dos jóvenes -y ociosos- vitorianos decidieron dedicar la pasada madrugada a robar en los camarotes de un edificio de la calle Nervión, en Ibaiondo. Herramientas en mano, el chico, de 20 años, y la chica, de 17, subieron a la sexta planta del bloque de viviendas y procedieron a desvalijar ocho de los diez camarotes del pasillo izquierdo después de no poder hacerlo en el derecho.
Con el coche frente al portal, fueron sacando todo lo que encontraban para meterlo al maletero y la parte trasera del vehículo, pero hubo algo que llamó su atención: una botella del lujoso champán Moët&Chandon que uno de los vecinos guardaba en la despensa.
Tenían dos opciones, llevársela al coche, huir y brindar con ella en otro lugar para celebrar el atraco chocando sus copas o, qué demonios, tirar de carpe diem y bebérsela allí mismo, al momento, con los objetos robados desperdigados en el pasillo de la zona de camarotes. No pudieron resistirse y eligieron la segunda, pero el champán acabó siendo su perdición. Entre trago y trago el tiempo se les pasó volando, hasta el punto de que cuando llegó la Policía, alertada por el aviso de un vecino, los dos jóvenes se habían metido al cuerpo ya media botella.
De cualquier forma, a tenor de la narración de los hechos trasladada ayer por un vecino a este periódico, no se puede decir que el joven de 20 años y su compañera menor de edad fueran precisamente unos cacos de primer nivel, entre otras cosas porque el elevado ruido que generaban mientras desvalijaban los camarotes despertó a uno de los inquilinos alrededor de las 2.45 horas.
El hombre llamó a la Policía Local, que media hora después se personó en el lugar, y fue al subir cuando los agentes se toparon con la sorprendente imagen de los ocho camarotes reventados y a los herederos de Bonnie and Clyde bebiendo Moët&Chandon como si no hubiera un mañana. Al ser sorprendidos aseguraron a los agentes que eran “vecinos del cuarto” y que habían acudido con intención de coger unas cosas para, supuestamente, llevarlas al bar que la madre de uno de ellos tiene en la Avenida Gasteiz.
La excusa no convenció a los policías, principalmente porque los chavales no eran los vecinos del cuarto, así que acto seguido procedieron a su detención y traslado a la comisaría de Agirrelanda. Según informaba ayer el Ayuntamiento gasteiztarra, ambos han sido puestos a disposición judicial, aunque la joven menor de edad está en libertad bajo custodia de su madre. Los hechos han sido comunicados también a la Fiscalía de Menores para que actúe en consecuencia.
Con todo, la Policía Local continuaba ayer investigando el caso ante la posibilidad de que los dos detenidos pudieran estar implicados en otros robos similares. Según señalaron a este diario fuentes policiales, el joven atracador de 20 años es un viejo conocido de la Guardia Urbana, pese a su juventud, por haber protagonizado otros incidentes.
Entre los objetos que estos dos jóvenes cacos aficionados al champán estuvieron a punto de llevarse de este bloque de Ibaiondo se encontraba material de los más variopinto. De hecho, no le hicieron ascos a nada, pues quisieron robar desde una pantalla de ordenador hasta paquetes de macarrones, pasando por unos botes de crema facial, otras botellas de licores e incluso una bicicleta con el sillín de bebé incorporado y las ruedas deshinchadas.
También había paquetes de galletas y otros productos de alimentación, pero curiosamente lo único que decidieron abrir y beber en mitad del atraco fue la botella de champán.
campaña fraudulenta Por otra parte, la capital alavesa ha sido escenario durante los últimos días de una falsa campaña de captación de fondos para la Fundación Josep Carreras contra la leucemia, cuyos representantes han alertado de que una mujer joven recorre los comercios de Gasteiz pidiendo dinero en su nombre para el tratamiento contra el cáncer de una niña.
La mujer solicita al parecer las donaciones en nombre tanto de esta Fundación como de la Asociación Española Contra el Cáncer con la excusa de reunir el dinero necesario para pagar el viaje a España y el tratamiento a una supuesta niña de Budapest. La Fundación Josep Carreras tuvo conocimiento recientemente de lo sucedido después de recibir una llamada telefónica en la que la propietaria de una tienda de deportes de Vitoria les preguntó si realmente se estaba realizando una campaña de captación de fondos o, por el contrario, estaba siendo objeto de un timo.
En este sentido, la Fundación Josep Carreras mostró ayer su malestar e inquietud por el uso fraudulento de su nombre y recordó que todos sus colaboradores acuden a los establecimientos identificados con la identidad corporativa, además de asegurar que ellos no recaudan dinero al momento, sino que informan a la gente de su labor por si desean formar parte de la fundación como socios.