empezar el trabajo de cero para llegar a acuerdos.

“Y entonces coge el alcalde y transmite a los medios de comunicación que es cuestión de unas semanas”. Los colectivos animalistas se sintieron desconcertados “por las prisas del gobierno sin haber consensuado, pero también por la alarma que ha creado ante episodios de enfrentamiento que se producen pero no en las formas en que se ha expresado ni en esa medida”. A su juicio, la tremenda cifra de perros censados en Vitoria, más de 20.000, es la prueba perfecta de que los conflictos son puntuales y que es a partir de esa premisa con la que hay trabajar para hacer cumplir el reglamento. “Somos conscientes de que la ordenanza municipal de animales salió adelante con mucho trabajo, con un gran esfuerzo y por unanimidad, que normativas superiores obligan a llevar los perros atados y que los ayuntamientos tiene autoridad para habilitar zonas de esparcimiento, por lo que habrá que crearlas, pero por favor, con flexibilidad”, apuntillaron.

A priori, las tres asociaciones apuestan por que los perros puedan ir sueltos “con supervisión constante de sus dueños” en todos los parques, jardines y zonas verdes de Vitoria, “respetando las áreas de juegos infantiles y a los colectivos vulnerables”. Y tienen claro que el Ayuntamiento debería ser duro “y sancionar” con la ordenanza en la mano si viera a alguien incumplir esas condiciones. No obstante, su intención es hacer un trabajo de campo lo más serio posible. Y por eso han solicitado a la Policía todos los datos que maneje sobre conflictos protagonizados por mascotas y sus propietarios. Denuncias, quejas, motivaciones, zonas... “Y así, sobre esa base, comenzar a trabajar en un documento nuevo”, subrayaron. Es, en esto último, en lo que más insistieron durante la rueda de prensa. Aunque el gobierno siga pidiéndoles mejoras sobre el borrador que ya existe, no van a mover ni un dedo si no es haciendo tabla rasa.

El listado de áreas que les trasladó el equipo de gobierno, al que echaron un vistazo de veinte minutos durante la última reunión del Elkargune, les horrorizó. “Era casi igual que el que presentó el PP en la pasada legislatura, y por algo fue retirado”, señalaron, mientras Iturricha asentía con renovada creencia en una fórmula más flexible. Para los animalistas, el borrador de Urtaran parte “de un hecho que es un error, pensar que los perros van solos cuando van con personas que tienen las mismas necesidades que las personas que van sin perros”. El mapa contempla rincones dentro de polígonos, solares sin construir y caminos rurales “donde no hay mobiliario urbano, ni una fuente, nada”. También incluye áreas ajardinadas de viales “con mucho tráfico” y limita el uso de los parques a la noche, con los peligros que acechan en la oscuridad.

Por eso los animalistas tienen tan claro que hay que resetear. “Necesitamos un decreto que permita perseguir las conductas de los incívicos y ayude a los perros a socializar, porque además esa es la mejor forma de que no hayan situaciones de riesgo”. No se trata de anarquía canina, por tanto. “Al revés”, apuntillaron, “hablamos de convivencia y libertad”.

Áreas más flexibles. A priori, los animalistas apuestan por que los perros puedan ir sueltos “con supervisión de sus dueños” en todos los parques, jardines y zonas verdes de Vitoria, “respetando las áreas de juegos infantiles y a los colectivos vulnerables” y que el Ayuntamiento sancione si se incumplen esas condiciones.

Multas por heces. Los animalistas están de acuerdo con que el Ayuntamiento tenga mano dura con los dueños que dejan las heces en la vía pública, pero creen que no se puede relacionar esta realidad con el otro debate.

El representante de Apasos advirtió de que contar con áreas de esparcimiento flexibles evita las situaciones de riesgo.

La representante de Atea criticó las áreas autorizadas del borrador, sin mobiliario urbano o con uso limitado a la noche.

El representante de Ekologistak Martxan cree que el problema se ha inflado y que antes hay que contar con una radiografía real.