Vitoria - La joven protagonista de esta historia vive sola, de alquiler en un piso de Alokabide ubicado en una de las zonas de la expansión vitoriana. Trabaja mucho y duro para salir adelante pero, en ocasiones, cuando se levantaba por la mañana y se metía en la ducha, descubría con desagrado que no tenía agua caliente. No porque no pagara las facturas, que las pagaba, sino porque alguien le metía mano a los contadores y se apropiaba de su suministro.

“Forzaron la cerradura del cuarto de contadores y echaron cables para puentear las conexiones, de manera que me robaban el agua caliente y las facturas que me llegaban no eran sólo de mis consumos, también me cargaban los del vecino”, denuncia. Tras descartar un posible fallo del sistema y analizar lo sucedido en profundidad, los técnicos de la empresa que se ocupa del mantenimiento del inmueble dictaron sentencia. “Se ha producido un sabotaje por parte de unos vecinos y ya hemos enviado un informe advirtiendo de lo ocurrido a Alokabide”. Ella, por su parte, quiere dar a conocer lo sucedido “para acabar con esta situación tan desagradable y que no le ocurra a nadie más”.

Cuando se mudó a este piso a finales del año pasado, todo parecía de color de rosa. Nuevo entorno, vecinos amables y educados, un espacio propio y acogedor... Pero las cosas se torcieron pronto. “Un día, al volver del trabajo, vi que no tenía ni agua caliente ni calefacción. Le pregunté a la vecina y me dijo que ellos sí tenían, así que llamé a Alokabide pensando que se trataba de una avería”, relata. Aquella curiosa avería tenía un carácter intermitente. “A veces tenía agua caliente y a veces no. No entendía lo que pasaba hasta que en una ocasión vi al marido de la vecina enredando en los contadores. La cerradura de la tapa de los reguladores estaba rota, como en casi todos los rellanos del edificio, pero no pensé que me podían estar robando. Cuando lo vi no me lo podía creer”, explica.

A pesar de parar poco en casa por pasar mucho tiempo en el trabajo y de hacer un uso exiguo de la calefacción, el montante de las facturas oscilaba de forma sospechosa. “Haciendo siempre la misma vida, unos meses pagaba 30 euros y otros el consumo se disparaba a casi 100”, apunta mientras muestra los recibos.

sistema prepago Los responsables de Grupo Simec, empresa encargada del mantenimiento técnico del edificio, apuntan a que con el fin de evitar la morosidad, Alokabide ha adoptado un sistema de prepago. “Los inquilinos cuentan con un dispositivo tablet y van pagando por el uso de la energía. Hay que tener saldo para disponer de suministro. En este caso se ha producido un sabotaje del sistema por parte de unos vecinos para cargar el consumo a otros”, señalan.

Lo complicado fue descartar que se estuviera produciendo una avería, pero en cuanto se confirmó la manipulación, la autoría de los hechos resultó evidente . Uno de los domicilios, ocupado por un matrimonio con varios hijos, estaba recibiendo suministro sin abonar un solo euro. “Estos vecinos son bastante problemáticos“, indican desde la empresa. “Llevan con saldo negativo desde que entraron en el piso y han intentado sabotear y manipular el sistema desde el principio, pero no hemos podido asegurarlo hasta que hemos tenido pruebas de ello”, añaden.

“Todo el sistema está configurado electrónicamente, con contador de pulsos en los contadores, vía wifi... Creíamos que se trataba de un fallo, no de mala fe. Cuando finalmente hemos constatado el sabotaje y dispuesto de pruebas, hemos enviado un informe a Alokabide explicando lo sucedido y será Alokabide la que tome cartas en el asunto”, manifiestan desde Grupo Simec.

A lo largo de este periodo de investigación, los técnicos realizaron diversas pruebas. En una ocasión, retiraron el contador y lo sometieron a revisión para comprobar que funcionaba correctamente. “Una vez que se retira el chip ya no puede consumir, así que no había suministro disponible. ¿Qué es lo que hicieron estas personas? Cortar los cables de todos los vecinos”, aseveran. “Han hecho de todo. Han puenteado todo lo habido y por haber para tener suministro sin disponer de saldo”, agregan.

Manipular este tipo de instalaciones no resulta sencillo. No basta con tirar un par de cables, empalmar esto con aquello y hacer una chapuza. “Las electroválvulas que abren y cierran el paso se componen de un cuerpo y de una bobina. Pues esta gente ha llegado a desmontar la bobina de la vecina y colocarla en su electroválvula. Cuando lo descubrimos, colocamos unas bridas y ellos volvieron a cortar todos los cables”, indican.

Desde Grupo Simec señalan que, en general, la convivencia en este inmueble es buena. “Gestionamos varios edificios de Alokabide -apuntan- y éste es uno de los más tranquilos. Son sólo esos vecinos, que no pintan nada allí”. “Cada vez que hemos acudido para revisar la instalación salían ocho personas del domicilio, trataban de intimidar a nuestros técnicos... Hay mucha historia por detrás. Sabotajes de este calibre, con manipulación de cables y llaves, sólo la hemos visto en este bloque. Son gente que entiende de instalaciones o que conoce a gente que entiende”, concluyen.

Facturas irregulares. A pesar de hacer un uso regular de la calefacción y del agua caliente, las facturas de esta vecina oscilaban entre los 30 y los 100 euros.

Cerradura forzada. La cerradura de la puerta de los contadores había sido forzada y se veían cables extraños en la instalación.

Expertos. Los responsables del mantenimiento explican que se ‘puenteó’ la instalación de uno de los domicilios para cargarle el consumo energético de otro, manipulación que requiere de conocimientos avanzados.