gasteiz - La Diputación alavesa trabaja desde la pasada legislatura en la elaboración de un Mapa del Ruido que busca poner solución a los problemas derivados de la contaminación acústica en el territorio. Está claro que Álava no es una excepción a la regla y que muchos de sus vecinos padecen niveles de ruido difíciles de soportar, incluso en las zonas rurales. El caso de Mari Jose Agirre, la vecina de Murgia que esta semana se ha plantado frente a la sede de la Diputación para denunciar la situación que se vive en su caserío, junto a la carretera N-622, es sólo uno de muchos. Para paliarlos, el nuevo gobierno foral ha acelerado los trámites que permitirán contar con ese Mapa del Ruido cuanto antes y, de hecho, según los planes que maneja las primeras actuaciones concretas derivadas de él podrían llegar ya durante el próximo 2016.
Así lo asegura en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el diputado foral de Infraestructuras Viarias y Movilidad, el socialista Josu López Ubierna, que en pocas semanas llevará el embrión de este documento al Consejo de Diputados para su aprobación inicial. “Lo tendremos para el primer trimestre del año que viene”, asegura López Ubierna. Fuentes de su departamento concretan que el visto bueno llegará a buen seguro “en enero o febrero”. A partir de ahí, se abrirá un proceso de información pública para que los ayuntamientos alaveses analicen el Mapa del Ruido y presenten, si así lo estiman oportuno, sus alegaciones. El documento definitivo, que deberá ser ratificado de nuevo por el Consejo foral, estará listo “para junio o julio”, según los mismos medios. En él ya estarán definidas las llamadas zonas de acción prioritaria, donde la Diputación alavesa actuará en primera instancia para paliar los altos niveles de ruido que arrastran. Lo hará en función de varios parámetros, como el grado de exposición a la contaminación acústica, el número de personas beneficiadas por la reducción de la exposición al ruido con las medidas paliativas que se propongan y la relación coste/beneficio de éstas. Según estima el ente foral, este plan de choque pondrá sobre la mesa medidas correctoras para un horizonte temporal de diez años.
López Ubierna prefiere no entrar al detalle hasta contar con el Mapa del Ruido entre sus manos, pero sí avanza que las intervenciones serán importantes donde la situación así lo requiera. “Probablemente habrá que poner pantallas de protección acústica en varios sitios”, advierte el titular de Infraestructuras Viarias. Por de pronto, los presupuestos forales para 2016 reservan por primera vez una partida económica específica para el Mapa del Ruido, que asciende a 50.000 euros. López Ubierna cree que esas hipotéticas primeras actuaciones también podrían llegar en el ejercicio venidero. “La idea es que ya se pueda hacer algo el año que viene, pero insisto en que hay que esperar a tener el Mapa. Cuando lo apruebe el Consejo se irá interviniendo”, insiste López Ubierna.
Cuestionado sobre la situación de Mari Jose Agirre, que como ya se hizo eco ayer este periódico prosigue su protesta a las puertas del Palacio de la Provincia, López Ubierna defiende que su departamento ha mantenido un contacto directo con ella, que “no se le ha dejado olvidada” y que, además, el ente foral ha accedido a reforzar las ventanas de su baserri y a recrecer su muro exterior. “Se ha intentado paliar un problema puntual, pero hasta que el Mapa no delimite esas zonas prioritarias no se van a tomar nuevas medidas. Nadie tiene más prioridad en el territorio respecto a otras personas”, advierte López Ubierna. Su departamento insiste en que, a la vista de que el inminente Mapa del Ruido estará elaborado con criterios objetivos, “no se quieren dar soluciones individuales y a bote pronto”.
Uno de cada tres habitantes de los países desarrollados asegura sufrir problemas de salud ligados al ruido, al tiempo que el 20% dice tener dificultades para conciliar el sueño a causa del tráfico, lo que eleva el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o hipertensión. Así lo advierten diferentes encuestas publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, en más de una ocasión, ha alertado de que el ruido constituye “una amenaza para la salud pública” y la segunda causa de enfermedad por motivos medioambientales, por detrás de la polución atmosférica. Entre otras consecuencias para la salud, el ruido provoca también insomnio, problemas de aprendizaje o tinnitus, los golpes o sonidos que percibe el oído sin proceder de ninguna fuente externa, y además sus efectos perniciosos no se circunscriben únicamente a los ámbitos urbanos.