un año más, y ya suman 26 desde que se recuperó la Feria de San Martín, la localidad de Santa Cruz de Campezo fue ayer el centro de atención de alaveses y de personas de otras regiones vecinas, que acudieron para disfrutar tanto de las diferentes exposiciones artesanas y agroalimentarias como de la feria ganadera y de la gastronomía.

Los artesanos de Montaña Alavesa volvieron a disfrutar del espacio de los soportales que existen en los bajos del Ayuntamiento de Campezo, aunque al igual que el año pasado, las ausencias se hicieron notar. Uno de los habituales, que tampoco estuvo con su puesto este año, comentó que el problema que viven estos artistas locales es que para ellos esa actividad es solamente “una ayuda” a sus economías y muchas veces solo una afición, ya que apenas logran cubrir gastos en muchas ocasiones. Sin embargo, la Inspección de Trabajo se ha cebado con ellos, tanto en esta feria, como en la de la Vendimia de Rioja Alavesa y en otras muchas, reclamándoles que fueran autónomos y que demostrasen el pago de entre 3.000 y 6.000 euros al año en cotizaciones a la Seguridad Social. Por eso, muchos han optado por no acudir más a estos eventos y cuando lo hacen de forma solapada corren el riesgo de sufrir fuertes multas. La consecuencia es que con esa fiscalización “nos están haciendo desaparecer, una parte de nuestra cultura y artesanía corren el riesgo de no volver a las calles y no habrá relevo generacional”, según un artesano.

Al margen de este problema, el resto de la Feria resultó un nuevo éxito, con mucha animación en las calles y una oferta rica y variada, tanto de trabajos artesanos como de productos agroalimentarios de extraordinaria calidad.

La presidenta de la Junta Administrativa, Juani Musitu, afirmaba que había venido “muchísima gente, tenemos un día precioso, y se suma la exposición de los artesanos en el frontón. Para Santa Cruz es un día muy grande”. En cuanto a los artesanos ausentes, Musitu se sentía solidaria pero matizaba que “no es cosa nuestra, lo tratamos de organizar de la mejor manera posible y, ¡qué más quisiéramos nosotros que pudieran venir todos!, pero eso es competencia de la Inspección de Trabajo y ahí no podemos entrar. De la misma forma que a ellos les pueden multar por estar trabajando, a nosotros también, por organizar, nos pueden sancionar”.

Además del Mercado de Productos, en el frontón municipal se llevaba a cabo la exposición de artesanos del cuero, textil, complementos, madera y otros productos, mientras que el Grupo de Costura de la Asociación Ega hacía bailar los bolillos entre los dedos realizando preciosas filigranas de bordados que atraían las miradas de todos.

Disfrutando también de la fiesta, el presidente de la Cuadrilla de Montaña Alavesa, Mikel Herrador Iriarte, decía que aunque este año había una generosa representación ganadera de alrededor de 120 cabezas, “la actividad ya no es la misma de hace unos años”. Sin embargo, lo importante es que “esta feria no sólo es un escaparate, sino que lo importante es que hace comarca, porque aquí viene gente de todos los municipios de la Montaña y se siente como algo propio”.

En cuanto a las degustaciones, una parte importante de la plaza de Santa Cruz se dedicó como cocina y espacio de reparto de pintxos temáticos de la zona. Morcilla de Maeztu trufada, queso Idiazabal de San Vicente con cebolla caramelizada en miel de Apellaniz y albóndigas de potro de Montaña, acompañados por pan de Azaceta, de La Vereda, fueron los tres pintxos que se ofrecieron. Los bocados fueron elaborados por Asun Quintana, de la cooperativa La Trufa de Álava; y por Rosa Susa y Esther López de Gauna, de Laboraria.