vitoria - El camarero se acerca al fondo para tomar nota. A la mesa, un chico y una chica, amigos. “¿Agua fría o del tiempo?”, les pregunta. El chico hace un gesto de indiferencia. “Aprovecha”, le aconseja el camarero a ella, “¡que hoy puedes elegir!”. Son las tres de la tarde en Vitoria. Apenas ha pasado media hora desde que la Virgen Blanca se llenó para exigir la igualdad definitiva y efectiva entre hombres y mujeres. Todavía resuenan en la cabeza de la joven las palabras de las portavoces de Feministok Prest tras la manifestación, esa marcha histórica que ya nadie podrá olvidar en Gasteiz, tan multitudinaria, tan alegre, tan reivindicativa, con gente venida de mil sitios con una sola causa. Decían que la violencia machista, la que pega y la que mata, tiene en realidad “muchas formas, muchas caras, muchas cadenas, cadenas que día a día golpean la vida de las mujeres”, atándolas a la “dominación, a la sumisión”, abocándolas a situaciones de “inferioridad”. Comenta la jugada con su colega. Está molesta por lo que se supone que era una gracia. Esperan a que vuelva el camarero y, mientras sirve, le replican: “Y usted, ¿de qué tiempo es?”.

La huella del patriarcado duele, en las pequeñas cosas del día y cuando utiliza la fuerza para que no haya otro. Por eso el movimiento feminista de Euskal Herria decidió que había que unirse, salir a la calle y hacer mucho ruido. Y ayer lo consiguió, con una jornada llena de actividades lúdicas que resonó gracias al puñetazo sobre la mesa de la manifestación. Participaron miles de personas, 12.000 según la organización, gracias a la implicación de la gente a título particular y de la asistencia de 250 colectivos. Desde primera hora de la mañana, habían ido llegando a la ciudad autobuses repletos de mujeres procedentes de distintas localidades vascas y de asociaciones como Médicos del Mundo o Gafas Moradas, con ganas terribles por engrosar la marea morada.

Mientras tanto, las participantes de Gasteiz calentaban motores con una clase de zumbareggaeton feminista en Fueros, una kalejira en el Casco Viejo y la preparación de la gran comida popular que tendría lugar tras la manifestación en El Campillo. Y la ciudad, llena de pancartas, recordaba que este no iba a ser como cualquier sábado. Y no lo fue. A la una y media de la tarde, la marcha salió de la plaza Bilbao con irrintzis, batukada, vítores, carreras, bengalas, en un clima alegre y de protesta con viejas y nuevas generaciones, gente de aquí, de América Latina, de Holanda y de Inglaterra. Y una hora después, con la Virgen Blanca hasta los topes, continuaban llegando participantes. La plaza gritó a una “Gora borroka feminista”, “Europa canalla, abre la muralla” y otras consignas contra la violencia machista y la desigualdad, sin poder olvidar a la última asesinada en Euskal Herria, Nathalie Van Dut.

Hubo bertsos con la brillante Maialen Lujanbio y alegatos valientes. Amaia Villanueva advirtió a los agresores machistas que “responderemos como un único cuerpo”, Gladys Giraldo y Marina Sagastizabal denunciaron que “nos quieren naturalmente femeninas y jerárquicamente complementarias al hombre”, fuera de los espacios públicos, en casa al caer la noche “o de cantineras en las fiestas, presentes sólo para su disfrute”, pero aseguraron que el movimiento feminista seguirá afrontando esa realidad “con fuerza y movilizaciones, interpelando a las instituciones, acordando protocolos, creando redes de asistencia, usando pedagogía” y, como ayer, con la implicación de la sociedad.

Tras la manifestación, casi tan seguida a pie de calle como por las redes sociales gracias al esfuerzo de Feministok Prest, que echó mano de Periscope, continuó la jornada. Lo hizo con almuerzo, obras de teatro, concurso de cortometrajes, conciertos... Y las pancartas siguieron ondeando por toda la ciudad, bajo el sol, bajo la lluvia, de día y de noche, con un lema principal,“11 eraso 12 erantzun. Vuestras violencias tendrán respuesta”.