lantziego - Del corazón de Rioja Alavesa, en Lantziego, al fondo del mar. En 2016 se podrá disfrutar de las primeras botellas de vino nacidas tierra adentro pero envejecidas en las profundidades marítimas.
Será gracias a una iniciativa surgida al alimón entre un buzo-empresario y una de las bodegas más prestigiosas del territorio. Luis R., gerente de la bodega del mismo nombre creada por sus padres y en la que trabaja junto a su hermano, explica que decidieron poner en marcha tan curiosa iniciativa cuando el buzo Javier Domínguez, de Langreo, en Asturias, acudió a la bodega para contar un proyecto que tenía en mente en una larga comida en la bodega. A partir de ahí mantuvieron reuniones continuadas y ambas partes profundizaron en la idea hasta estar cada vez más convencidos e ilusionados.
Primero lo plantearon como un experimento. “Hicimos una prueba. Tuvimos unas botellas seis meses, el año pasado, para testar. Eran del mismo lote que el vino que había envejecido y que habíamos seleccionado previamente en bodega”, explican.
Parte de ese vino se llevó al fondo del mar y parte se quedó en bodega. Al cabo de unos meses organizaron una cata en el pueblo de Lastres, en cuya costa depositan las botellas, para observar la diferencia que habían experimentado uno y otro vino. “Y la verdad es que eran vinos diferentes. No está científicamente demostrado qué le puede aportar el proceso al vino, pero la diferencia es notoria y palpable”, subrayan.
La materia prima era el vino Selección que elabora esta familia. “Yo suelo decir que este es el vino de bodega, elaborado con el cuidado y el cariño de la familia procedente de nuestras 40 hectáreas de viñedos a diferentes metros de altitud y condicionado por los microclimas que hay en Rioja Alavesa, donde también hay otros sub-microclimas y condiciones orográficas, ya que tenemos viñedos a 400 y a 700 metros de altitud”, asegura Luis R., a lo que se suma la filosofía de hacer una vendimia seleccionando parcela a parcela “buscando siempre la excelencia”.
once grados de temperatura El vino que se queda en tierra y el que se sumerge en el mar son el mismo, pero al final hay diferencias, como explica este bodeguero. Por un lado está la mano del hombre, el carácter que imprime la tierra tanto a las personas como a las viñas, y por otro está ese actor tan importante que es el mar. “El mar le transmite su carácter y eso nos va a dar un vino único”, comenta, aunque admiten que aún desconocen qué le aporta a nivel científico.
Las botellas envejecen a una temperatura de unos once grados durante entre ocho y diez meses. Allí no tienen ninguna perturbación de luz y cuentan con una temperatura constante y ese pequeño vaivén que les da el mar, porque las jaulas están sujetas con unas moles de hormigón en el fondo del mar a 28 metros de profundidad, con una carencia de ruidos total.
El pueblo de Lastres reúne unas condiciones únicas, porque en su zona no hay tránsito marítimo, aunque los pulpos ya han intentado en ocasiones “echar” un trago, como cuenta Javier Domínguez.
visitas El proyecto se completa además con una interesante iniciativa, pues en Langreo existe un club náutico de buceo con el que están preparando visitas submarinas a la bodega del fondo del mar. La gente podrá desplazarse en yate hasta el punto donde se encuentra la bodega submarina y algunos van a poder bajar, con permiso previo, buceando hasta el fondo. En esa zona hay también cuevas submarinas, al ser un entorno muy cuidado y salvaje. Incluso en un momento dado podrán comprar y sacar una botella para degustarla.
Bajo el mar la presión es crucial, pues el vino se contrae. “La botella está llena, pero cuando la ves en el fondo del mar está contraída, parece que está medio llena y al sacarla a tierra vuelve a aparecer otra vez”, sostienen.
La experiencia tiene además el aval de saber que en algunos lugares se han eonctrado vinos y champagnes en barcos hundidos hace más de cien años que, al catarlos “tienen un sabor sorprendente”. También, en la actualidad, la firma francesa Viuda Clicquot está envejeciendo vino en el fondo del mar. La diferencia es que ellos van a tener el vino allí unos cincuenta años y en el caso de Lastres van a empezar con ocho o diez meses para luego decidir si está más o menos tiempo.
La primera inmersión ha sido con un jaulón de unas 650 botellas aproximadamente y pronto habrá una segunda inmersión. La idea es fondear un máximo anual de 1.236 botellas de vino. Ahora, por las condiciones climáticas que se han dado este otoño, el mar no les ha permitido fondear más. El vino submarino saldrá al mercado con el nombre de Cantabaco, combinación del mar Cantábrico y el dios Baco. Según subrayan, lo más complicado de todo el proceso ha sido, con diferencia, obtener todos los permisos de la Ley de Costas, algo que tuvieron que gestionar en Madrid. Por ahora les han dado una concesión para 25 años.
su nombre, cantabaco De momento, este vino envejecido en el fondo del mar no tiene precio. Pero para sus promotores esta cuestión no es primordial a día de hoy, pues la esencia en la que basan su trabajo es que “los vinos deben emocionar”. “En este caso hay cuatro actores y un misterio, porque el mar lo es. Y ese misterio aparecerá en el vino”, aseguran en la bodega Luis R. Y es que Cantabaco será un vino dirigido a personas que aprecian y valoran el mundo del vino. Gente que respeta por sistema cualquier vino y que lo disfruta conociendo o no el proceso de su elaboración.
“Nos gustaría crear un grupo de gente, un cupo, porque la producción será limitada y quien compre un año tendrá derecho a comprar también al siguiente”, adelantan. Para la comercialización del vino submarino han constituido una sociedad que lleva el nombre del propio vino y van a crear un equipo común para posicionar el producto “con mucho mimo, con mucho tacto”. “Aún así ya tenemos una demanda importante. Ya hay una lista de espera”, dicen. Cuando salga al mercado lo comercializarán en un estuche de botella único, como merecerá un vino de semejantes, y tan curiosas, características, envejecido a decenas de metros de profundidad entre peces pero para disfrute y gozo de aquellos que logren hacerse con una botella .