antoñana - La Feria de la Miel de Antoñana tuvo que pelear con un duro elemento, la lluvia, que trató de empañar la jornada e hizo que algunas personas se desanimaran y cambiaran su planteamiento de a dónde ir ayer domingo. No obstante, la de Antoñana es una de las ferias con más experiencia del calendario vasco, ya que cuenta con 22 ediciones a su espalda, así que hubo fieles que no se la quisieron perder.
Como es tradicional, los puestos se situaron en la plaza donde está la Junta Administrativ, el centro socia y el único bar que hay en la localidad, que eso sí destaca por su excelente tortilla de patatas. La fiesta estaba prevista que comenzara a las once de la mañana y a esa hora ya había un puñado de visitantes disfrutando entre los puestos de miel, queso, cerveza, pan, repostería y otros productos artesanales.
Destacó el puesto de las mujeres de Antoñana, con sus delicados bordados, así como la barra situada a la puerta del bar, muy bien aprovisionada de pintxos de tortilla y con una cubierta para evitar el agua de la lluvia y el sol. Del segundo no hubo nada que temer, pero los chubascos, algunos de ellos de gran intensidad, desbarataron por momentos los planes de los expositores, que en varias ocasiones tuvieron que buscar refugio en el establecimiento hostelero, entre ellos las bordadoras para evitar que se empaparan sus delicados trabajos.
En uno de los puestos se pudo ver a una de las personas que mejor conoce la riqueza de la miel de la localidad: Alfredo García, la persona que ha estado gestionando en los últimos años las colmenas de Antoñana. Según contó, “en este pueblo hace ya muchos años que se montó el tema de las colmenas, aunque más que como un complemento económico para las familias es un atractivo, un reconocimiento a un pueblo que está en un enclave natural bastante privilegiado”. De hecho, “está muy cerca del parque de Izki, y en él y en los montes de alrededor se hace una miel exquisita”.
El producto que da fama a la localidad “se extrae, se envasa y se comercializa con el sello de Euskolabel”. Es una miel generalmente de bosque que tiene componentes muy interesantes y está muy rica. “Es muy apreciada”, afirmó García. No obstante, a los productores no se les ha subido la fama a la cabeza. “No pensamos que somos los únicos que hacemos una miel excelente. Como esta miel se hace en casi toda Álava y en Montaña Alavesa hay varios apicultores que hacen una miel muy rica y muy bien presentada. En Álava somos varios, pero con Euskolabel sí que somos nosotros solos”, apuntilló el especialista.
El temor es que esa fuente de riqueza pueda desaparecer si se extinguen las abejas. Como contó García, “las abejas polinizan el 30% de las plantas que polinizan los insectos y en Europa suponen millones de euros relacionados con la polinización, muchísimos más que el valor del producto que en sí se saca de las colmenas”. Por eso, sería una hecatombe “que desaparecieran las abejas y debo decir que en estos momentos no estamos en una situación muy halagüeña, porque estos insectos tienen muchisimos problemas de supervivencia”. Sus principales amenazas son, ahora mismo, la avispa asiática, el ácaro de la varroa, la nosemosis, el cambio climático y el síndrome de despoblamiento, del que aún no se tiene claras las causas.