Los movimientos, tanto desde el sector como desde las instituciones, para que los vinos de Rioja Alavesa alcancen una mayor identificación y, si es el caso, una Denominación de Origen dentro o fuera del Rioja no son nuevos. Sin embargo, el debate se ha acelerado desde mediados de 2012, concretamente desde la entrega de los premios ABRA 2011 en Villabuena de Álava.

Los roces -por definirlo de alguna forma- entre La Rioja y Rioja Alavesa se han generado, fundamentalmente, desde la orilla riojana del río Ebro desde los años 80 y 90, cuando tanto desde el Gobierno Vasco como desde la Diputación Foral de Álava se impulsaron políticas de creación de infraestructuras de regadío y de mejora de caminos rurales en los pueblos de la comarca alavesa. La falta de iniciativa de los gobernantes de La Rioja de aquellos años fue larvando un sentimiento de recelo hasta el punto de que, con la llegada al Gobierno del PP de Pedro Sanz, se impuso una política de acoso en el Consejo Regulador -que rige los destinos de la Denominación de Origen Calificada (DOC) Rioja- hasta el punto de lograr identificar el órgano de los vinos con La Rioja, incluso en las políticas y en las promociones. Esa tendencia, por cierto, se mantiene.

Los vitivinicultores alaveses continuaron trabajando como lo habían estado haciendo. Primando calidad sobre cantidad, identificando el vino con un trabajo artesanal de calidad e investigando nuevos productos y ensayando variedades. En realidad, creando un modelo de negocio diferente al propugnado desde La Rioja. La cuestión es que con el paso del tiempo, en Rioja Alavesa se fue consolidando un sentimiento de identidad en muchas de las bodegas.

Formalmente, el primer acto en el que se planteó un matiz de reivindicación fue en junio de 2012, en Villabuena de Álava, en el acto de entrega de los galardones de ABRA, que se llevó a cabo en el Hotel Viura. En esa ocasión, la gerente de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa, Inés Baigorri, hizo un elogio “de las personas y los valores” de la comarca afirmando que “qué seríamos si no contáramos con tanta historia acumulada durante años y siglos (...) ¿Qué hubiera sido de nosotros si nuestros padres o nuestros abuelos hubieran vendido en tiempos de bonanza las tierras? Se hubiera escrito la historia con otro color de tinta”, afirmo. También resaltó que “cuando un vitivinicultor de Rioja Alavesa desarrolla su proyecto familiar aquí, busca su rentabilidad, pero también busca la rentabilidad de la comarca, de su comunidad, porque sino -lo sabe porque lo lleva en los genes-, ni sus hijos ni sus nietos podrán disfrutar de ella”.

Tras ellas se fueron produciendo otras muchas manifestaciones en la misma dirección. El más crítico fue el bodeguero de Artadi, Juan Carlos López de Lacalle, que el 28 de diciembre de 2014 mostró su disconformidad con el modelo de negocio del Rioja. En su opinión, el plan de negocio de la DOC “ha sido brillante y hay que felicitarlo, porque se pasó de vender 80 millones de botellas en 1990 a los 500 millones de la actualidad”. Sin embargo, “ése no es el modelo de negocio que necesitamos en Rioja Alavesa. El nuestro es algo muy lejos de la globalización. Es un negocio que vela por la identidad, por el arraigo al territorio, por unas estructuras familiares que se transmiten de padres a hijos”. López de Lacalle hizo que en Logroño, sede de las instituciones del Rioja, se llevaran las manos a la cabeza cuando anunció que por esa razón abandonaría la Denominación de Origen, hecho que formalizará el 31 de diciembre, según reiteraba ayer mismo

Poco antes de estas declaraciones, en el año 2013, los representantes del Gobierno Vasco en el Consejo Regulador habían abandonado el Pleno por el ninguneo al que se les sometía. Y una vez más, Pedro Sanz (PP) -marcando la senda a sus correligionarios alaveses, como al exdiputado general Javier de Andrés, que en ningún momento elevó la voz para defender al sector vitivinícola alavés- había vuelto a reiterar sus desprecios al País Vasco, al afirmar que si Álava se quería ir del Pleno, que se marchara. Para la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno Vasco, Arantza Tapia, Sanz se movía por el Consejo Regulador “como si se tratara de un coto privado”, con una total falta de respeto hacia las comunidades que están representadas en el Rioja.

La consejera le sugirió al presidente riojano que “lo que ayudaría al vino Rioja es contar con un organismo independiente, que actuara como tal, que no mostrara un absoluto desprecio al sentir de algunas de las partes constituyentes y que ante una crítica, basada además en datos demostrados y flagrantes incumplimientos de acuerdos adoptados, respondiera buscando el consenso y no la confrontación”.

A partir de ese momento, el proyecto para fraguar una mejor identificación del vino de Rioja Alavesa fue tomando forma. Pero sin prisas. Un año después de aquel encontronazo, en Labastida, antes de comenzar la Fiesta de la Vendimia, la consejera anunció que se trabajaba en un documento que se quería plantear al sector antes de darlo a conocer, pero fueron pasando los meses y fue entonces, en la precampaña electoral, cuando Ramiro González hizo pública la Declaración de Laguardia.

Ante bodegueros, viticultores y representantes de instituciones y partidos, González hizo una propuesta que reivindicaba un modelo de gestión diferente al actual y que planteaba dos medidas concretas. La primera, la asunción de la competencia administrativa de la Denominación de Origen, actualmente dependiente del Gobierno central, por las comunidades autónomas de Euskadi, La Rioja y Navarra. En segundo lugar, la definición de una Denominación propia de Rioja Alavesa, de común acuerdo con todos los sectores implicados en ella.

El entonces aspirante a diputado general por parte del PNV hizo un repaso a la historia del Rioja, incidiendo en que la epidemia de filoxera que tanto daño hizo a los viñedos franceses a finales del siglo XIX no afectó a Rioja Alavesa. “Esta circunstancia supuso un gran impulso a la expansión y la modernización de la industria de sus vinos, tanto por la apertura del mercado francés como por la popularización de las nuevas técnicas traídas por técnicos franceses que llegaron buscando nuevas tierras no afectadas por esta epidemia”.

También detalló cómo con el nuevo siglo comenzaron a llegar inversiones a Rioja Alavesa, tanto de empresarios de la zona como especialmente de Bilbao. En consecuencia, en la comarca alavesa y en Rioja Alta se empezó a dar prioridad a la calidad de los vinos. El resultado del buen hacer es que en 1926 se creó el Consejo Regulador con el objetivo de delimitar la zona de producción, expedir la calidad del vino y controlar la utilización del nombre Rioja.

En 1982, con el Estado de las Autonomías, se produjo un hecho significativo. La provincia de Logroño absorbió el nombre de La Rioja, afectando “a la comarca de Rioja Alavesa porque fue aprovechado por la comunidad limítrofe para patrimonializar la Denominación de Origen Rioja. “Pero Rioja Alavesa, con sus 13.000 hectáreas de viñedo y un peso del 20% en la Denominación de Origen Calificada Rioja, es una parte esencial del conjunto de ella”.

Ante este estado de cosas, Ramiro González fue contundente. “Reivindico el patrimonio singular que nos diferencia, reivindico la necesidad de poder realizar una gestión propia, que permita seguir siendo a esta comarca un referente vitivinícola a nivel mundial. Y todo ello dentro de una Denominación Rioja que sea la unión de las Denominaciones que la integran y en particular la de Rioja Alavesa”.

Ramiro González se comprometió, cuando fuera elegido diputado general de Álava, como así ha sido, a “la puesta en marcha, junto a viticultores, bodegas, asociaciones y otras administraciones de una mesa de trabajo para avanzar en conseguir un modelo de gestión propio que permita con las instituciones competentes la definición de un nuevo modelo de Denominación Rioja, que manteniendo la protección común, permita el avance y la definición de una Denominación de Origen propia de Rioja Alavesa”. En ello, precisamente, se ha insistido hasta la fecha hasta el punto de ultimar un documento de trabajo que sirva de hoja de ruta para lograr tal fin.