Ha pasado una semana desde que fue proclamado presidente. ¿A qué ha dedicado estos días?
-Sobre todo a las cuestiones domésticas, a la organización de la casa, que hasta ahora la conocía pero desde el otro lado del edificio, donde está la sala de comisiones y los despachos.
Recordaba en su investidura que 35 años después de Patxi Ormazábal, el primer presidente de la Cámara foral alavesa, vuelve a haber un txistulari al frente.
-Es que ser txistulari no es ser cualquier cosa. Imprime carácter. Te sientes responsable de la transmisión de una tradición que no es sólo musical. El txistulari y tamborilero ha sido durante muchos años el encargado de mantener vivas las danzas y músicas tradicionales. Eso está en la forma de ser de todos los que nos dedicamos a este oficio, y no quiero ocultarlo. Es un orgullo para mí y sé que es un orgullo para muchos. El día de mi elección me mandaron un tuit unos amigos que decía “si un txistulari puede ser lehendakari y otro presidente de las Juntas Generales, no sé qué he hecho yo con mi vida” (risas).
Hace cuatro años se quedó a un paso de ocupar ese asiento. ¿Temía que la historia se repitiera?
-No. Aunque hace cuatro años, en la víspera del Pleno, por la mañana parecía que iba a ser elegido presidente y luego por la tarde empezamos a saber que no. Aquella experiencia me sirvió, aunque digamos que salí como un gato escaldado.
Lo que sí estaba, o al menos lo parecía, era muy emocionado en el momento de su proclamación.
-Estaba emocionado, pero sobre todo entusiasmado. Han sido cuatro años muy intensos de trabajo, y al final es bonito ver que la labor realizada por todo el equipo que hemos estado en las Juntas estos años ha dado sus frutos. No sólo Ramiro (González) y yo, sino sobre todo el resto de personas. Desde el día siguiente a la investidura de hace cuatro años, cuando perdimos el gobierno de la Diputación, empezamos a trabajar para intentar que Ramiro fuera diputado general.
Y ahora que lo va a ser, ¿qué tipo de diputado general espera que sea su compañero de partido?
-Ramiro es una persona muy bien preparada. En realidad apenas nos conocíamos hasta hace cuatro años, éramos del mismo partido pero poco más, pero este tiempo ha sido una etapa de trabajo muy intensa para ambos. Lo que me llama la atención de él es que es alguien muy preparado, muy intuitivo, y que tiene una absoluta dedicación a su labor. Creo que va a ser un diputado general de acuerdos, y espero que dentro de unos años se le recuerde por haber contribuido a que Álava supere la crisis económica de estos años.
La votación para la Mesa de las Juntas, con usted elegido por 18 votos (PNV y PSE) y la vicepresidenta de EH Bildu, Elena López de Lacalle, con 20 (Bildu, Podemos e Irabazi), ¿fue un síntoma de lo que espera sea la legislatura, con un bloque de izquierda con más peso en las votaciones que el propio Gobierno foral?
-Esa votación fue un momento concreto. Nadie va a ocultar que hubo y que ahora mismo hay esos tres bloques, pero en el Pleno fue algo que se puso de manifiesto sobre todo a la hora de decidir el orden de las dos vicepresidencias, que por otra parte tiene escaso significado más allá de ponerle un 1 o un 2 antes del nombre.
Pero no parece que una Cámara con tres bloques tan diferenciados, por cierto, similares a los del Ayuntamiento, sea un terreno abonado para alcanzar muchos acuerdos.
-Ahora existen esos tres bloques, pero no creo que vayan a mantenerse así, estáticos, durante el resto de la legislatura. Ésa es una fotografía de un momento concreto en un día concreto, como fue el pasado 18 de junio. Hay que recordar que la fotografía del 7 de julio de 2011 no fue la que se dio luego durante el resto de la legislatura. El PSE apoyó al diputado general y luego no lo hizo. Habrá movimientos, y además sería deseable que los hubiera, trabajando para conseguir mayorías suficientes para sacar adelante las iniciativas, que es lo que nos piden los ciudadanos.
¿Y ve al Partido Popular dispuesto a alcanzar acuerdos con el resto de grupos o con el Gobierno foral?
-No se entendería que fuera de otra forma. El PP en este momento está en una situación, por así decirlo, de niño frustrado, que no ha conseguido lo que quiere y está receloso por cómo se han desarrollado los hechos estas tres semanas. Pero tiene que reconsiderar su postura, porque no va a poder convivir solo y permanentemente en el no.
Ahora las negociaciones serán a siete bandas.
-Hasta ahora funcionábamos con cinco grupos políticos tradicionales en los que todos nos conocíamos a nivel personal y en cuanto a nuestro posicionamiento político. Ahora somos unas Juntas con seis grupos y siete partidos. Será complicado pero a la vez enriquecedor, porque lo que se haga se hará con mayor esfuerzo y acuerdo entre todos.
A alguno ya han llegado, como la eliminación del seguro médico privado para los junteros.
-Era algo que estaba encaminado. El seguro existía desde hacía mucho tiempo en las Juntas Generales, cuando las coberturas sociales no eran las mismas. Ahora es algo innecesario. Cada uno tiene su cobertura y mantenerlo era algo trasnochado y superfluo. Había que hacer un concurso nuevo para dos o tres años y la anterior Mesa decidió dejar la decisión a la nueva. En la primera reunión adelanté mi postura y la de mi grupo de no renovarla y el resto fue unánime en su decisión de no hacerlo. Ha habido quien se ha atribuido la propuesta de eliminarlo pero bueno, si alguien quiere atribuirse el mérito está bien, lo importante era no renovarlo.
¿Qué va a hacer como presidente para que las Juntas dejen de ser la gran desconocida de las instituciones alavesas o, por decirlo de otra forma, para que la gente entienda que realmente sirven para algo?
-Recuerdo que María Jesús Aguirre decía que las Juntas éramos el quinto escalón en las instituciones del territorio. También de eso tienen un poco culpa los medios de comunicación, lo digo sin acritud (risas), que tienen que transmitir lo que hacemos, aunque haya otras preferencias. Aquí se deciden cosas que afectan muchísimo a los ciudadanos. Cada año pagamos el IRPF y la normativa sale de las Juntas Generales, así que fíjate si es importante.
¿ Hace falta cierta apariencia de seriedad, como la suya, para ocupar un cargo de representación institucional?
-No sé quién puede decir que soy una persona muy seria o si puedo dar la imagen de serlo. En realidad soy bastante gamberrete y le saco punta a todo. Lo que soy es observador. Algunos compañeros me recriminan que esté siempre en última fila, pero es que las cosas se ven mejor desde atrás, es cuando coges perspectiva. Sobre todo mi intención es que la final de la legislatura no se note que he pasado por aquí. Si es por lo bueno, bien, pero mejor que no se note.