vitoria - El enigma quedó resuelto bastante antes de lo previsto. Sólo que a medias. Ayer, cuando nadie lo esperaba, el PSE anunció su respuesta al ofrecimiento de Gorka Urtaran de formar parte de un gobierno de coalición en Vitoria. Y fue un no. Nada rotundo, pero un no. La fórmula decidida para “este momento” -matiz que lo dice todo- ha sido el acuerdo “programático y de estabilidad”. Un pacto que a efectos prácticos supone la misma garantía de un Ayuntamiento con mayoría política para hacer avanzar la ciudad, pero que en Madrid evita dar munición de campaña a Mariano Rajoy en su pugna con Pedro Sánchez. Aquí y allá, el PP llevaba semanas afeando la posibilidad de que los socialistas compartieran gestión con los jeltzales por el simple hecho de que éstos tomaron el bastón de mando gasteiztarra gracias al apoyo de EH Bildu en las votaciones de investidura de los candidatos a alcalde.
El alcalde, Gorka Urtaran, quiso mandar un mensaje de confianza a la ciudadanía, “tenemos un proyecto de ciudad, un modelo para los vitorianos y van a ver cómo dará frutos”, pero tuvo que admitir que le habría gustado más otro escenario. La sintonía con el PSE gasteiztarra fue “muy buena” desde antes de las elecciones y ni siquiera se había visto contaminada por la abstención de los socialistas en la investidura, ordenada desde Ferraz a cuenta -o con la excusa- del rifirrafe de Andoain. De hecho, hace apenas una semana, el portavoz del partido en Vitoria, Peio López de Munain, presagió que habría gobierno de coalición. Ambos se entendían y querían dejar atrás polémicas, pero no ha podido ser. “Sabíamos que había dificultades que no dependían de la situación política de Vitoria. La abstención no se debió a cuestiones locales, sino externas”, apuntilló Urtaran, en referencia al PP. “Ha puesto trabas a la consecución de un gobierno plural”, continuó, “cuando es el que más acuerdos alcanzó con EH Bildu y también antes de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia”.
Pero la memoria es débil. Y ésa siempre ha sido una de las fortalezas de los populares, que se afanan ahora por mostrar “la debilidad” del gobierno de Vitoria. A los pocos minutos del envío del comunicado de los socialistas ya había reacción feroz de Javier Maroto, todavía en proceso de duelo por la pérdida de la makila. “Vitoria tendrá el gobierno más débil de la historia de la ciudad, con sólo cuatro concejales -al alcalde no lo cuenta- y 22 en la oposición -incluyendo los cuatro socialistas que han alcanzado el acuerdo de estabilidad-”, subrayó. A su juicio, esta situación es motivo de “preocupación y tristeza” y se preguntó si “para esto quería Urtaran el poder”. El aludido recordó que las críticas vienen de quien acuñó el lema de “Vitoria por encima de todo” y ahora pasa casi todo su tiempo en Madrid aferrado a las siglas de su partido, pero también tuvo que reconocer la evidencia de haber llegado a la Alcaldía siendo la tercera fuerza y con sólo cinco ediles. Una realidad que le obliga a seguir con las manos tendidas.
“En la ronda de contactos, mostré mi disposición al acuerdo. Una fórmula era el gobierno de coalición que presenté al PSE y otra el acuerdo de gobernabilidad al resto de grupos. Y en todos, salvo el PP, encontré una actitud favorable, y eso hace que podamos encontrar espacios de encuentro para sacar adelante las necesidades y urgencias de la ciudad. Pero, en cualquier caso, quiero un gobierno plural y estable y vamos a seguir trabajando por ello”, subrayó Urtaran. Tal vez, pueda conseguir la ansiada coalición con los cuatro concejales socialistas tras las generales. Desde los medios de comunicación se preguntó insistentemente por ello a la secretaria general del PSE de Álava y nueva diputada de Empleo en el Ejecutivo foral de Ramiro González -ahí sí ha habido alianza máxima- y su falta de contundencia fue la mejor evidencia de que se ha dejado una puerta abierta. “La relación de los dos grupos en Vitoria es muy buena. Nunca se puede descartar nada, pero hoy por hoy la decisión tomada es el acuerdo programático y de estabilidad”, subrayó. “En este momento no”, apuntilló poco después.
Idoia Mendia, la secretaria general del PSE en Euskadi, también habló. Lo hizo para defender fervientemente la fórmula alcanzada en Vitoria como “cumplimiento del pacto” global existente en el ámbito vasco de nacionalistas y socialistas. La alianza rubricada por ambas ejecutivas exigía acuerdos que garantizaran la estabilidad de cada una de las instituciones donde PNV y PSE tuvieran presencia, aunque no especificaba en realidad cómo debían plasmarse esas sinergias. En el caso de la capital alavesa, según Mendia, se llegó a la conclusión de que había que “dar estabilidad al alcalde desde la responsabilidad de tener cuatro concejales y el compromiso” adquirido. Y, sobre esa base, se trabajó un acuerdo programático que da a Urtaran y a Gasteiz la misma estabilidad que “podríamos dar desde el gobierno”. Lo que no aclaró es por qué -aunque se conozcan las razones- se ha descartado una coalición. No hay interés en dar alas a fuerzas políticas interesadas en “sembrar cizaña”, palabras suyas en una intervención anterior, cuando corrían todo tipo de especulaciones.
La realidad, en cualquier caso, es que la situación del Ayuntamiento de Vitoria ha provocado, más allá de presiones a Ferraz y desde Ferraz, divisiones dentro del PSE. En un encuentro que tuvo lugar el día 18 en la sede del partido en Gasteiz, los críticos mostraron su negativa a formar parte del gobierno municipal al considerarse poco legitimados para hacerlo por el revés electoral sufrido, que supuso un recorte de dos concejales y de casi 6.500 votos con respecto a los comicios locales de hace cuatro años. No obstante, entonces Mendia dejó clara la posición oficial del PSE, una postura que poco después refrendaba López de Munain tras el encuentro que mantuvo con Urtaran. “Creo que podremos entrar fácilmente”, dijo. Y no. Al final no fue así. No “en este momento”, como matizó González ayer. Más adelante, por qué no, “pueden pasar muchas cosas”.